miércoles, 27 de mayo de 2009

FOOBALL TRUCO-RETRUCO DEPORTES

Fútbol, Truco y Retruco y otros Deportes en el Socialismo
(Pulcritud en los deportes como buen ejemplo ciudadano)
Manuel C. Martínez M.
25 may. 09
Pasemos revista por todos los juegos o deportes que hayamos practicado, o teóricamente conocido por diferentes medios. Observemos que en ellos priva la desconfianza en los movimientos y estrategias de nuestros rivales; estos por su parte suelen reflexionar y reaccionar ante nosotros de la misma manera.
La “Teoría de Juegos y Conducta Social” con inclusión de los computarizados y analógicos como vivencias cotidianas enseña que estos giran sólo alrededor del azar cuando los jugadores actúan sin trampas y el juego está libre de amaño ni apañamientos, es decir sin sesgos de ninguna naturaleza, a fin de que sea el albur lo que limpiamente dé cuenta del triunfador y perdedor correspondientes. Pero la mala e incierta conducta subyace permanentemente como premisa que debe tomarse en cuenta.
En la caza y pesca, asimilados a deportes de sano esparcimiento, vemos cómo el pescador sin rubor alguno engaña y ceba a inocentes pececillos con su malintencionada y mezquina carnada. Vemos cómo el cazador coloca furtivos artilugios en la ruta hacia el abrevadero más cercano o a su morada, y así atrapar sin piedad alguna a su posible y potencial presa.
A las aves en su encantador y alegre vuelo se las elimina a punta de perdigonazos o “floverazos” manipulados con una ventaja y una alevosía propias de sicarios. A los gallos de riña de los acaricia, alimenta y da salubridad para luego llevarlos al cadalso de la gallera donde son sometidos a sanguinarios y recíprocos picotazos y espuelazos de parte y parte hasta verlos morir desangrados, infartados o colapsados. Cada jugador de gallos debe vigilar de cerca las numerosas trampas que suelen imperar en semejantes riñas. Espuelas falsas, minidosis de drogas, etc. Otro tanto y más ocurren en la colorida, sanguinolenta y mal llamada “Fiesta” brava.
El fútbol da tantas demostraciones de mañas y malos ejemplos a tal punto de que dentro del propio escenario deportivo se instalan arbitrarios jueces listos para sancionar a los infractores del caso mediante tarjetas de variopinto colores, quienes son hasta “encerrados” fuera de la cancha o sacados del juego por uno o más encuentros y hasta temporadas de acuerdo a la infracción cometida. El connotado “béisbol” supone un derroche de escupitajos y palabras obscenas. Las variadas estrategias estereotipadas e improvisadas en los juegos de cartas, El “truco y retruco”, el “As y ley”; en el dominó y ajedrez, etc., son buenos ejemplos de deportes impregnados intensamente con pesadas dosis de interesantes artimañas que pudieran desdecir como buenos ejemplos para los deportistas en ciernes.
Sobre esas bases podemos empezar a desconfiar de todos los deportes mal vigilados y distanciados un trecho largo de los sanos principios que caracterizan a los famosos Juegos Olímpicos modernos, aunque estos disten mucho de sus homólogas y fundacionales Olimpíadas Griegas, de los cuales pensamos no que eran muy pulcras ni santas que digamos.
De resultas, si pensáramos socialistamente deberíamos repensar hasta qué punto y para qué nos fueron inculcadas todas esas posibles técnicas o trucos desde nuestras inocente infancia. Sólo así entenderíamos que detrás de cada jugada deportiva se deriva una gran desconfianza, que puede esconderse una engañifa ora de nosotros mismos, ora del contrario en juego tendenciosamente heredada tal vez de nuestros ancestros más primitivos e incivilizados, y que como mala conducta al fin deberíamos superarla para empezar a confiar en todo lo bueno que podemos albergar para todos y hasta para nosotros mismos.

