sábado, 9 de julio de 2011

El valor de cambio de los medios de trabajo se trueca en plusvalía
Manuel C. Martínez M.
‎09/‎07/‎2011
Cuando Carlos Marx asegura que el valor de cambio sobrevive a la destrucción o consumo del valor de uso de los medios de producción, lo hace sobre criterios contables que reinaban a la sazón, y hasta ahora siguen privando en el cálculo del precio de venta de las mercancías fabricadas con su utilización[1].

“Por otro lado encontramos los valores de los medios de producción consumidos como elemento en el valor del producto, por ejemplo el valor del algodón y los husos en el de los hilados. Los valores de los medios de producción se han conservado, por consiguiente, mediante su traslado al producto.”, así lo recogió Marx, según la nota anterior.

Una cosa es que el valor de cambio de los medios de trabajo reaparezca o se traslade al valor de las mercancía en la medida que su valor de uso vaya siendo consumido por el trabajo, y otra cosa es comprender que, ciertamente, ese valor de cambio reaparece sólo en la plusvalía, habida cuenta de que con la ayuda de esos medios de trabajo el tiempo necesario se acorta y en consecuencia se alarga el trabajo excedente que equivale a una mayor plusvalía.

Ha habido una pesada confusión, reinante hasta ahora, que ha permitido al empresario imputar como parte del precio de venta el valor de cabio el de los medios de trabajo, en lugar de descontarlo de sus ganancias.

Para dar cuenta de esas imprecisiones contables, evitar que los capitalistas sigan estafando a su clientela, y evadiendo el I S/R, es necesario observar la conducta del capital en su justa dinámica, porque hasta ahora los cuadros y fórmulas estadísticas manejadas por le Teoría Económica marxista y no marxista han sido estático-comparativos, y no han sabido recoger los cambios inducidos con toda evolución tecnológica plasmada en mejores medios de trabajo.

Veamos:

I.-

C/100+V/50+pl/50=200, como valor de un PTB cualquiera, y para C=capital constante o valor de los medios de producción, V= capital variable o salarios, y pl= plusvalía o ganancia bruta. Aquí la tasa de plusvalía=100%, con una tasa de ganancia=33%.

Descompongamos el capital=150=C+V, en:

II.-

MT/50+OT/50+V50, para MT=medios de trabajo (máquina, herramienta, energético, edificio, etc.), y OT=objetos de trabajo (materia prima).

O sea, luego de cumplido el proceso productivo capitalista:

C/ (50+50)+V/50+pl/50=PTB=200.

En esa fórmula II, suponemos que los MT le permiten a los asalariados tener una productividad tal que consumen 100% de MT y OT, y de acuerdo con esta hipótesis, tenemos una correspondencia orgánica del capital como sigue:

MT + OT +asalariados. Esta composición orgánica del capital nos dice que, realizado el proceso de trabajo, V termina sumado a 50%MT +50%OT, es decir:

(V/50+MT/25+OT/25)=100=50%PTB, y también nos indica que pl termina sumado a 50%MT+50%OT, es decir:

(pl/50 +MT/25+ OT/25)=100=50%PTB.

Supongamos ahora que se perfecciona a MT, cuyo valor asciende a MT/75, y que, como valor de uso, ayuda a la productividad de los asalariados, con lo cual V podría reducirse 50%=V/25 (reemplazo de mano de obra por máquinas y herramientas).

También debemos suponer que durante la misma jornada los asalariados consumirán un volumen mayor de MT y transformarán una mayor cantidad de materia prima. La fórmula pasaría a ser:

III.-

C/X+ V/25+pl/75=(X+100), un nuevo PTB, como resultado de una tasa de plusvalía=300%.

Tenemos, pues, que determinar cómo y en cuánto se modifica la composición orgánica, de tal manera que la tasa de plusvalía aumente 200%.

Según datos de la III, durante la fracción de jornada de V/25 se consumen MT/50+OT/50, y durante el resto de la jornada de pl75 se consume MT/150+OT/150; eso nos da la siguiente composición del capital:

IV.-

C/(200/MT+200/OT)+V/25+pl/75=500, el nuevo PTB buscado.

Esa fórmula IV nos dice que V/25 termina consumiendo MT/50, y transformando OT/50=125, y que pl/75 termina consumiendo MT/150, y transformando OT/150=375. En suma, tenemos un PTB=500.

