Salarios desiguales y combinados
Econ. Manuel C. Martínez M.
25-03-2009
Desde nuestra más temprana edad, cuando empezamos a razonar, lo hacemos mediante reflexiones y juicios sobre las cosas que nos rodean tanto lejanas como mediatas e inmediatas, y sobre la conducta de nuestros semejantes y hasta sobre la de nosotros mismos.
Y si a algo le seguimos damos respuestas especulativas es a la evidente, cotidiana y todavía no suficientemente esclarecida desigualdad de los salarios existentes en estas sociedades de trabajadores, parásitos y patronos.
En este momento resulta oportuno reafirmar que de ninguna manera son trabajadores los patronos o inversionistas ni los supervisores de calidad laboral, ni los custodios ni muchos otros personajes que aparecen en nóminas y estados financieros de las empresas industriales de producción, comercio y finanzas. El hecho de recibir una paga sólo encarece los costos de producción, digamos que, por el contrario, merman el monto de ese Valor Agregado (VA), exclusiva y redundantemente, por esos asalariados, con el cual sus verdaderos creadores bien podrían salir de la pobreza donde crónicamente se hallan.
Tampoco son trabajadores los cuerpos burocráticos de índole no sanitaria ni docente ni procientífica. La policía, los militares, los tribunales, muchos ministros y gerentes gubernamentales, por altruistas y connotados que resulten, sólo limitan sus roles a coparticipar consuntivamente en dicho Valor Agregado (VA). Sus labores son tan improductivas como las de destapar huecos para rellenar otros, es decir, son más bien un Valor Desagregado (VD), y buena parte de su *justificación* contable responde al mismo proceso social que no termina por hacer de cada trabajador un hombre comunista, no sólo preparado técnicamente, sino moral, responsable y solidariamente comprometido con sus responsabilidades comunitarias, o potencialmente comunistas. Y sus pagas sólo sirven para la compra de servicios ineluctablemente importantes para la conservación clasista de la misma sociedad que los sostiene y los acuna.
Si, por ejemplo, los capitalistas renunciaran a sus ganancias, los costos de producción se vendrían abajo, y aquellos no podrían justificar su paga ni su riqueza adquirida a punta del curioso proceso laboral mediante el cual los trabajadores crean una riqueza mayor al monto de sus salarios.
Así las cosas, resulta interesante respondernos porqué unos trabajadores reciben mejor paga que otros, con independencia de su capacidad productiva. Es que en nuestras sociedades los salarios también se hayan muy desigualmente distribuidos, en una suerte de simetría social plenamente concordante con la desigualdad imperante que caracteriza la coexistencia de clases y conglomerados sociales, unas más parasitarias que otras, unas explotadodoras, otras sumamente trabajadoras, al lado de otras de indigentes y vivianes.
Quede claro que los irregulares y codiciados altos salarios que suelen recibir la alta burocracia, la alta gerencia y el personal administrativo superior de los organismos del Estado, ni de los de las grandes empresas industriales, no se ajustan, linealmente a sus aportes laborales. Por ejemplo, las labores de fiscalización, de dirección, de contraloría, o de policía, no añaden absolutamente nada al proceso productivo de ninguna sociedad, sino, por el contrario, insistimos, reducen notoriamente el valor de la riqueza creada que de otra manera mejoraría las condiciones sociales de vida de los verdaderos trabajadores.
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