viernes, 15 de mayo de 2009

DIALÉCTICA BELICOSA

Dialéctica Belicosa en La Unidad y Lucha de Contrarios(Reorientemos el Materialismo Dialéctico)
Manuel C. Martínez M.
15 may. 09
Desde los arranques mismos del Materialismo Histórico y Dialéctico, la moderna concepción comunista del mundo sembró la idea de lucha, de antagonismos, de contrariedades, de contradicciones y hasta de una irreconciliable enemistad, particularmente enfilada contra el modo burgués de producción y comercio, todo en búsqueda y consecución de su relevo.
Al respecto, observamos que poco explícita ha sido la Literatura socialista acerca de cuáles contrarios corresponderían al nuevo modo. El tipo de lucha más connotado hoy por hoy sigue siendo el de la lucha obrero-patronal, lucha entre ricos y pobres, l. entre capitalistas y proletarios, l. entre supuestos “izquierdistas” y “derechistas”, lucha entre gobernantes y súbditos, entre explotadores y explotados. En fin, algo así como una lid entre el “homo faber y el h. sapiens”, o entre pensar y hacer, como si se pudiera concebir una producción de bienes materiales al margen de la producción de “bienes” espirituales, como si fuera cuestión de prioridades o de posterioridades, en lugar de fundirlas a favor de una interesante, azarosa y ambivalente complementariedad de dos, tres y más partes involucradas.
El científico Federico Engels, por ejemplo, fue prolijo en concebir el movimiento de la materia como una lucha de contrarios, a tal punto de afirmar que todo cambio o movimiento supone la posibilidad de que, por ejemplo, en un espacio y momento dados, alguna cosa, objeto o ser se hallen y deshallen.
Esta concepción de beligerancia permanente, de “negaciones hasta de las negaciones”, ha sido tan convincente y mediáticamente tan bien vendida que hemos soslayado todas las evidencias conducentes a la paz social, y, por el contrario, hemos tendido a ver en nuestra sociedad un conglomerado de grupos sociales en permanente lucha muy ajenos a toda posibilidad estable e imprescindible para el logro de la necesaria paz social de la que tanto se parlamentea.
Reconozcamos que el iniciador de semejante intranquilidad social, primero atribuida al “reino” animal y que terminó siendo extensiva la especie humana, fue el científico mutacionista Charles Darwin, predecesor de Engels.
El filósofo idealista objetivo Georg Wilhelm Friedrich Hegel también manejó esta corriente de “natural” impacifismo social, y prácticamente convirtió el diálogo de los seres humanos en discusiones abiertamente parasocráticas y diferentes pero asimiladas a posiciones recíprocamente encontradas, en lugar de apreciarlas como simples, paralelas y concomitantes ideas de recíproca coadmisión para todos los coparlantes en juego, para todos los interlocutores, de tal manera que al fin se arribara a una idea de consenso. Ese visón socrático debemos reconsiderarla.
Por lo visto, hemos estado muy lejos de los brillantes aportes mozartianos, valga la digresión. Este superdotado compositor musical alemán desde hace más de 200 años vio en las óperas, de las que compuso varias, no un coro desafinado de discusiones contradictorias y simultáneas de voces, sino una rigurosa , alternada y concomitante armonía con feliz resultado sonoro.
Digamos que contradictoria y filosóficamente buscamos una paz social sobre las bases de una preconcepción intrínseca e ínsitamente conflictiva. Algo así como cuando buscamos algo que al mismo tiempo deseemos no encontrar, según proverbiales expresiones del común de la gente.
Hemos estado afirmando, sin reserva alguna, que nuestra mano izquierda es contraria a la m. derecha, que ir hacia adelante es caminar al revés de hacerlo hacia atrás, como si el cambio de dirección geográfica fuera realmente un retroceso y no un avance por caminos más sinuosos y posiblemente laberínticos sin que ello y para nada nos autorice a considerar que se trate de ir y venir, de salir o entrar, de subir o bajar, de comer y descomer.
Cuando decimos que vamos hacia la derecha sugerimos que vamos al contrario de la gente que lo haga hacia la izquierda, y nos hemos impedido de vernos como personas que simplemente caminamos siempre errática y unidireccionalmente, siempre hacia adelante, sin pasado, sin retrocesos, sin contradicciones, porque hasta los reveses debemos empezar a mirarlos como parte de la caminata, como elementos constitutivos de un fenómeno de mayor complejidad que otros que se nos presenten más linealmente, más por la ruta de las hipotenusas que por la rectangular angulosidad de los catetos.
Es un hecho heredado etológica y políticamente que para cada “polo” suponemos la coexistencia de un contrapolo, para cada fenómeno un contrafenómeno, para el ayer contraponemos el futuro; para el presente, el pasado y f., y para este, aquel mismo pasado. No hemos podido comprender la inexistencia del pasado ni la del futuro, que sólo existe un verdadero continuum presencial de nunca acabar. Algunos fisiólogos han llegado a afirmar que nuestras etapas evolutivas de niñez, adultez y vejez no son para nada escalones etarios de nosotros mismos, sino que, más bien, representan otras tantas niñez, adultez y vejez del hombre mismo a todo lo largo de su infinita y única presencia histórica.
Es que si en verdad respetáramos la dicotomía de la unidad de contrarios en permanente pugna, entonces deberíamos contraponer a este mundo otro mundo; ¡ah!, pero aquí caeríamos en la vieja concepción del “más allá” tan negada y siquitrillada por la concepción del materialismo y de su correspondiente dialéctica materialista del “más acá”.
Religiosamente se habla de paraísos e infiernos como contrarios de multitudinaria aceptación. Moralmente hablamos de honestidad y probidad. Estéticamente, de fealdad y belleza; biológicamente, de homos y heterosexuales, y contablemente lo hacemos con eso de ganancias y pérdidas. Todas estas categorías han estado incómodamente encajonadas en los más desagradables lechos procustianos.
Y con tanta fuerza de Ley se nos presentan las apreciaciones e inferencias humanas que aun dentro del idealismo se habla de objetivistas y subjetivistas, y dentro del materialismo, de objetivos y subjetivos, para finalmente concluir en que sólo hay dos caminos: uno dialéctica o belicosamente negado de partida por el otro camino, el idealista, y, el materialista, sujeto a la misma intolerancia, en rigurosa paridad de contrarios como si los hombres pudieran pensar fuera de la materia o concebir a esta sin modalidad idealista alguna.
Cuando el propio materialismo admite que sólo se trata de ideas reflejas del exterior a fin de monopolizar el pensamiento como una genuina y sofisticada expresión de la materia misma, absurdamente se cae en la negación de todo el edificio dicotómico previamente erigido como una unidad de contrarios, para de este modo simplemente desembocar en la frágil y transmutante armonía entre dos, tres o más partes que de manera interactuarte, a la izquierda, a la derecha, hacia arriba, hacia abajo, idealista o materialistamente, recoger todas las posibilidades dinámicas en juego. Una dinámica o movimiento que indistintamente se nos presenta en reposo o en agitadas convulsiones de nunca acabar, aunque sin contrariedades entre sí.
Sólo trataríase de un movimiento guiado por la postura dominante, por la idea A o por la B, o por la C o la Ch, pero, en conjunto, por ideas o materia, por cuerpo y espíritu, todo en paz y sin materialidad ni espiritualidad excluyentes excluyente.
Así pues, hemos estado manejando (o nos han estado manejando) una filosofía marcadamente barroca, sin solución de continuidad, carente de metas estables, pero buscadora y transitadora de unos caminos que no terminan por detenerse en ningún lugar que se halle tan siquiera hipotéticamente prefigurado, salvo las entelequias de marcado, desviado, y contradictorio tinte idealista o esotérico, o en un lugar saturado de una pintura no menos desviada y contradictoriamente terrenal.
Ha sido una concepción inductiva propia de la más arraigada y perjudicial contradicción para unos seres humanos siempre deseosos de convivencia, de arreglos mutuos, de colaboración laboral, y todo ello en estricta correspondencia con el innegable carácter gregario de la naturaleza humana.
A estos enemigos y contrarios se los identifica como partes transitorias de una Unidad en permanente cambio hacia nuevas unidades contentivas de nuevas dicotomías no menos contrapuestas. El contrarío vencedor se instalaría y generaría otro contrario sobre la base de una suerte de simetría filosófica y arbitrariamente introducida por los pensadores más destacados que se conozcan, no tanto por ellos mismos, sino por sus apologistas y traductores, por sus cohortes de bien aprovechados discípulos.
Allí, con ese método, no se observa cambios esenciales sino formales, salvo especulaciones e inferencia que por lógicas que nos luzcan no dejan de ser largos saltos en el vacío del “más adelante “. Se trataría del “otro mundo del más acá”, materialista, contrario y alterno al idealista mundo de los creyentes en la inmaterialidad del alma y en la desespiritualidad y animalidad de la materia.
Las generaciones modernas han seguido dicho método casi al pie de la letra sin poner en duda el acierto o desacierto presente en la concepción del fenómeno de los “cambios”, en los que suponemos una permanente beligerancia y no simples peldaños de pacífica concomitancia. El absurdo irreflexivo de este método filosófico ha sido tal que hasta en los competidores deportivos hemos visto contrarios en lugar de armoniosos equipos en búsqueda de tal o cual puntaje superior sin por ello unos sean perdedores y otros ganadores, sin que por lo tanto unos sean contrarios de otros. Porque la obtención de un mayor puntaje numéricos podría dar superioridad cuantitativa pero no cualitativa, y de allí que los jugadores sigan siendo tan vencedores como los ganadores, perdedores.
Las razonables dudas surgidas sobre la posible armonía de los “contrarios” ha sido zanjada mediante la modalidad de “contrarios antagónicos” y no antagónicos, pero contrarios al fin. Entonces se habla de contrariedad “pasiva”, o de contrariedad “activa” cuando aquella se trueca en antagónica. En los mercados se habla de competidores, y no de colaboradores, cosas así.
Por extensión, hemos visto en cada vecino un potencial enemigo, en cada país un potencial contario listo para atacarnos como si no hubiéramos superado en nada nuestra ancestral ascendencia antropológica prehumanoidea. Hemos llegado al absurdo de ver en los deberes y haberes contables una contrariedad numericomatemática como su los números sustrayentes no fueran tan positivos como los números disminuyentes, como si todos ellos no fueran números a secas. Por ejemplo: -2 no necesariamente es antónimo numérico de +2, ambos son números dentro del inagotable recorrido que va desde – ∞ hasta + ∞, con una diferencia específica cuantitativa no contradictoria e igual a 4. Semejantes diferencias se obtiene indistintamente entre: -2 – (-6); y obviamente entre: +6 – 2.
Desde luego, la Matemática ha tenido buena parte filosófica en esta beligerancia fenoménica, a tal punto de que decimos que la √4 tiene 2 raíces no menos contrarias, y esto ocurre porque hemos asimilado la relatividad de unos valores a una contrariedad sufrida por/y entre ellos.
Curiosamente, a la Matemática no se le evalúa ni se pone en duda su “cientificidad”. Se la concibe como infalible y toda posibilidad de yerro durante su praxis se le endilga a sus practicantes. Es que la Matemática, preconcebida como ciencia neutral, especialmente reservada para imprimir rigurosidad científica a las demás ciencias, también fue víctima de esta diatriba entre contrarios que jamás han existido como tales. A ella se le aísla y contrapone a las demás ciencias. Al punto de identificar contraproducente y paradójicamente la praxis con la teoría, pero cuando esto ocurre ya no puede seguirse sosteniendo la unión contrarios inexistentes como tales.
Planteamos la precaria necesidad de repensar la Dialéctica y empezar por llamarla Multiléctica. Dentro de esta nueva visión empezaríamos a entrever que el sistema de vida actual, dominado por la contrariedad representada por un burguesismo de empresarios y proletarios, no es lo máximo ni lo último, sino que simplemente es un estriberón que está antecediendo a otra nueva forma de vivir que más tarde o más temprano sobrevendrá sin que para su admisión tengamos que seguir viendo en ese “cambio” una lucha ni guerra entre los actuales conductores del proceso económico y cultural, y los de las nuevas formas de gerenciar la sociedad humana.
La concepción belicista del hombre luchador no ha pasado de ser el trasunto de primitivas prácticas rayanas en la animalidad y que darwinianamente las hemos trasladado mediante una suerte de biologismo antropológico dotada de una frágil carga de dudosa admisibilidad filosófica.
De resultas, y si a ver vamos, toda esa “revolucionaria” unida lucha entre estereotipados contarios no ha superado su condición de “crítica”, en lugar de arribar a una verdadera “revolución” entre los componentes del universo social, a fin de que simplemente unos dejen de trabajar para otros, y de que estos otros dejen de explotar a aquellos. Sin embargo, mientras todo lo sigamos reduciendo a la belicosa unión y lucha de contrarios jamás desaparecerían los rivales involucrados en semejante contienda.

sábado, 9 de mayo de 2009

Lista de ENTREGAS ANTERIORES PRAS. VERSIONES

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Esta lista hace referencia a publicaciones cuyos nombres aquí enumerados puede buscarse en Internet a través de algunos buscadores convencionales.
Seguimos procesando esta Lista. Algunos faltantes se irán incorporando paulatinamente.
Si desea algua entrega específica, puede soicitarla vía Email.

PRIMERA (Fondo Verde) SEGUNDA (F. Lila)
1Bolas Criollas :
73 ¿Por qué le pica a usted la nariz? :

008_06-12-KK2
EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LA DIETA ALIMENTARIA
Manuel C. Martínez M.

