jueves, 19 de febrero de 2009

Moral y Conciencia Social

Moral y Conciencia Social

Manuel C. Martínez M.

17 feb. 09

Entre las costumbres colectivas inducidas en/desde las primeras sociedades civilizadas se halla la moral. Los griegos la identificaron como ética, una suerte de normativa individualista (de cada quien) tendente a la mejor convivencia entre los ciudadanos. Esta conducta iba adquiriéndose a punta de experiencias sociales. La moral como una suerte de “sentido común”.

Modernamente, la moral se convirtió en un mecanismo político a través del cual los gobernantes han pretendido aplacar aunque fallidamente las desviaciones sociales, la discolidad ciudadana y someter a los “indisciplinados” o perturbadores de la paz. Se maneja la consigna de que tales acciones están reñidas con la moral imperante, y por eso a todos esos desajustados se les trata de antivalores e inmorales.

Ahora bien, es un hecho que los asuntos colectivos, la filosofía popular, la normativa y el aparataje jurídico gubernamental siempre han corrido a cargo del grupo de poder, antes esclavista, luego feudal y actualmente burgués. Toda la educación formal e informal parte del modo de pensar y de la moral practicada por el grupo dominante.

En consecuencia, una mala moral practicarían los trabajadores disconformes y protestatarios, a juicio de lo patronos y de sus gerentes gubernamentales. Una mala moral la practicarían los gobiernos que molesten los intereses del grupo económico más importante. Una mala moral practicarían los grupos políticos que critiquen al gobierno de turno.

Se pretende que los periodistas tengan una moral complaciente con el gobierno, aunque sus patronos puedan despedirlos por desobedecerlos; que los médicos sean éticos y trabajen a favor de sus pacientes sin importar su mejora económica como trabajadores que son de alto costo de formación; que los comerciantes reduzcan sus apetitos comerciales sin tocar para nada los intereses de los altos industriales; que la policía no sea corrupta, pero que viva en los mismos barrios del lumpen hamponil; que los estudiantes guarden silencio ante la paupérrima calidad docente y bibliográfica, ante el pillaje de las inmunes autoridades rectorales universitarias, y ante la corrupción del alto burócrata de turno; que el jubilado tenga una alta moral y paciencia para aceptar mora tras mora el cobro de sus prestaciones y acreencias, mientras el gobierno se muestra dadivoso con vivianes disfrazados de empresarios, etc., etc.

Pero en cambio no se alude para nada el piso o plataforma donde descansa todo el aparataje económico y social de nuestras actividades como trabajadores y asalariados; no se toca para nada el reconocimiento de que vivimos en una sociedad partida por lo menos en dos clases sociales que por naturaleza propia resultan irreconciliables entre sí; que jamás un empresario se colocará debajo de la pelleja del asalariado ni del consumidor; que jamás gobierno burgués alguno se pondrá al lado de los trabajadores, pero sí al de la clase de mayor poder.

En consecuencia, debemos tener un sentido común para entender que los asalariados son el apoyo y fuente de riqueza de los patronos; para entender que los gobiernos los representan a ellos y no al trabajador; para entender que los impuestos todos recaen en los trabajadores y los empresarios son sólo perceptores de impuestos y ganancias extraídas del trabajo asalariado; para entender que sólo un Socialismo radical podría dar cuenta del estado burgués actual, y para entender que se trata de un objetivo “colectivo” y no antojadizo de parte de líder alguno ni de ningún grupo social aislado; para entender que ningún patrono por sí solo es culpable de sus atropellos, que la culpa es del empresariado, de la clase empresarial y burguesa.

Debemos asumir una “moral” derivada de nuestra propia Conciencia Social”. Sólo cuando tengamos conciencia social (no individual) podremos asumir determinada moral como ciudadanos aislados frente a los demás, pero antes debemos asumir una moral colectiva proletaria para enfrentarnos al enemigo burgués como clase social.

En fin, creemos y consideramos que hablar de morales y éticas es un indicador sociológico de marcada obsolescencia. Deberíamos hablar mejor de Conciencia Social.