Bien, entonces, de la ganancia, o plusvalía en primera abstracción, =375, perfectamente puede deducirse el incremento de 150 efectuado en MT. La plusvalía neta quedaría=225 que evidentemente supera la pl anterior (50) en 325%, para una tasa de ganancia=53%, aprox, o sea, 20% adicional, sin la comisión de la estafa que no ocupa.

La contabilidad burguesa vigente, como hemos venido desenmascarando, carga ese incremento en MT, =150, al precio de venta, con lo cual la pl quedaría en 375, que supera la anterior (50) en 650%, para una tasa de ganancia=88%, aprox, en lugar de 53%, en caso de no cargar los MP al consumidor. Esta tasa, comparada con la anterior=33%, supone un incremento de más de 166%, sin tener que estafar.

Por estas razones, los medios de trabajo mejoran la plusvalía, la ganancia, por una parte, y como su valor se carga al precio de venta, entonces sencilla y cruelmente, viene cometiéndose una auténtica estafa de alto giro.

Digamos que muchos empresarios, de tales tienen muy poco, pero sí mucho de pícaros, en tal sentido. Desde acá nos permitimos sugerirle al empresariado que sólo ha mantenido una contabilidad convencional, de manera automática según los consejos de sus contadores, quienes posiblemente tampoco hayan caído en semejantes yerro e injusticias de valoración económica, y así por propia iniciativa hagan lo pertinente para la corrección de tales procedimientos contables, ya que de todas maneras seguirían obteniendo jugosas ganancias, a cambio de mejoras considerables en la situación del trabajador y hasta con menores presiones salariales.

Por otra parte, los gobiernos podrían reglamentar estas irregularidades de la contabilidad de costo burgués, y así no tener que tomar medidas drásticas de irrespetos y combate a la propiedad privada, hasta tanto no maduren las condiciones de su extinción, según las premoniciones de Carlos Marx.

[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. VIII.
El valor de cambio de los medios de trabajo se trueca en plusvalía
Manuel C. Martínez M.
‎09/‎07/‎2011
Cuando Carlos Marx asegura que el valor de cambio sobrevive a la destrucción o consumo del valor de uso de los medios de producción, lo hace sobre criterios contables que reinaban a la sazón, y hasta ahora siguen privando en el cálculo del precio de venta de las mercancías fabricadas con su utilización[1].

“Por otro lado encontramos los valores de los medios de producción consumidos como elemento en el valor del producto, por ejemplo el valor del algodón y los husos en el de los hilados. Los valores de los medios de producción se han conservado, por consiguiente, mediante su traslado al producto.”, así lo recogió Marx, según la nota anterior.

Una cosa es que el valor de cambio de los medios de trabajo reaparezca o se traslade al valor de las mercancía en la medida que su valor de uso vaya siendo consumido por el trabajo, y otra cosa es comprender que, ciertamente, ese valor de cambio reaparece sólo en la plusvalía, habida cuenta de que con la ayuda de esos medios de trabajo el tiempo necesario se acorta y en consecuencia se alarga el trabajo excedente que equivale a una mayor plusvalía.

Ha habido una pesada confusión, reinante hasta ahora, que ha permitido al empresario imputar como parte del precio de venta el valor de cabio el de los medios de trabajo, en lugar de descontarlo de sus ganancias.

Para dar cuenta de esas imprecisiones contables, evitar que los capitalistas sigan estafando a su clientela, y evadiendo el I S/R, es necesario observar la conducta del capital en su justa dinámica, porque hasta ahora los cuadros y fórmulas estadísticas manejadas por le Teoría Económica marxista y no marxista han sido estático-comparativos, y no han sabido recoger los cambios inducidos con toda evolución tecnológica plasmada en mejores medios de trabajo.

Veamos:

I.-

C/100+V/50+pl/50=200, como valor de un PTB cualquiera, y para C=capital constante o valor de los medios de producción, V= capital variable o salarios, y pl= plusvalía o ganancia bruta. Aquí la tasa de plusvalía=100%, con una tasa de ganancia=33%.

Descompongamos el capital=150=C+V, en:

II.-

MT/50+OT/50+V50, para MT=medios de trabajo (máquina, herramienta, energético, edificio, etc.), y OT=objetos de trabajo (materia prima).