¿Sabía Ud. que ese delicioso mondongo, tan criollo como comer mamones sin lavarlos, tiene un origen esclavista?
El caso es que, mientras hubo esclavitud, como forma de vida y de producción, el esclavista hizo beneficiar su ganado vacuno y se reservó los mejores músculos (carnes) para su consumo personal. Es de inferirse que las vísceras, patas, rabo y demás tejidos involucrados eran las piezas que servían de alimentación a los esclavos, quienes supieron ingeniárselas, primero con sal común y luego con especias yerbales, para imprimirles la apetitosidad que hoy brindan al paladar de muchos comensales y comilones de lo más refinados.
Con el ganado porcino ocurrió otro tanto: de allí arranca el conocido <>, el <> y, muy especialmente, el crujiente y pingüedinoso chicharón que no es más que un vulgar cuero disecado por alta cocción.
Por supuesto, si a Usted lo alimentan con semejante dieta desde que lo destetan le habrán modelado el paladar, y su lengua quedará especializada para el gusto de aquellos platos.
Ahora bien, estas comidas confeccionadas con desechos no son menospreciables en sí mismas ya que, por ejemplo, el tejido vegetativo animal (musculatura lisa) posee las mismas cargas proteínicas contenida en la musculatura estriada (solomo, lomito, muchachos, lagarto de la reina, gallinita, etc.), y al fin y al cabo han dado vida a muchas generaciones a lo largo de la historia de la sociedad humana.
Sucede que, al igual que cualquier desperdicio productivo, son de bajo costo de producción y de bajo precio en consecuencia, frente a las demás mercancías alimentarias, por lo cual se avienen muy bien a los reducidos ingresos salariales de la población trabajadora, principalmente la llamada clase obrera.
Es aquí donde el trasfondo histórico de las condiciones económico-sociales aflora con gran diafanidad: Así como los esclavistas escatimaban los costos de manutención de sus trabajadores, así, los patronos burgueses hacen lo suyo propio, habida cuenta que a menor costo de vida, por causa de comidas baratonas (empanadas, perros calientes, teretere, aguardientes de tercera,...), menor exigencia salarial por parte de los trabajadores, y, con ello, mayor ganancia para los explotadores modernos quienes también, hoy por hoy, reservan para sí las mejores comidas y <> en general.

2 Piñatas alienantes :
02-- 917Año XyVIII 2l/mayo/l998 Manuel C. Martínez M.
SADELAS
Sociedad Amigos de la Salud
02_11_KK2
Las ALIENANTES y CRIOLLAS PUERILES PIÑATAS
Ud. fue uno de los primerísimos invitaditos de aquellas infantiles fiestas, y también a Ud. le tocó ser un anfitrioncito en las que le hicieron en uno que otro de sus cumpleañitos. Recordará que el encanto de dichas fiestas lo ponía la tradicional y católica PIÑATA, aquella que, luego de hacerse con pesadas ollas de arcilla -causantes de algunos casos de niños contusionados con los guijarros que aterrizaban en la cabezas de los bailadores-, fueron hechas de cartón, a partir de las cuales los variados tipos de piñatas comenzaron a ser moldeados zoomorfa y antropológicamente, y representativos de los animalitos más INDUCIDAMENTE queridos: ratoncitos, perritos, pollitos; pajaritos, muñecas y muñequitos.
Pues bien, con esas prácticas, promovidas y dirigidas por los papás y mamás, de lo más entusiastas, se ha venido prefabricando,. de la manera más irresponsable e inconsciente, una conducta sui géneris de adultos predispuestos o chapados para el maltrato de animales y de personas, ya que no se esperaría otra respuesta de unos adultos a quienes, como niños, se les enseñó a caerle a palos a sus coloridas piñatas.
Verdaderamente espeluznante resulta, p. ejem.: Una hermosa figura de rubia niña vestida antañonamente, que es realmente guindada por su cuello y sometida a torturantes templones de subida y bajada; es furiosamente apaleada repetidas veces por todos los niños invitados, y finalmente destripada con profuso derrame de sus acarameladas vísceras, mismas que salpican a los propios victimarios y protagonistas de tan macabro espectáculo (sólo para adultos).
Por supuesto, que esos niños son instantáneamente inocentes, pero en su adultez, muy probablemente se verán impulsados a responder con los estereotipos subliminalmente incubados, como ese de la muerte por apaleamiento aplicado a los muñecos usados en esas alienantes y pueriles fiestas venezolanas. Si a esto se suma ( hoy, dentro de la V república venezolana) el empleo de piñatas alusivas a la cabeza de determinados personajes de la vida pública, la subliminalidad morbosa estaría traduciéndose en futuros sicarios para la Política Contemporánea por venir.

76 Las cumplibles profecías de Nostra Damus

77:
SADELAS
Ondas simétricas y concéntricas
(La función decide la estética)

En lenguaje dialéctico, habríamos escrito: La materia deriva en pensamientos.
Tales tres condiciones (armonía, correspondencia y simetría), casi pares entre sí, son observables a menudo en muchos y variadísimos fenómenos cotidianos, y muy especialmente en utensilios, muebles e inmuebles que nos son tan familiares
Cuando arrojamos una piedra en un estanque de aguas en reposo solemos observar la formación de ondas simétricas y concéntricas que aparecen alrededor del sitio donde dicha piedra haya caído. Vale la pena precisar si esas ondas responden a la forma geométrica original del objeto lanzado: si se trata de un cubo, pensamos que deberían formarse cuadrados paralelos, y si se trata de una forma triangular, de esta deberían ser también las ondas en cuestión.
. Así tenemos las aspilleras o atalayas propias de los fortines y torres medievales. En estos espacios solía colocarse las fogosas armas de guerra, de tal manera que los soldados podían disparar y estar escudados al mismo tiempo. El caso es que esa configuración que tan simétricamente observamos con sus ventanas alternadas, justo en los bordes de los capiteles, fueron hechos necesaria y funcionalmente onduladatorios, y han terminado encantándonos con su arquitectónica belleza.
Tenemos así a los encantadores y bellos músculos femorales, particularmente los suaves, curvilíneos y delineados muslos femeninos. Si estos órganos de locomoción adoptaran otra configuración geométrica que no fuera la cónica regular, sino, digamos por caso, la cilíndrica, entonces, de locomotrices, tales extremidades pasarían a ser frenos para la caminata. Si no, pregúntenselo a quienes sufren de obesidad exagerada o a los pacientes de podálisis connatural.
Cuando vemos un piano de cola, no podemos menos que darnos cuenta de su forzosa triangularidad. Esta le viene impuesta por la funcional disposición de sus cuerdas, desde la más gruesa y larga hasta la más corta y delgada, que garantizan armoniosa, correspondiente y simétricamente la tonalidad in crescendo que se desenvuelve de graves a agudos.
Cuando los citadinos y <> usamos las hamacas o chinchorros para acostarnos y dormir, apreciamos que se trata de unas redes donde sólo podemos estar cómodos cuando adecuemos nuestras prendas de vestir a las ya obsoletas vestimentas de los primitivos indígenas que pioneramente las diseñaron. Efectivamente, resulta incomotísimo tener que estar desenrollándonos la camisa o reacomodarnos los pantalones o pijamas al menor de los movimientos que armonicen nuestra anatomía a la cóncava y elíptica forma que las caracteriza. Los guajiros, por ejemplo, con sus guayucos, tipo <>, se desenvuelven divinamente allí, en su antiquísimas y prístinas camas, por muchísimos que sean sus movimientos se subir y bajar.
Cuando arrojamos una piedra en un estanque de aguas en reposo solemos observar la formación de ondas simétricas y concéntricas que se forman alrededor del sitio donde dicha piedra haya caído. Vale la pena precisar si esas ondas responden a la forma geométrica original del objeto lanzado: si se trata de un cubo, pensamos que deberían formarse cuadrados paralelos, y si se trata de una forma triangular, de esta deberían ser también las ondas en cuestión.
La formación de arena y arenillas en las playas es bien conocida. Inferimos que tal formación arenosa responde al juego de fuerzas de impulsión y repulsión de las olas marinas y de las corrientes fluviales. En razón del volumen de los cuerpos rocosos arrastrados, estos son lanzados por el agua misma fuera del cauce del río a su paso , y estos cuerpos irán cayendo unos más lejos, y otros más cerca desde donde serían devueltos por el agua que gravitacionalmente regresa al cauce, y tiende a recuperarlos , aunque ya no volverán a su sitio de partida porque la fuerza de retorno es menor que la del impulso que los va colocando en las riberas del río, o la fuerza regresiva de las olas marinas va devolviendo hacia el mar aquellas piedrecillas que cedan a su impulso y en función de su peso y correspondiente volumen, de tal manera que los cuerpos menores logran ser menos afectos de la fuerza de retorno y van estancándose en las orillas de las playas correspondientes. Un proceso de decantación da cuenta de la sedimentación de las piedras menores que a su vez entraban la caída de las que les siguen en tamaño menor hasta dimensiones casi microscópicas.
Tales son una muestra, a manera de avance, de cómo la funcionalidad precede la belleza, cómo los medios se adecuan a los fines y de cómo nuestro poder creativo debe ajustarse a los medios disponibles para la hechura de las obras que emprendamos.
Manuel C. Martínez M.
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79 La moda transetaria

