jueves, 15 de octubre de 2009

La Administración Pública debe Sincerar sus Nóminas Laborales
Manuel C. Martínez M.
15 oct. 09
Todos los gobiernos nacionales, estadales y municipales venezolanos, particularmente los “democráticos”, se acostumbraron inercialmente a no honrar oportunamente sus pasivos sociales, a entrar en mora sostenida y creciente por concepto de una que otra obligación debidamente contraída con los funcionarios públicos. Y lo han hecho no necesariamente por falta de recursos financieros, de ninguna manera, sino porque al gobierno central de ayer y hoy no les ha convenido ni jamás se han preocupado oportunamente por actualizar ni siquiera semestralmente esos pasivos que suelen crecer, crecer y crecer sin freno ni control social popular alguno.
Con el uso de semejante método administrativo no es difícil reconocer un sobreprecio contable que incrementa constante e irresponsablemente la Deuda Social original del Fisco Nacional. Con semejante método cunde el descontento popular, y por lo general la infidelidelidad y la impostura populares se hacen crónicas frente a todos los gobernantes que van sucediéndose al frente de semejantes procedimientos administrativos y fiscales.

Buena parte de la Deuda Pública Nacional (DP) responde a esa olímpica manera de operar: El nuevo gerente gubernamental sigue automáticamente la costumbre hallada en su personal y que fue propia de sus antecesores, se muestra ortodoxo, no introduce reforma alguna, pero la DP sigue creciendo y con ello la desidia popular nos ha llevado hasta convertirnos en verdaderos tartufos morales de cuanto gobierno aparece con cada nueva elección popular.

Es que los ciudadanos tampoco tienen razón alguna para mostrarse sinceros en la administración de sus votos políticos. Hoy se lo dan a Fulano y mañana al propio enemigo de este. Es su manera de pasarle factura a cuanto administrador público transita por Miraflores, quien deja todo como lo encontró, con lo cual el funcionario público termina sufriendo el castigo que debería aplicarse severamente a los irresponsables administradores que el país ha incorporado en y para el manejo de unas insinceras nóminas durante el último 1/2 siglo.

La insinceridad de las Nóminas Nacionales venezolanas se manifiesta de la siguiente manera:
1.- Oportunos y religiosos descuentos semanales y mensuales por concepto de Seguro Social, de Política Habitacional, de aportes a la Caja de Ahorros así como de todas las demás cuotas en favor de Sindicatos, gremios varios y de Seguros privados, y

2.- Tales descuentos no son enterados ni transferidos con la misma religiosidad ni automáticamente a los beneficiarios de tales descuentos. Por el contrario, esos descuentos obligatorios alivian los desembolsos semanales y quincenales de los organismos públicos correspondientes. Estos empiezan a disponer de ellos con lo cual se acumula pasivos contra el Fisco nacional, y este suele terminar volviendo a autorizar nuevas partidas presupuestarias para parcialmente pagarles a los funcionarios públicos afectados con esa mora, y lo hace sólo como corolario de fogosos debates y pugnas entre sindicalistas y políticos quienes generalmente terminan convirtiendo una irresponsabilidad administrativa gubernamental en conquistas de votos para ambas partes, ya que sindicalistas y gobernantes usan semejantes, deliberadas y acostumbradas moras como fructíferas banderas para sus promisiones electoreras.

Se trata, pues, de toda una consuetudinaria y enquistada estrategia aplicada por descarados pillos de la cosa pública, más que de honrados funcionarios. No pedimos disculpas por estos peyorativos porque consideramos que estamos simplemente reflejando la calidad moral de unos funcionarios públicos cuyos ascensos al poder nadie duda que han estado respondiendo más a intereses grupales partidistas que a la sana obligación constitucional a la que deben su razón de ser para semejantes y elevados caragos gubernamentales.