Sirva ese marquito
teórico y preambular para hacerles saber a mis lectores que recientemente (01-04-1988), cuando me hallaba en labores de jardinería tropecé con unos *embriones florales*, de origen leguminoso. Tales cuerpecitos aparentemente se movían por sí solos mediante saltos erráticos de determinada periodicidad y altura decreciente. Opté por denominarlos FLORES SALTARINAS, luego que descubrí la causa de su exógena motricidad, y a partir de entonces han despertado interés y curiosidad en muchas personas. En esta labor investigativa conté con la colaboración del Ing. Pedro González, y la de profesor y Botánico Baltazar Trujillo, jubilado de la Universidad Central de Venezuela, Facultad de Agronomía, Maracay, Venezuela. Muchos Agrónomos y Entomólogos mostraron interés en rastrear la posible literatura existente sobre esta característica mecánica de la papilionácea en cuestión. Los embriones pertenecen al Roble americano (Platymiscium polystachum).
El fenómeno en sí sirve para ilustrar cómo, supuestamente, se desenvuelven algunos movimientos intermoleculares en una masa gaseosa enrarecida o en el de las interacciones nucleares.
Efectivamente, el motor del movimiento de mis flores saltarinas es un insecto, familia Curculionidae, género Apion, y cuyos huevos deposita periódica y anualmente en los embriones florales; la floración es abortada y finalmente el embrión termina desarrollándose a expensas del nutriente germinal. Durante su crecimiento larvario el insecto adopta contorsiones de espirales comprimidas que luego se intensan bruscamente, golpean el cascaron que le sirve de cuna y por reacción se producen los saltos que me permitieron bautizar al al fenómeno en cuestión.
Y ese descontorsionamiento
es en sí mismo interesante: Si, porgamos por caso, el mismísimo *Superman* es encerrado en un bidón debidamente tapado, él no podría elevarse habida cuenta que cuando se apoyara para tomar impulso lo haría sobre el piso bidón y este forzosamente no tendría el necesario punto de apoyo fuera de sí. Con las F. S. ocurre que el cascarón del embrión floral que le sirve ahora de cuna al insecto es de forma ovoidal, y los golpes que las distensiones provocan lo hacen sobre uno de los extremos del eje mayor, lo que supone un desbalance que termina devolviéndose hacia el otro extremo y consecuencialmente produce el salto ora desde una punta, ora desde la otra.
P.D.: Con esta Sadelas hice un fallido e ignorado llamado al Pedagógico de Maracay y al Instituto de Botánica de la U.C.V., en búsqueda de esfuerzos colectivos para terminar esta investigación privada. Sigo esperando su respuesta. Esto nos revela que de investigadores tenemos muy poco, que estas las partidas presupuestrias ad hoc se van a los bolsillos burocráticos enquistados en esas universidades, con las rara avis del caso.La rama de investigación no ha pasado de ser un motivo y medio adicionales de clinetlismo político contributivo de la malversacióbn de la Renta Petrolera venezolana. Los investigadors verdaderos, los que habitan en el parque Henri Pitière, por ejemplo, se reservan sus preciosos resultados que, amanera de espionaje científico, vienen realizando desde los tiempos mismos el pionero en esta práctica: el afamado y alabado Alejandro de Humbolt.
P.D.2: En esta vía de Internet hallé que el motor que mueve esa yemas florales se llama "autocoria".
No hay comentarios:
Publicar un comentario