SADELAS
Las modas transetarias
Hubo una época durante la cual las modas de ambos géneros aparecían razonablemente diferenciadas para niños, gente joven, adultos medios y para los hoy llamados terceretarios, pero que yo llamaría <>. Ni qué decir que para entonces no existía la moda <> o <>.
Ocurrió que, en su indetenible conversión de todos los productos en mercancías, y de todos los habitantes en sus usuarios consuetudinarios, el sistema económico mundialista e industrial no se paró en hueso. Ha sido así cómo la tradicional moda de los niños, por ejemplo, ha ido poco a poco siendo clonada con la ropa de sus padres. Vemos así niños enfluxados, y niñitas engalanadas con prendas de vestir que ya envidiarían sus mamás para asistir a tremenda discoteca.
Digamos que en cuanto a los niños, los modistas muy psicológicamente asesorados han caído en la cuenta que lo que a las madres les cae bien, así caerá para sus hijos. También la vestimenta de los terceretarios ha ido reemplazándose por unas ropas que de ninguna manera se avienen a los años cumplidos.
De esa manera, nos encontramos con unos industriales del vestido que han reducido su clientela al exclusivo modelaje de la gente de edad intermedia entre niños y mayores, porque sencillamente la moda tradicionalmente más cambiante es la propia de gente joven o de término medio, la que responde ante el mercado de las pasarelas con su seda y su rayón, con toda su carga de veleidades y frivolidades propias de su romanticismo en ciernes e inestabilidad emocional. En Europa visten así a sus excedentes de avanzada edad, y a América, a sus hiperabundantes chamos.
Esos trastrocamientos en la manera de vestir y calzar se fincan en el deseo intrínseco que todo persona <> alberga en su corazón: Sentirse ante su espejo eternamente joven aunque sea gracias al ropaje que le hace suspirar por volver a los años mozos, y detenerse en ellos, y para que de esa manera la carga de rasgos de adulto mayor supuestamente le pasen inadvertidos a los curiosos ojos de sus coetáneos, y de quienes también han tomado prestada para sí una moda que a todas luces resulta extemporánea y transetaria.
Manuel C. Martínez M.
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4 Dialéctica de los montes:
Sociedad amigos de la salud
4_28_08-2000
DIALÉCTICA de los MONTES
No, en los montes no todo es "monte y culebra". Los montes de allá y de acá presentan una particularidad que los hace sui géneris: resulta que es un medio rural por excelencia, con vericuetos por allí y por aquí, y que no ha dejado de ser el mismo agreste , primitivo y natural escenario de hombres y animales. Porque mientras los regímenes habitacionales citadinos se caracterizan por un desenfrenado tabicaje, expresión del individualismo exacerbado, los montes carecen de paredes, de cortinas y demás divisiones culturales. Sin embargo la dialéctica o contradicción lógica de los montes nos viene dada por el recurso que tienen de permitirle a uno ocultarse de los intrusos, evadir miradas imprudentes y llevar una vida bastante privada en medio hasta de la carencia de hábitats individuales. Por el contrario, la ciudad sólo oculta a quien se halla dentro de su casa particular o de determinado hospedante. Nadie en las ciudades puede satisfacer ninguna necesidad de aguas mayores o menores sin temor del siempre ojo avizor de los imprudentes. En los montes no: allí cualquier montecito o gamelotal puede servir de habilitado urinario o defecario. Para escenas y momentos románticos,¡ ni se diga!. Los m. tienen el encanto de la privacidad en medio del cielo abierto. Por esto decimos que los m. se nos muestran contradictoriamente dialécticos. Carecen de divisiones particulares y poseen, al mismo tiempo, un amplio menú de reservados al aire libre. Les RECUERDO a mis LECTORES el CORREO de la PÁGINA PRINCIPAL supra para la solicitud de la producción sadelasiana cumplida hasta ahora. Son un millar aprox. Próxima entrega: El ORIGEN HISTÓRICO de la DIETA ALIMENTARIA.
mailto:marmac@cantv.net?subject=Retroalimentación
index.html
Segundo_paquete_de_sadelas_publicadas.htm
Tercer_paquete_de_sadelas_publicadas.htm
80 Luces y moral
5 83 Así se configura el fascismo en Venezuela
6 Petróleo y mano de obra petroleros
84 Los camellos de Malba Tahan
SADELAS
Los hombres que calculamos
Como bachilleres que fuimos, tenemos que recordar el famoso problema del reparto de la herencia de 35 (X) camellos, a razón de: 1/2X; 1/3X, y 1/9X, según instrucciones testamentarias que el de cujus dejó para sus tres hijos.
Los calculistas que se han ocupado en la solución de dicho problema, hasta donde yo sé, se han limitado a exponernos la que empíricamente elaboró <>, y pensamos que éste lo hizo con la pedagógica esperanza de que los estudiantes le dieran la explicación algebraica correspondiente.
Bien, Sadelas ofrece a sus lectores la única solución matemática que resuelve el aparente enigma de cómo Beremiz Samir se hizo partícipe de la herencia en cuestión, sin mermar en nada las alícuotas de los herederos, y hasta terminó asignándoles un poco más de lo que testamentaria y matemáticamente debían recibir.
Esta es la solución:
(1/2 + 1/3 + 1/9) X = [(4,5 + 3,0 + 1,0)/9] X = (8,5/9) X < x =" 35,">
85 Solución para las paradojas de Zenón
SADELAS
Solución para las paradojas de Zenón
También las incógnitas irresolutas a la fecha nos enferman espiritualmente. Sadelas se propone resolver ahorita una de las más antiguas aporías (paradojas). Quizás la más divulgada es la referente al veloz y mitológico Aquiles y la lenta tortuga. Se le atribuye a Zenón, quien, como filósofo de la escuela eleática, intentó convalidar la imposibilidad del movimiento, o, por lo menos, es la intención que le atribuyen sus biógrafos.
Las versiones que nos han legado algunos matemáticos y filósofos la exponen como sigue:
Dada una distancia, Aquiles no alcanzaría jamás a la lenta tortuga, si le ha dado una ventaja de partida. Efectivamente: Aquiles debería cubrir primero la mitad del recorrido de dicha ventaja, momento para el cual la tortuga habría avanzado un nuevo segmento. De seguidas, A. cubriría la nueva mitad de la diferencia espacial remanente y la tortuga haría lo suyo por su lado. Estos movimientos simultáneos de ambos competidores terminan haciendo matemáticamente imposible la cobertura total de la ventaja que A. permitió a la t. En consecuencia, el movimiento entre ambos corredores quedaría anulado. El propósito de la paradoja se habría alcanzado: el movimiento quedaría en entredicho.
Solución:
Es un hecho irrebatible que todo movimiento contiene por lo menos dos variables: un móvil y un espacio concretamente recorrible. Cuando en las versiones traductoras de esa aporía se introduce a un Aquiles que cada vez recorre segmentos más cortos por unidad de tiempo, ciertamente se está respetando su velocidad, pero minimizando la distancia recorrible, y, consecuencialmente, aquietándolo o desacelererándolo. Es decir: Aquiles no alcanzará jamás a la tortuga en tanto y cuanto sea el propio A. quien tienda, según el razonamiento dado, a inmovilizarse.
El planteamiento zenoniano, además, adolece de la siguiente contradicción: Si Aquiles necesita cubrir primero y periódicamente parte de la ventaja y no la totalidad de sus longitud, tal comportamiento en la carrera debe ser extensivo a su competidora. De esta manera, la tortuga jamás podría alcanzar meta alguna, como tampoco lo haría el raudo Aquiles. Se trata de unos planteamientos erróneos de partida, que por supuesto no desmeritan al filósofo eleático, pero sí y en mucho a quienes han pretendido descalificarlo mediante contraejemplos viciados y no menos faltos de coherencia interior.
Pongamos un ejemplo con datos porcentuales. Si Aquiles da una ventaja inicial, y en su primer intento, con una velocidad constante recorre el 1% de esa ventaja, le quedará por recorrer el otro 99% incrementado en la porción avanzada por la tortuga, obviamente inferior al segmento ya cubierto por su perseguidor. En un segundo momento, A. recorrerá el 1% de una distancia menor, y cada vez, sobre una menor, lo que significa que matemáticamente terminaría, aun conservando su velocidad característica, con un espacio de recorrido casi nulo, habida cuenta que se trataría del 1% de una distancia que se va acortando cada vez más, a tal punto que podría limitarse al tamaño de sus pies. Esto supone obviamente la más absoluta quietud e inalcanzabilidad que tendría para Aquiles la lenta tortuga.
La tortuga, por su parte, como ningún caminante ni corredor, jamás agotará ninguna caminata. Es que los cuerpos se mueven necesariamente en el estricto marco de sus dimensiones naturales: Mal podemos concebir la trayectoria física de un ser humano adulto con precisiones centimetradas, porque los pies son una medida natural de locomoción a la cual los fraccionamientos le son contratranaturales. Nadie en su sano juicio puede hablar de, digamos: dos pulgadas y media de alcance para una caminata cualquiera de un atleta cuyos pies miden en promedio 30 cm. Inclusive, la pequeña tortuga no podrá avanzar a través de longitudes inferiores al tamaño medio de sus paticas. Se trata de medidas discretas e infraccionables.
Lo que hemos dicho de los pies, lo decimos del tamaño de cualquier unidad de medida que diseñemos. Con esta sólo podremos apreciar múltiplos de la misma y no las pequeñeces y submedidas que matemáticamente se introduzcan. Con esto pretendemos solucionar también la <>.
Yendo más lejos: La ingente velocidad de la luz supone la más absoluta quietud en tanto y cuanto no halle espacio suficiente donde pueda desenvolverse. Los Agujeros Negros, que introdujo el cosmólogo británico Stephen W. Hawking, son gravitacionalmente tan pesados que ni los fotones escapan a su magnetismo, y de allí su negrura exterior. En ellos la luz es tan lenta como una tortuga en reposo.
¡Claro!, con los artificiosos números, con esa Matemática abstracta y uniformadora de dimensiones variopintas, todo se puede, pero sólo allí, en el marco de las especulaciones.
De resultas, cualquier asomo de movimiento es imposible de demostrar cuando de partida lo estemos negando. Y, así, en general, sólo se comprueba la existencia de un fenómeno físico cuando desde su inicio se experimente con el mismo, vale decir: La existencia de lo inexistente es inexistente per se.
Manuel C. Martínez M.
85_02_02-KK3
8 El carácter histórico de la dieta alimentaria :
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EL CARÁCTER HISTÓRICO DE LA DIETA ALIMENTARIA
Manuel C. Martínez M.
¿Sabía Ud. que ese delicioso mondongo, tan criollo como comer mamones sin lavarlos, tiene un origen esclavista?
El caso es que, mientras hubo esclavitud, como forma de vida y de producción, el esclavista hizo beneficiar su ganado vacuno y se reservó los mejores músculos (carnes) para su consumo personal. Es de inferirse que las vísceras, patas, rabo y demás tejidos involucrados eran las piezas que servían de alimentación a los esclavos, quienes supieron ingeniárselas, primero con sal común y luego con especias yerbales, para imprimirles la apetitosidad que hoy brindan al paladar de muchos comensales y comilones de lo más refinados
Con el ganado porcino ocurrió otro tanto: de allí arranca el conocido <>, el <> y, muy especialmente, el crujiente y pingüedinoso chicharón que no es más que un vulgar cuero disecado por alta cocción.
Por supuesto, si a Usted lo alimentan con semejante dieta desde que lo destetan le habrán modelado el paladar, y su lengua quedará especializada para el gusto de aquellos platos.
Ahora bien, estas comidas confeccionadas con desechos no son menospreciables en sí mismas ya que, por ejemplo, el tejido vegetativo animal (musculatura lisa) posee las mismas cargas proteínicas contenida en la musculatura estriada (solomo, lomito, muchachos, lagarto de la reina, gallinita, etc.), y al fin y al cabo han dado vida a muchas generaciones a lo largo de la historia de la sociedad humana.
Sucede que, al igual que cualquier desperdicio productivo, son de bajo costo de producción y de bajo precio en consecuencia, frente a las demás mercancías alimentarias, por lo cual se avienen muy bien a los reducidos ingresos salariales de la población trabajadora, principalmente la llamada clase obrera.
Es aquí donde el trasfondo histórico de las condiciones económico-sociales aflora con gran diafanidad: Así como los esclavistas escatimaban los costos de manutención de sus trabajadores, así, los patronos burgueses hacen lo suyo propio, habida cuenta que a menor costo de vida, por causa de comidas baratonas (empanadas, perros calientes, teretere, aguardientes de tercera,...), menor exigencia salarial por parte de los trabajadores, y, con ello, mayor ganancia para los explotadores modernos quienes también, hoy por hoy, reservan para sí las mejores comidas y <> en general.
86 Divergente moral y encontradas luces:
86_11_02_KK3 Manuel C. Martínez M.
SADELAS
Sociedad Amigos de la Salud
DIVERGENTE MORAL y ENCONTRADAS LUCES
11 feb. KK3