O sea, luego de cumplido el proceso productivo capitalista:

C/ (50+50)+V/50+pl/50=PTB=200.

En esa fórmula II, suponemos que los MT le permiten a los asalariados tener una productividad tal que consumen 100% de MT y OT, y de acuerdo con esta hipótesis, tenemos una correspondencia orgánica del capital como sigue:

MT + OT +asalariados. Esta composición orgánica del capital nos dice que, realizado el proceso de trabajo, V termina sumado a 50%MT +50%OT, es decir:

(V/50+MT/25+OT/25)=100=50%PTB, y también nos indica que pl termina sumado a 50%MT+50%OT, es decir:

(pl/50 +MT/25+ OT/25)=100=50%PTB.

Supongamos ahora que se perfecciona a MT, cuyo valor asciende a MT/75, y que, como valor de uso, ayuda a la productividad de los asalariados, con lo cual V podría reducirse 50%=V/25 (reemplazo de mano de obra por máquinas y herramientas).

También debemos suponer que durante la misma jornada los asalariados consumirán un volumen mayor de MT y transformarán una mayor cantidad de materia prima. La fórmula pasaría a ser:

III.-

C/X+ V/25+pl/75=(X+100), un nuevo PTB, como resultado de una tasa de plusvalía=300%.

Tenemos, pues, que determinar cómo y en cuánto se modifica la composición orgánica, de tal manera que la tasa de plusvalía aumente 200%.

Según datos de la III, durante la fracción de jornada de V/25 se consumen MT/50+OT/50, y durante el resto de la jornada de pl75 se consume MT/150+OT/150; eso nos da la siguiente composición del capital:

IV.-

C/(200/MT+200/OT)+V/25+pl/75=500, el nuevo PTB buscado.

Esa fórmula IV nos dice que V/25 termina consumiendo MT/50, y transformando OT/50=125, y que pl/75 termina consumiendo MT/150, y transformando OT/150=375. En suma, tenemos un PTB=500.

Bien, entonces, de la ganancia, o plusvalía en primera abstracción, =375, perfectamente puede deducirse el incremento de 150 efectuado en MT. La plusvalía neta quedaría=225 que evidentemente supera la pl anterior (50) en 325%, para una tasa de ganancia=53%, aprox, o sea, 20% adicional, sin la comisión de la estafa que no ocupa.

La contabilidad burguesa vigente, como hemos venido desenmascarando, carga ese incremento en MT, =150, al precio de venta, con lo cual la pl quedaría en 375, que supera la anterior (50) en 650%, para una tasa de ganancia=88%, aprox, en lugar de 53%, en caso de no cargar los MP al consumidor. Esta tasa, comparada con la anterior=33%, supone un incremento de más de 166%, sin tener que estafar.

Por estas razones, los medios de trabajo mejoran la plusvalía, la ganancia, por una parte, y como su valor se carga al precio de venta, entonces sencilla y cruelmente, viene cometiéndose una auténtica estafa de alto giro.

Digamos que muchos empresarios, de tales tienen muy poco, pero sí mucho de pícaros, en tal sentido. Desde acá nos permitimos sugerirle al empresariado que sólo ha mantenido una contabilidad convencional, de manera automática según los consejos de sus contadores, quienes posiblemente tampoco hayan caído en semejantes yerro e injusticias de valoración económica, y así por propia iniciativa hagan lo pertinente para la corrección de tales procedimientos contables, ya que de todas maneras seguirían obteniendo jugosas ganancias, a cambio de mejoras considerables en la situación del trabajador y hasta con menores presiones salariales.

Por otra parte, los gobiernos podrían reglamentar estas irregularidades de la contabilidad de costo burgués, y así no tener que tomar medidas drásticas de irrespetos y combate a la propiedad privada, hasta tanto no maduren las condiciones de su extinción, según las premoniciones de Carlos Marx.

[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. VIII.

viernes, 1 de julio de 2011

Conozcamos la Depreciación Burguesa

Conozcamos la Depreciación Burguesa
(El capitalista, además de explotar, roba y estafa)

Manuel C. Martínez M.
30/06/2011

Científicamente hablando, tanto la tierra como la fuerza de trabajo carecen de valor per se ya que son bienes naturales, de último orden o factores originarios de la producción, según la terminología mengeriana, y como tales mal podrían depreciarse ni sobrepreciarse.

