martes, 18 de agosto de 2009

CAPITALISMO EXTERIOR

CAPITALISMO EXTERIOR
(Imperialismo)
Manuel C. Martínez M.
18 ago. 09

El sistema capitalista adolece de dos problemas irresolubles: 1.- Su imprescindible crecimiento, y 2.- Su crecimiento está prelimitado. Digamos que este sistema alberga su propia destrucción.

Los empresarios de un país cualquiera por su cuenta y guiados por una concepción individualista del mundo han hallado fructíferas vías en las guerras y en los convenios comerciales con los demás países para la solución del primer problema. Si bien es cierto que a corto y mediano plazos han podido crecer, este crecimiento les impulsa forzosamente a la celebración de nuevos convenios, nuevas guerras y nuevos apetitos para seguir creciendo.

No en balde las relaciones diplomáticas modernas han jugado un papel trascendental que las hace imprescindibles en tiempos de paz y más aún en los de guerra.

Repasemos brevemente las características básicas del desarrollo capitalista en un país atrapado en las poderosas garras de un sistema que mientras más éxito garantiza más problemas engendra.
Los teóricos y analistas científicos del Sistema Capitalista descubrieron que la relación de empleo capitalista necesita crecer para dar empleo a la riqueza adicional derivada de sus ganancias.
Cada bolívar ahorrado obtenido a punta de la compraventa de capital transformado en mercancías requiere ser invertido en la contrata de nuevos medios de producción y de más mano de obra. Esta puede ser la misma en términos absolutos y resultar más explotada intensivamente, mejorar en cantidad o intensa e intensivamente.

La satisfacción de esa necesidad de empleo del ahorro capitalista ha traído evidentes ventajas para el país inversor, y de allí su encanto por cuento a mayor empleo de trabajadores y de materias primas, de instrumentos y afines, mayor producción de bienes, todo lo cual supondría mejor confort y mayor estabilidad para todos sus ciudadanos.

Ocurre que si el ahorro de un año, por ejemplo, no es empleado entonces perdería sentido seguir contratando ni siquiera los volúmenes previos ya que estos necesariamente arrojarán más ahorros ociosos. El negocio se vendría abajo, la economía se constreñiría y el desempleo provocaría crisis de imprevisibles consecuencias. El desempleo del ahorro nuevo provocaría desempleo del ahorro anterior, y viceversa.
Ahora bien, es fácil dar empleo al nuevo ahorro dentro del mismo país y así podría arribarse el pleno empleo. Este sería el límite de crecimiento interior para cada país, más allá del cual se hace irrenunciable la conquista del Mercado Exterior. Nace así la figura del Imperialismo capitalista.
Como quiera que los empresarios actúan anárquicamente, cada uno por su lado, la guerra intestina o competencia destructiva resulta forzosa. Sin embargo, sea quien sea el empresario vencedor, al país como un todo le resulta indiferente habida cuenta de que todo quedaría en casa.
Es un hecho que el capitalismo no garantiza paz ni estabilidad a los habitantes de un país ni siquiera en condiciones de pleno empleo si no termina colocando sus ahorros excedentarios en el exterior. Por eso los trabajadores asalariados del país imperialista optan por callar. La viabilización y realización del imperialismo supone convenios comerciales pacíficos o la imposición política y militar con desagradables consecuencias.

Ahora empezamos a comprender la importancia del “imperialismo” como solución a la limitación del mercado interior. Desde luego, para los países receptores siempre resultará halagüeño y beneficioso la recepción del ahorro exterior, la contrata de inversiones extranjeras dirigidas a mejorar el empleo interno, con todo el desangramiento que esto supone, pero ni aún así la paz comercial podrá llegar porque logrado el pleno empleo en el país amigo y diplomatizado, los nuevos ahorros pedirán nuevos mercados en nuevos ´países, y así hasta colmar el planeta de países capitalistas.
Para este hipotético momento de pleno empleo mundial ya no habrá posibilidad de expansión, el inmenso ahorro generado por todo el planeta derivará en ahorro ocioso que detendrá la inversión anterior, vendría la recesión y el desempleo se generalizará. Esto sería como una “crisis imperialista total” con sus respectivas fases largoplacistas de prosperidad, crisis, recesión y reactivación. Esto nos dice que el segundo problema es irresoluble y que el sistema capitalista no es la solución para el mercado interior ni para el Mercado Exterior.