Cada cultura, y con ella las luces irradiadas sobre la población que la cultiva, termina produciendo y multiplicando inmorales con muchas luces, y analfabetos de elevada moral. Esta contradicción social se explica por la división clasista que en todas las saciedades conocidas hasta ahora han practicado los agentes de mayor poder de convencimiento pedagógico. No puede haber una moral común para una población con tan distintos recursos económicos, con tan diferentes fuentes informativas, ni con tan distintos dioses a quienes alabar y rogar. Concordantemente, no se concibe un patrón común de enseñanza para un universo demográfico que saca de los centros de estudio a los más, y llena sus pupitres con los menos.

Harto conocida por productiva es la estrategia de los grupos de poder, según la cual, por medio de la enseñanza sistematizada, la publicidad comercial y hasta aparentemente no lucrativa, así como a través de la cultura popular trasmitida de persona a persona, van perfilando un ciudadano medio que, mientras más se instruye sistemática y tendenciosamente, menos libre es de las amenazas ideológicas que le son bombardeadas desde su cuna misma. Y viceversa. Esta fea realidad nos plantea una urgente revisión de hasta qué punto y de qué calidad debe ser la enseñanza popular, así como de sus límites distributivos.

Pareciera, pues, que aquella estrategia ha sido mal entendida por parte de sus diseñadores y practicantes, habida cuenta que, contradictoria y paradójicamente, para ellos, a mayor marginalidad, menos control ideológico. Efectivamente: practicar viejos ritos religiosos, manejar un vocabulario anacrónico y desintelectualizado tienen la ventaja de impermeabilizar la piel y mente de aquellos ciudadanos a quienes, a pesar de hallarse oprimidos económicamente (y por la misma razón) se van dotando de una mayor autonomía de pensamiento y sindéresis. Sólo de quienes hayan sido rígidamente disciplinados es expedita una obediencia incondicional para el halago y seguimiento de quienes los opriman en la empresa, a pesar de que les den un mejor trato social en la academia y centros culturales afines.

¿Será, acaso, más demagógico repartir mejor la riqueza y dar una común educación a todos los ciudadanos para que, in sólidum, respondan subyacentemente a quienes controlan los hilos del poder? ¿hasta qué punto podrán seguir sosteniendo los opresores sociales una doble moral, un doble discurso y una doble enseñanza, en una sociedad que cada vez se hace más resistente a las viejas lecciones educativas que tanto entusiasmaron a los analfabetos de otrora?

Porque hasta ahora los intelectuales y alfabetizados en general han estado demostrando ser la porción más reaccionaria frente a los brotes revolucionarios que las mayorías, menos ilustradas y menos académicas del planeta, con sus mayores dosis de independencia ideológica están emprendiendo. Para ello, han ido descubriendo que detrás de cada libro burgués, de cada centro cultural, de cada cuadrilátero televisivo y de cada docente se halla un potencial de veneno ideológico que sólo ha buscado la conservación del desigual estado social que (?) afortunadamente ha impedido, paradójicamente, que esa masa de marginales haya caído en las sutiles redes del aburguesamiento estúpido y complaciente.

De resultas: cada clase con su divergente moral, y cada una de ellas con sus distintas luces, mientras ser culto signifique cuadrarse para convalidar el sistema, y ser marginado, depurarse preventivamente del veneno ideológico de unas luces que cuando han llegado inexplicablemente más nos han oscurecido el camino a la libertad y la justicia.

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QUINTA LISTA de PUBLICACIONES PREVIAS

NUESTRA PORTADA
9 Petróleo y salarios 87 Curiosidades de la Física
10 Los clones del universo 88 La gravedad esculpe la vida
11 Más sobre Ph.D. 89 Curiosidades 2
12 La engañifla del deporte rental 90 El subplusvalor en Carlos Marx

13 La politización de la delincuencia
14 El origen histórico de la palanca social

TERCERA
15 Dialéctica de la gobernabilidad 91 Popularidades de la Física
16 Rosenblat, el populista 92 El subplusvalor en Carlos Marx
17 La enumeración fotoalfanumérica 93 Tiempos bíblicos en tiempos modernos 18Incompetencia de la Economía Política 94 Solución paradojas de Zenón

19
20 Milagros y estadísticas 95 Trascendencia Idiomática del populacho

21 Escritura graficada 96 Cómo y dónde excretaba el Rey
22
23 97 las bolas terapéuticas chinas
24 Dios, El solitario

25
26
27 El blue jean ennoblece al pauperismo 98 Literalidad y numeralidad matemáticas
28 Campaña antibáquica y anticubana
29
30
31 Sociedad civil y clasista 99 Los modernos amos de las aguas
32 La gráfica parlanchina 100 Fiesta brava
33 Los glúteos ampulosos 101 Dinámica del color
34
35
36
37 El carácter histórico de la indigencia indígena 102 Las finas huellas del ser querido
38
39 La relatividad de la libido 103 La gratuidad de la música clásica
40 El acervo técnico de la pobrería 104 Desmisteriemos los exámenes
41
42 Holística del ser humano 105 El dólar regulado como necesidad macropopular
43 Perfil del político descamburado 106 La Corte Suprema de Justicia no es democrática 44
45
46 Dependientes profesiones colegiadas 107 Fusión y confusión en el poder judicial de CRBV
47
48 Decisión absolutoria del Tribunal Supremo de Justicia 108 Regla de oro de la Economía burguesa
49 Referendos consultivos y revocatorios 109 Toreros y coleadores
50
51
52 Aberraciones de nuestro Derecho burgués 110 Deuda Pública y Anatocismo