No obstante, la Economía Burguesa (léase Economía Política Vulgar) tiene sus propias reglas, suele despacharse y darse el vuelto. Controla la producción y el mercadeo en la base económica, y superestructuralemente termina dominando hasta nuestra manera de ver las cosas.

En las sociedades burguesas priva la Contabilidad Capitalista. En esta, razonablemente, las mercancías que sirven como medios de producción entran como costes o elementos participativos y constitutivos del valor de cambio de las mercancías fabricadas con ellos, sin mayores miramientos en cuanto a su valor de uso. Pero esta convención contable debe revisarse.

Así, cuando los medios de producción están representados por capital circulante o materias primas u objetos de trabajo, resulta lógico que su valor reaparezca contablemente en las mercancías obtenidas con su manufacturación y transformación, y esa lógica contable se apoya en que el valor de uso de tales objetos reaparece en la mercancía final, y lo hace hasta físicamente. Si el cuero vale, y a este se le añade valor trabajo, lógicamente el valor de la mercancía final contendrá el valor de la parte del cuero consumida más el coste salarial de la mano de obra involucrada; como esta mano de obra es subpagada con salarios, podemos adelantar que el valor de la mercancía contiene valor cuero, salarios y plusvalía.

Pero la contabilidad burguesa se extralimita con yerros en sus asientos cuando se trata de aquellos medios de producción representados por capital fijo, maquinarias, herramientas, medios de trabajo en general y afines. Estos medios se consumen por desgaste de su valor de uso a medida que participan en la metamorfosis o consumo de las materias primas; la contabilidad capitalista los deprecia en cada periodo económico, y esa merma de su valor de uso la contabiliza como merma o depreciación de su valor de cambio, y este suele cargarse al coste de la mercancía que se pondrá en venta.

Digamos que el capital representado en costes fijos de las mercancías fabriles cuyo valor de uso no se integra físicamente al valor de uso de la mercancía final termina cargado como parte del valor de cambio que deberá desembolsar el consumidor correspondiente. Este tipo de inversión de capital es una aberración que lleva siglos sin que nadie hasta ahora la haya cuestionado.

Porque, como sabemos, los instrumentos de trabajo son básicamente auxiliares interpuestos entre la naturaleza (objetos de trabajo) y la mano de obra. El trabajador los emplea para incrementar su productividad, y cuando vende su producción obtiene el valor de su trabajo más el coste del valor de cambio de la depreciación de esos instrumentos de trabajo y el valor de cambio de la materia prima consumida.

En el caso del fabricante capitalista, cuando él carga esa depreciación al precio de venta incurre en las siguientes imprecisiones: 1.- Sobreprecia el valor de sus mercancías ya que la mejora en la productividad del trabajador, lograda con esos auxiliare, sólo le permite un mayor empleo de materias primas, y en consecuencia un aumento de la plusvalía a la cual debería cargar dicha depreciación.

Como de partida en este sistema se niega la explotación, para el capitalista y sus economistas apologistas, por el contrario, la presencia contable en el precio de venta del valor de esa depreciación no sólo debe encarecer la mercancía, sino que permite atribuirse productividad en la ganancia que se obtendría en el mercado; 2.- Si lo hace para ajustar sus ganancias, su tasa de ganancia, lo hace bien, pero como recupera el valor de la depreciación, entonces es mentira que dicho capital deba participar como tal en el precio de venta, más allá de los libros. Si el fabricante opta por utilizar herramientas de oro, no por ello el consumidor debe reconocerle semejante coste, y cuando da un anzuelo al pescador a cambio de parte del excedente productivo que logre el pescador, tampoco tiene porqué cobrárselo a quienes le compren semejante excedente; y 3. – El fabricante debe limitarse a considerar que el coste por este concepto de capital constante y fijo va con cargo a la ganancia total, de tal manera que justifique la consideración marcada“2.” sobre un valor de uso y valor de cambio que no recibe para nada el comprador, para que con ello sea la plusvalía la que absorba dichas depreciaciones.

En consecuencia, nuestro capitalista ha estado durante siglos no sólo explotando asalariados, sino robando y estafando a los consumidores.




