lunes, 25 de junio de 2007

Sigue vivita la Renta Feudal


 * Sociedad, en su  sentido holístico, porque cada ser humano la representa. Sólo por desviaciones del pensamiento aún no enderezadas, tendemos a  salirnos de ella, como si   la primera  estuviera allá, y el segundo, acá.
Manuel C. Martínez C.
271_24/06/2007




 Sociedad Amigos de la Salud *
Sadelas
 
Sigue vivita la Renta Feudal
En la literatura contemporánea se maneja la renta feudal como una reminiscencia del Medioevo, o sea, de unos M años atrás, sin contar que estas enormes posesiones inmobiliarias son de mayor antigüedad, pero aquello  es una interesada mentira creada por los mismos rentistas de alto poder latifundista, los mismos que   se adaptaron al Capitalismo, y saben desenvolverse a sus anchas dentro de estos dos oprobiosos sistemas de vida.
Es un hecho que los capitalistas cargan como coste mercantil (léase coste individualista) el pago de alquileres a terceros, o a sí mismos cuando son dueños del inmueble de su fábrica y depósitos de mercancías capitalistas. O sea, que se renta a sí mismos, con el expreso interés de arrancarle renta feudal a los consumidores finales e intermedios. Este fenómeno de translación de costes feudales   termina devolviéndose para todos los demandantes, inclusión hecha del explotador,  pero como cada industrial fija de entrada los precios de compra de materiales y materias primas como inversiones constantes ora fijas, ora circulantes, tal devolución, encarecedora del costo  de   vida,  si bien molesta pro encarecer los precios, como efecto  rentístico pasa   inadvertido.
Pero la renta feudal va más allá en su vigencia capitalista: Con el reemplazo del feudalismo por el burguesismo, la industria de la construcción (de viviendas) pasó a ser un nuevo e independiente filón de explotación económica. En los feudos originales los señores no se compraban a sí mismos los inmuebles de marras ya que todavía no eran mercancías, y ahora los trabajadores, contratados como asalariados, ya no habitan *gratuitamente* en los espacios territoriales del dueño de la  empresa,  sino en onerosas residencias que van con cargo a sus salarios.
Podríamos decir que de hecho hoy por hoy subyace  la renta feudal, y con ello la propiedad estatal sobre todos los *súbditos*, sobre unos trabajadores que si bien legalmente se sienten libres, se les declara libres,  sólo disfrutan de una libertad comercial. Esto es. libertad para escoger sus neoseñores o empresarios capitalistas, libres para escoger su viviendas, libres para comprar cuanta porqueriza mercantil halle en los mercados, libre para nominar y apellidar  a sus hijos, para presentarlos en las Centros de Registro Electoral y Militar de primer orden: las prefecturas. Libres para escoger el oficio o profesión que les ofrece el Estado, libres para militar religiosamente en cuanta creencia religiosa le inculquen  desde ñema, y libres para salir a defender el patrimonio ajeno de sus propios y ajenos explotadores, tal como lo hacían los antiguos feudatarios, los antiguos detentadores, sólo que ahora en vez de actuar bajo el libre feudo, y en favor del feudo, con la autonomía del feudo de otrora, lo hace bajo la figura moderna del Estado Burgués, una suerte de megafeudo de donde este macrofeudo ( Estado moderno) saca sus soldados y administradores, sus burócratas y policías, sus artesanos y agricultores, y un Estado que, como en los extintos imperios premedioevales, se nutre financieramente de toda la vivita renta feudal que ahora recibe el pomposo nombre de impuestos fiscales.

 * Sociedad, en su  sentido holístico, porque cada ser humano la representa. Sólo por desviaciones del pensamiento aún no enderezadas, tendemos a  salirnos de ella, como si   la primera  estuviera allá, y el segundo, acá.
Manuel C. Martínez C.
271_24/06/2007