CUARTA
53 Escabinatos y demás ilusiones 111 Inferencia de Pitágoras
54 Los mil ojos del pintor 112 Los callos de la humildad
55
56
57 USA, La obesa 113 El huecote de la pobreza
58 Los verdaderos desempleados 114 Dialéctica del burócrata incapaz
59 La Historia: Histórica también 115 Nuevos sindicatos para nuevos salarios
60 El clonaje antiidiotas 116 Ajuste y recálculo salarial
61 ¿Dónde están nuestros abogados? 117 El ALCA : desventajas comparativas del Comercio Exterior
62
63 La tecnología mendaz 118 La Estadística mendaz
64
65 Escritora de pinturas 119 Paradojas de la productividad
66
67
68 La inminente ruina de la oligarquía criolla 120 La indivisibilidad del valor trabajo
69
70
71 La Deuda Externa
72 El problema de la Transformación: Una tesis marxiana
QUINTA
121 La ausencia absoluta en el Art. 72 122 La farsa del patrimonio de la humanidad
123 Engañiflas de la Economía 124 Newton: Descubridor del mundo visible
125 La privatización del salario 126 Dialéctica de la acumulación
127 Cómo se destruye un proyecto de desarrollo económico 128 Motivos para celebrar, reír y vivir en paz
129 Impropiedades varias 130 Piscinas: Primitivas e insalubres
131 Paradoja de la continuidad 132 Desviaciones del doce

133 Los constructores del pasado 134 El trasfondo patriótico
135 Imprecisiones de la Economía crematística 136 El inmenso hueco de la pobreza 2
137 La lengua inglesa: Empíricamente mercantil 138 Paradoja de la curvilinealidad
139 Carta a un dialoguista amigo 140 La escolaridad promiscua
SEXTA
141 Deuda y amortización ecológicas 142 El vehículo paravoideo
143 Suerte y probabilidades 144 Humillados y admirados
145 La Política: Refugio de incapaces 146 El vacío como ineterpenetrabilidad material
147 Los costes de la ganancia 148 La comunicación virtual
149 Situación estanflacionraria 150 Imperativos gramaticales
SÉPTIMA
151 Virtualidad del tiempo 152 Mi libre jardín y pajarera
153 El desencanto de la Matemática 154 Cayenas rojas sobre mármol gris
155 Las buenas yerbas malas 156 El subacento
157 Los cogollos marchitos 158 Por qué se sacude el perro
159 Lienzos y marcos 160 El Cubismo en Peter P. Rubens
161 Viejos abusos mediáticos 162 Las paralelas de Lobachevsky
163 La tecnología mendaz 2 164 Dialéctica del caos, u orden azaroso y desorden tendencioso
165 Caos tendencioso y orden azaroso 166 Entreguismo lingüístico del DRAE (diccionario de uso)
167 Paradoja de la circunferencia
Su opinión es importante-CORREO de Lectores
PRINCIPIO

jueves, 7 de mayo de 2009

Antidialéctica de la Acumulación Capitalista

Antidialéctica de la Propiedad Privada Capitalista
Manuel C. Martínez M.
07 may. 09

Cuando Marx se aleja de Hegel, de quien fue excelente discípulo, seguidor y admirador, lo hace por haber logrado ver la otra cara de la Dialéctica Hegeliana (DH). De esa manera el mundo pudo verse cabeza para arriba, y no lo contrario, según la propia metáfora que Marx y Engels introdujeron. Fue así cómo apareció la primera cosmovisión científica materialista, y comenzó el derrumbe de la Filosofía Idealista que todavía agoniza en este mundo. Quien haya leído la “Ideología Alemana” estará familiarizado con este escabroso tema.
A la luz de su gran descubrimiento, el perfeccionamiento que le aplicó Marx a la DH hoy se nos presenta con una sencillez de perogrullo. Para aquel entonces fue la innovación más trascendente que la Filosofía de todos los tiempos pudo recibir. Se trata de la metamorfosis del conocimiento mismo y del de todos los fenómenos conocidos por el hombre y de los que siempre estarán en la infinita cola para ser descubiertos.
Holísticamente hablando, la Dialéctica es una de la leyes de la Naturaleza de mayor absolutez posible. La introducción de la Relatividad einsteiniana” pudo magnificarse mediáticamente porque sencillamente dejaba colar muy subrepticiamente, al mismo tiempo, un programado derrumbe de esta precipua e inconmovible ley natural.
Si hablamos coloquialmente, estamos refiriéndonos a la infinita sucesión de los cambios cuantitativos en c. cualitativos, y viceversa. La mejor y mayor divulgación de esta ley corrió a cargo de Vladimir Ilyich Lenin, y fue bien acogida y más popularizada aun por Mao Zedong
Los dígitos de la serie natural de números enteros, por ejemplo, es un palmario ejemplo de esta Ley: Así, aumentada sucesivamente la cuantía que cada número representan, su paso monodigital de 1 a 9 recoge los primeros cambios cuantitativos a secas. Al llegar al 9, la serie cambia de rostro: entonces se inicia la subserie de dos dígitos con lo cual y de paso se inaugura el algoritmo “cero” de obvia y conocida importancia matemática. Con el número 10 aparece pues el primer cambio cualitativo de la serie. Este primer cambio cualitativo experimenta luego un nuevo cambio cuantitativo que se agota al llegar a 19, momento para el cual aparece el segundo cambio cualitativo con el número 20, y así sucesiva e infinitamente posible e inacotable. Los números racionales no escapan a esta ley.
Sin embargo, bien miradas las cosas, esta ley dialéctica (LD) pareciera sufrir una fisura cuando la aplicamos al fenómeno de la Acumulación Capitalista. Recordemos que Marx le fijó como límite del crecimiento del capital (para la relación patrono-asalariado) el desgaste en la tasa de ganancia media (tgm). Esta limitación o finitud de la relación capitalista sería un efecto a largo plazo causado por la tendenciosa baja en tmg. Esta baja sobrevendría por las limitaciones propias del rendimiento técnico de los medios de producción, bajo condiciones de explotación salarial, cuyo empleo va acarreando grandes y costosos volúmenes de inventarios paradójicamente invendibles en mercados que no pueden crecer al ritmo del crecimiento de aquellos medios de producción. Estos encarecen sin cesar por causa de sofisticados progresos tecnocientíficos aplicados para la consecución de mayores volúmenes de mercancías en el menor tiempo posible y con menores costes unitarios medios..
Digamos que teórica o hipotéticamente la acumulación cuantitativa del capital físico y la relación capitalista deberían sufrir cambios cualitativos, según la LD, cambios que vienen siendo frenados subjetivamente por los grandes y modernos burgueses de las trasnacionales. Las guerras programadas en los laboratorios industriales y financieros, las plagas virales y afines germinadas en las empresas de la farmacopea burguesa, etc., dan cuenta de la creación inducida de mercados que buscan una salida al estancamiento de los mercados convencionales. Por su parte, la relación capitalista sólo se robustece con cada conato crítico de derrumbe social.
De esa manera, el Capitalismo estaría escapándose del cumplimiento de la Dialéctica, la estaría violando, y efectivamente así lo viene haciendo exitosamente desde hace muchas décadas, pero de todas maneras dicha ley conservará su inviolabilidad, en consecuencia debemos hallar una explicación al fenómeno en cuestión.
Desde acá, pensamos que la propiedad privada sigue siendo el núcleo dominante en toda relación laboral de explotación independientemente de que esta suponga riquezas en pocas o muchas manos. Observemos que en el sistema capitalista la riqueza acumulada por los empresarios sólo ha experimentado hasta ahora necesarios y objetivos cambios cuantitativos que aparentemente tenderían al infinito si no cayéramos en la cuenta de que no menos necesariamente esa acumulación debería recibir un cambio cualitativo más tarde o más temprano. La pregunta que nos hacemos es: ¿Cuándo y cómo ocurrirá su primer cambio cualitativo?
Como respuesta, empezamos a preguntarnos si realmente todo podría reducirse a la puesta en práctica de una REDISTRIBUCIÓN del ingente cúmulo mundial de la riqueza generada por dentro del escenario de dicha propiedad privada. Esta redistribución estaría muy lejos de suponer la eliminación, ni mucho menos, reducir cualquier conato de “revolución” social a las consabidas e infructuosas nacionalizaciones o confiscaciones de los principales medios de producción realizadas por unos gobernantes que siguen sin dar demostraciones de saber qué hacer ni cómo aplicar eficazmente semejante e inmenso potencial económico tan sorprendentemente acumulado bajo el régimen capitalista. Dejamos al margen las toneladas de sangre derramada provenientes de las venas de los ingentes contingentes de asalariados que permitieron y crearon semejante riqueza.
La sociedad burguesa y sus alta y mediana burguesías tienen ese pasivo con los trabajadores del mundo, en los libros de la Contabilidad Social. Pensamos que la cuestión obreril podría reducirse al paso de la factura correspondiente, pero, ojo, esto no significa que la cobranza de esta acreencia suponga la eliminación misma de la propiedad privada. Tal resultado, negado de partida, sólo supondría destrucción de todo el progreso alcanzado hasta ahora gracias al indetenible desarrollo de las Fuerzas Productivas (FP) que, como inferimos, sólo han experimentado cambios cuantitativos.
El Primer cambio cualitativo de las FP sería ponerle límite cuantitativo a la acumulación capitalista sin esperar que la tgm se encargue inercialmente del asunto. El Estado burgués podría comenzar con la fijación de un tope cuantitativo para la riqueza en manos particulares, más allá del cual cualquier excedente debería pasar limpiamente a los trabajadores involucrados últimamente en el desbordamiento de dicho tope.
Los perceptores de esta riqueza excedentaria podrían perfectamente seguir alimentando la relación social capitalista, y cada uno de los nuevos patronos quedaría sometidos a la misma limitación. Estaríamos en presencia, pues, de una novísima distribución de la riqueza. Esta empezaría a respetar la ley dialéctica de los cambios cuantitativos crecientes para que estos sufran c. cualitativos que posteriormente se traducirían en nuevos cambios cuantitativos expresados de esa manera en un creciente número de explotadores, de patronos y de burgueses. Digamos que la propiedad privada, lejos de desaparecer quedaría robustecida por causa de un cambio cualitativo en su tenencia, en su distribución social.
Convirtamos, pues, a un mayor número de asalariados en un mayor número de explotadores, y sujetemos todos estos a la condición sine qua non de no seguir acumulando riqueza sin tope alguno. Permitamos que periódicamente los propios trabajadores experimentes cambios sociales de trabajador a explotador, sin el actual albur que engañosamente permite que sólo muy pocos trabajadores y desde las condiciones actuales puedan salir de la pobreza, mientras los patronos del mundo sigan acumulando indefinidamente sus desbordadas riquezas de explotación.
¿Qué tal si Privatizamos el Poder Judicial?
Manuel C. Martínez M.
06 may. 09