Manuel C. Martínez M.
30/06/2011

Científicamente hablando, tanto la tierra como la fuerza de trabajo carecen de valor per se ya que son bienes naturales, de último orden o factores originarios de la producción, según la terminología mengeriana, y como tales mal podrían depreciarse ni sobrepreciarse.

No obstante, la Economía Burguesa (léase Economía Política Vulgar) tiene sus propias reglas, suele despacharse y darse el vuelto. Controla la producción y el mercadeo en la base económica, y superestructuralemente termina dominando hasta nuestra manera de ver las cosas.

En las sociedades burguesas priva la Contabilidad Capitalista. En esta, razonablemente, las mercancías que sirven como medios de producción entran como costes o elementos participativos y constitutivos del valor de cambio de las mercancías fabricadas con ellos, sin mayores miramientos en cuanto a su valor de uso. Pero esta convención contable debe revisarse.

Así, cuando los medios de producción están representados por capital circulante o materias primas u objetos de trabajo, resulta lógico que su valor reaparezca contablemente en las mercancías obtenidas con su manufacturación y transformación, y esa lógica contable se apoya en que el valor de uso de tales objetos reaparece en la mercancía final, y lo hace hasta físicamente. Si el cuero vale, y a este se le añade valor trabajo, lógicamente el valor de la mercancía final contendrá el valor de la parte del cuero consumida más el coste salarial de la mano de obra involucrada; como esta mano de obra es subpagada con salarios, podemos adelantar que el valor de la mercancía contiene valor cuero, salarios y plusvalía.

Pero la contabilidad burguesa se extralimita con yerros en sus asientos cuando se trata de aquellos medios de producción representados por capital fijo, maquinarias, herramientas, medios de trabajo en general y afines. Estos medios se consumen por desgaste de su valor de uso a medida que participan en la metamorfosis o consumo de las materias primas; la contabilidad capitalista los deprecia en cada periodo económico, y esa merma de su valor de uso la contabiliza como merma o depreciación de su valor de cambio, y este suele cargarse al coste de la mercancía que se pondrá en venta.

Digamos que el capital representado en costes fijos de las mercancías fabriles cuyo valor de uso no se integra físicamente al valor de uso de la mercancía final termina cargado como parte del valor de cambio que deberá desembolsar el consumidor correspondiente. Este tipo de inversión de capital es una aberración que lleva siglos sin que nadie hasta ahora la haya cuestionado.

Porque, como sabemos, los instrumentos de trabajo son básicamente auxiliares interpuestos entre la naturaleza (objetos de trabajo) y la mano de obra. El trabajador los emplea para incrementar su productividad, y cuando vende su producción obtiene el valor de su trabajo más el coste del valor de cambio de la depreciación de esos instrumentos de trabajo y el valor de cambio de la materia prima consumida.

En el caso del fabricante capitalista, cuando él carga esa depreciación al precio de venta incurre en las siguientes imprecisiones: 1.- Sobreprecia el valor de sus mercancías ya que la mejora en la productividad del trabajador, lograda con esos auxiliare, sólo le permite un mayor empleo de materias primas, y en consecuencia un aumento de la plusvalía a la cual debería cargar dicha depreciación.

Como de partida en este sistema se niega la explotación, para el capitalista y sus economistas apologistas, por el contrario, la presencia contable en el precio de venta del valor de esa depreciación no sólo debe encarecer la mercancía, sino que permite atribuirse productividad en la ganancia que se obtendría en el mercado; 2.- Si lo hace para ajustar sus ganancias, su tasa de ganancia, lo hace bien, pero como recupera el valor de la depreciación, entonces es mentira que dicho capital deba participar como tal en el precio de venta, más allá de los libros. Si el fabricante opta por utilizar herramientas de oro, no por ello el consumidor debe reconocerle semejante coste, y cuando da un anzuelo al pescador a cambio de parte del excedente productivo que logre el pescador, tampoco tiene porqué cobrárselo a quienes le compren semejante excedente; y 3. – El fabricante debe limitarse a considerar que el coste por este concepto de capital constante y fijo va con cargo a la ganancia total, de tal manera que justifique la consideración marcada“2.” sobre un valor de uso y valor de cambio que no recibe para nada el comprador, para que con ello sea la plusvalía la que absorba dichas depreciaciones.

En consecuencia, nuestro capitalista ha estado durante siglos no sólo explotando asalariados, sino robando y estafando a los consumidores.