Sólo es un secreto a voces la pésima e irreparable calidad del Poder Judicial venezolano, cuyos servicios dejan mucho qué desear en los distintos campos: penal, civil, mercantil y “bancofinanciero”. Dilaciones, y petulancia burocrática, inoperancia oportuna, defraudaciones sentenciales, despilfarros procedimentales, anacronías jurídicas, obsolescencia organizacional, etc., todo eso configura un cuadro improductivo para unos servicios tan valiosos e imprescindibles en cualquier sociedad civilizada, pero que cobran mayor relevancia en la sociedad capitalista cuya estructura familiar es privada y querellante por excelencia.
Esa deficiente e ineficaz calidad judicial, notoria por demás, ha servido para que con sobrada razón algunos venezolanos hayan buscado causas y causitas, y sugerido fórmulas y formulitas en búsqueda del saneamiento y mejora en los servicios del caso que nos ocupa.
Jueces, fiscales, legos escabinos, jurisconsultos, docentes, abogados, todos ellos representan una heterogénea masa de trabajadores en pugna por imponer, personal y privadamente, cada uno sus propios alegatos e inferencias, razón esta por lo que no han aplicado la cooperación interlaboral como método para agilizar los procesos judiciales ni resolverle querellas ni casaciones a los afectados de cada día.
La legislación venezolana se ha ido saturando de leyes y leyecitas, de una legislación hipercasuística donde la mayoría de sus leyes terminan durmiendo el sueño de los justos por su inaplicabilidad, su empolvamiemto o ignorancia dentro de los propios tribunales, y donde las necesidades del burócrata judicial en nada difiere del mercachifle cuyos inciertos ingresos lo mantiene diariamente en constante y estresante expectación.
Sábese que por naturaleza propia los servicios jurídicos nacionales del llamado Estado de Derecho siempre han sido públicos o al servicio, ni tan indistintamente, de tirios y troyanos, de negros y blancos, de honrados y deshonestos, de alfabetos y analfabetos, de pobres y ricos, de patronos y asalariados, de prestamistas y prestatarios, de comerciantes y consumidores, de mayores y menores, de mujeres y hombres, de heter y homosexuales, de grandes damas y grandes prostitutas, y de delincuentes y probos.
Esta indiferencia teórica y constitucional ya deja mucho qué desear en un país donde el lucro particular y los problemas familiares de esos negros, de esos blancos, de esos banqueros, de esos prestatarios, de esos asalariados, de esos capitalistas, de esos consumidores, de esos comerciantes, y de esos analfabetos y alfabetos, guía la mente y los pasos de una ciudadanía nacida, alimentada y educada en un atomizado mundo individualista y robustecidamente burgués por todas sus aristas y dimensiones.
Los hombres preocupados por la mala marcha del Poder Judicial han hablado de obsoletos métodos procedimentales, de carencia de espacio físico, de mala remuneración de la burocracia judicial, de malos hábitos del venezolano y de otra larga lista de posibles y hasta concomitantes causas de semejante anacronismo, desorganización y baja productividad del poder institucional que más peso cultural ejerce en cualquier sociedad del mundo de ayer y de hoy, inclusive más allá de los aportes culturales derivados del multisistema educativo nacional, estadal y municipal.
Pensamos que este Poder Judicial bien podría ser objeto de privatización de tal manera que su gerencia y directivos judiciales vean en cada caso ventilado en sus oficinas una fuente de lucro y correspondientemente vean también y en paralelo, una causa de quiebra capitalista en caso de que no sepan prestar buenos y oportunos servicios, ni garantizarle la razón legal a un demandante, ni sugerir el justo castigo a quien negro, blanco, rico, pobre, empresario o asalariado, haya cometido algún ilícito, delito, o violación o incumplimiento de obligaciones varias.
Esta privatización del Poder Judicial no tiene nada de extraño ni inédito, habida cuenta que actualmente la mayoría de los defensores y demandantes de la querella nacional es ejercida privadamente por abogados debidamente acreditados en su libre y arbitrario ejercicio profesional.
El libre ejercicio de la abogacía es en sí mismo un anticipo y buen ejemplo de privatización judicial. Entonces, ¿por qué no se privatiza también y definitivamente la fiscalización de los deberes y obligaciones de los burócratas de los poderes legislativo y ejecutivo? La legislación venezolana, actualmente y a la inversa, hace del poder Ejecutivo y del Poder legislativo un doble suprapoder que constitucionalmente subyuga y regula el ejercicio burocrático del poder Público Judicial. Los magistrados son preseleccionados por esos poderes, y el Presidente está facultado para casar a voluntad suya cualquier decisión que cualquier tribunal haya tomado con justificada razón.
¿Por qué no se privatiza la atención y defensa del agraviado, del secuestrado, de las víctimas del hampa común y burocrática?, cosas así.
Así como muchos servicios privados han sido nacionalizados, también algunos servicios que tradicional y contractualmente han sido nacionalizados pudieran ser perfectamente privatizados, ya que mal puede seguir el Poder Judicial en unas manos burocráticas y de difusa responsabilidad de quienes por lo general y tendenciosamente terminan convirtiendo la Justicia en coto privado.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Privaticemos el Poder Judicial

¿Qué tal si Privatizamos el Poder Judicial?
Manuel C. Martínez M.
06 may. 09


Sólo es un secreto a voces la pésima e irreparable calidad del Poder Judicial venezolano, cuyos servicios dejan mucho qué desear en los distintos campos: penal, civil, mercantil y “bancofinanciero”. Dilaciones, y petulancia burocrática, inoperancia oportuna, defraudaciones sentenciales, despilfarros procedimentales, anacronías jurídicas, obsolescencia organizacional, etc., todo eso configura un cuadro improductivo para unos servicios tan valiosos e imprescindibles en cualquier sociedad civilizada, pero que cobran mayor relevancia en la sociedad capitalista cuya estructura familiar es privada y querellante por excelencia.
Esa deficiente e ineficaz calidad judicial, notoria por demás, ha servido para que con sobrada razón algunos venezolanos hayan buscado causas y causitas, y sugerido fórmulas y formulitas en búsqueda del saneamiento y mejora en los servicios del caso que nos ocupa.
Jueces, fiscales, legos escabinos, jurisconsultos, docentes, abogados, todos ellos representan una heterogénea masa de trabajadores en pugna por imponer, personal y privadamente, cada uno sus propios alegatos e inferencias, razón esta por lo que no han aplicado la cooperación interlaboral como método para agilizar los procesos judiciales ni resolverle querellas ni casaciones a los afectados de cada día.
La legislación venezolana se ha ido saturando de leyes y leyecitas, de una legislación hípercasuística donde la mayoría de sus leyes terminan durmiendo el sueño de los justos por su inaplicabilidad, su empolvamiemto o ignorancia dentro de los propios tribunales, y donde las necesidades del burócrata judicial en nada difiere del mercachifle cuyos inciertos ingresos lo mantiene diariamente en constante y estresante expectación.
Sábese que por naturaleza propia los servicios jurídicos nacionales del llamado Estado de Derecho siempre han sido públicos o al servicio, ni tan indistintamente, de tirios y troyanos, de negros y blancos, de honrados y deshonestos, de alfabetos y analfabetos, de pobres y ricos, de patronos y asalariados, de prestamistas y prestatarios, de comerciantes y consumidores, de mayores y menores, de mujeres y hombres, de heter y homosexuales, de grandes damas y grandes prostitutas, y de delincuentes y probos.
Esta indiferencia teórica y constitucional ya deja mucho qué desear en un país donde el lucro particular y los problemas familiares de esos negros, de esos blancos, de esos banqueros, de esos prestatarios, de esos asalariados, de esos capitalistas, de esos consumidores, de esos comerciantes, y de esos analfabetos y alfabetos, guía la mente y los pasos de una ciudadanía nacida, alimentada y educada en un atomizado mundo individualista y robustecidamente burgués por todas sus aristas y dimensiones.
Los hombres preocupados por la mala marcha del Poder Judicial han hablado de obsoletos métodos procedimentales, de carencia de espacio físico, de mala remuneración de la burocracia judicial, de malos hábitos del venezolano y de otra larga lista de posibles y hasta concomitantes causas de semejante anacronismo, desorganización y baja productividad del poder institucional que más peso cultural ejerce en cualquier sociedad del mundo de ayer y de hoy, inclusive más allá de los aportes culturales derivados del multisistema educativo nacional, estadal y municipal.
Pensamos que este Poder Judicial bien podría ser objeto de privatización de tal manera que su gerencia y directivos judiciales vean en cada caso ventilado en sus oficinas una fuente de lucro y correspondientemente vean también y en paralelo, una causa de quiebra capitalista en caso de que no sepan prestar buenos y oportunos servicios, ni garantizarle la razón legal a un demandante, ni sugerir el justo castigo a quien negro, blanco, rico, pobre, empresario o asalariado, haya cometido algún ilícito, delito, o violación o incumplimiento de obligaciones varias.
Esta privatización del Poder Judicial no tiene nada de extraño ni inédito, habida cuenta que actualmente la mayoría de los defensores y demandantes de la querella nacional es ejercida privadamente por abogados debidamente acreditados en su libre y arbitrario ejercicio profesional.
El libre ejercicio de la abogacía es en sí mismo un anticipo y buen ejemplo de privatización judicial. Entonces, ¿por qué no se privatiza también y definitivamente la fiscalización de los deberes y obligaciones de los burócratas de los poderes legislativo y ejecutivo? La legislación venezolana, actualmente y a la inversa, hace del poder Ejecutivo y del Poder legislativo un doble suprapoder que constitucionalmente subyuga y regula el ejercicio burocrático del poder Público Judicial. Los magistrados son preseleccionados por esos poderes, y el Presidente está facultado para casar a voluntad suya cualquier decisión que cualquier tribunal haya tomado con justificada razón.
¿Por qué no se privatiza la atención y defensa del agraviado, del secuestrado, de las víctimas del hampa común y burocrática?, cosas así.
Así como muchos servicios privados han sido nacionalizados, también algunos servicios que tradicional y contractualmente han sido nacionalizados pudieran ser perfectamente privatizados, ya que mal puede seguir el Poder Judicial en unas manos burocráticas y de difusa responsabilidad de quienes por lo general y tendenciosamente terminan convirtiendo la Justicia en coto privado.

Privaticemos el Poder Judicial

¿Qué tal si Privatizamos el Poder Judicial?
Manuel C. Martínez M.
06 may. 09
Sólo es un secreto a voces la pésima e irreparable calidad del Poder Judicial venezolano, cuyos servicios dejan mucho qué desear en los distintos campos: penal, civil, mercantil y “bancofinanciero”. Dilaciones, y petulancia burocrática, inoperancia oportuna, defraudaciones sentenciales, despilfarros procedimentales, anacronías jurídicas, obsolescencia organizacional, etc., todo eso configura un cuadro improductivo para unos servicios tan valiosos e imprescindibles en cualquier sociedad civilizada, pero que cobran mayor relevancia en la sociedad capitalista cuya estructura familiar es privada y querellante por excelencia.
Esa deficiente e ineficaz calidad judicial, notoria por demás, ha servido para que con sobrada razón algunos venezolanos hayan buscado causas y causitas, y sugerido fórmulas y formulitas en búsqueda del saneamiento y mejora en los servicios del caso que nos ocupa.
Jueces, fiscales, legos escabinos, jurisconsultos, docentes, abogados, todos ellos representan una heterogénea masa de trabajadores en pugna por imponer, personal y privadamente, cada uno sus propios alegatos e inferencias, razón esta por lo que no han aplicado la cooperación interlaboral como método para agilizar los procesos judiciales ni resolverle querellas ni casaciones a los afectados de cada día.
La legislación venezolana se ha ido saturando de leyes y leyecitas, de una legislación hípercasuística donde la mayoría de sus leyes terminan durmiendo el sueño de los justos por su inaplicabilidad, su empolvamiemto o ignorancia dentro de los propios tribunales, y donde las necesidades del burócrata judicial en nada difiere del mercachifle cuyos inciertos ingresos lo mantiene diariamente en constante y estresante expectación.
Sábese que por naturaleza propia los servicios jurídicos nacionales del llamado Estado de Derecho siempre han sido públicos o al servicio, ni tan indistintamente, de tirios y troyanos, de negros y blancos, de honrados y deshonestos, de alfabetos y analfabetos, de pobres y ricos, de patronos y asalariados, de prestamistas y prestatarios, de comerciantes y consumidores, de mayores y menores, de mujeres y hombres, de heter y homosexuales, de grandes damas y grandes prostitutas, y de delincuentes y probos.
Esta indiferencia teórica y constitucional ya deja mucho qué desear en un país donde el lucro particular y los problemas familiares de esos negros, de esos blancos, de esos banqueros, de esos prestatarios, de esos asalariados, de esos capitalistas, de esos consumidores, de esos comerciantes, y de esos analfabetos y alfabetos, guía la mente y los pasos de una ciudadanía nacida, alimentada y educada en un atomizado mundo individualista y robustecidamente burgués por todas sus aristas y dimensiones.
Los hombres preocupados por la mala marcha del Poder Judicial han hablado de obsoletos métodos procedimentales, de carencia de espacio físico, de mala remuneración de la burocracia judicial, de malos hábitos del venezolano y de otra larga lista de posibles y hasta concomitantes causas de semejante anacronismo, desorganización y baja productividad del poder institucional que más peso cultural ejerce en cualquier sociedad del mundo de ayer y de hoy, inclusive más allá de los aportes culturales derivados del multisistema educativo nacional, estadal y municipal.
Pensamos que este Poder Judicial bien podría ser objeto de privatización de tal manera que su gerencia y directivos judiciales vean en cada caso ventilado en sus oficinas una fuente de lucro y correspondientemente vean también y en paralelo, una causa de quiebra capitalista en caso de que no sepan prestar buenos y oportunos servicios, ni garantizarle la razón legal a un demandante, ni sugerir el justo castigo a quien negro, blanco, rico, pobre, empresario o asalariado, haya cometido algún ilícito, delito, o violación o incumplimiento de obligaciones varias.
Esta privatización del Poder Judicial no tiene nada de extraño ni inédito, habida cuenta de que actualmente la mayoría de los defensores y demandantes de la querella nacional es ejercida privadamente por abogados debidamente acreditados en su libre y arbitrario ejercicio profesional.
El libre ejercicio de la abogacía es en sí mismo un anticipo y buen ejemplo de privatización judicial. Entonces, ¿por qué no se privatiza también y definitivamente la fiscalización de los deberes y obligaciones de los burócratas de los poderes legislativo y ejecutivo? La legislación venezolana, actualmente y a la inversa, hace del poder Ejecutivo y del Poder legislativo un doble suprapoder que constitucionalmente subyuga y regula el ejercicio burocrático del poder Público Judicial. Los magistrados son preseleccionados por esos poderes, y el Presidente está facultado para casar a voluntad suya cualquier decisión que cualquier tribunal haya tomado con justificada razón.
¿Por qué no se privatiza la atención y defensa del agraviado, del secuestrado, de las víctimas del hampa común y burocrática?, cosas así.
Así como muchos servicios privados han sido nacionalizados, también algunos servicios que tradicional y contractualmente han sido nacionalizados pudieran ser perfectamente privatizados, ya que mal puede seguir el Poder Judicial en unas manos burocráticas y de difusa responsabilidad de quienes por lo general y tendenciosamente terminan convirtiendo la Justicia en coto privado.