sábado, 14 de abril de 2012

Ganancias Burguesas o  La Maquinización es la Urna del Capitalismo, y el Proletariado, su Sepulturero
La errónea conseja de Adam Smith y Algunos trucos burgueses de la cesta básica 
Manuel C. Martínez M.

11/04/2012 22:14:27


Científicamente, la maquinización industrial

privada nunca ha sido rentable

y de allí las frecuentes crisis.

El capitalista busca aumentar sus ganancias

a punta de sacrificar la mano de obra que es

su verdadera fuente. Revoluciones Industriales,

I y II, tales son la gran contradicción

del sistema burgués que ahora nos

permitimos reconocer como

un espejismo paracientífico (I).


 

Comercio, producción, banca, juegos de envite y azar, deportes, actividades todas ellas asociadas a las ganancias, al punto de que el mundo burgués se mueve alrededor de ellas sin tenerse todavía una clara visión coadmitida por todos sobre su origen ni razón de ser, y así seguirá ocurriendo mientras el modo capitalista de explotación dé paso otra forma de vida. Sólo cuando nuestra vida exterior ofrezca datos objetivos, sólo cuando los proletarios del mundo uniformen sus criterios respecto a la burguesía, sólo entonces los propios burgueses y la parte del proletariado confundido hasta, todavía rezagados y desactualizados terminarán convenciéndose de que las "premoniciones" del genio de Tréveris siempre han sido, más bien, inferencias objetivas de una realidad burguesa que científicamente pudo percibir el crítico que más tiempo de su vida le dedicó al estudio y critica del Sistema capitalista.


En el Libro III, El Capital, de Carlos Marx, se maneja en términos porcentuales la composición orgánica del capital invertido-relación entre medios de producción y mano de obra- a los efectos de comparaciones generales de los capitales invertidos en las distintas empresas. Eso se hace sobre la base de centros de producción de mercancías donde se conjugan técnicamente los factores de la producción que se hallaban separados fuera de la fábrica. El capitalista los compra, reúne en sus galpones y oficinas, se inicia el proceso de trabajo técnico, y al final se valora la producción en términos dinerarios a fin de darle uniformidad práctica a los capitales que entren y salgan de las fábricas.


Cuadro extraído de la obra citada:


Cuadro 1

C = c + v = Capital y Valor Mercancía Inicial

C’ = c + v + pl = Valor Mercancía Producida; para c = capital constante en medios de producción; v = c. variable en mano de obra, y pl = plusvalía o capital como ganancia en potencia.


Cuadro de los mismos datos en valores numéricos porcentuales presentados con fines comparativos:


Cuadro 2

80c + 20v = 100C. Esta sería la fórmula contable que recoge la relación del artesano con medios propios de producción.

80c + 20v + 20 pl = 120C’


En la segunda ecuación suponemos una tasa de pl = 100%, lo que significa una jornada partida en 2 subjornadas iguales. Una correspondiente al tiempo de trabajo necesario para que el trabajador devuelva en valor trabajo el monto del valor del salario impuesto(II) por el patrono o testaferro del capitalista, e = v. Otra subj. correspondiente al trabajo excedentario durante el cual el asalariado trabaja de balde y crea más valor para su contratista.


Como quiera que la mano de obra (v) queda usada cuando ella trasforma directamente los medios de producción, dividiremos la jornada diaria dos movimientos productivos: 1.- El relacionado con el tiempo de trabajo necesario para crear un valor equivalente a v y como suma de ½ v + ½ c consumidos durante media jornada. Y 2.- El relacionado con el tiempo de trabajo excedentario (III), necesario también, para crear el equivalente a la plusvalía con un valor equivalente a la suma de ½ v + ½ c consumidos (IV). Tales movimientos productivos los recogemos en el cuadro siguiente:


Cuadro 3


(40c + 10v) + (40c + 10v) = 100C. Capital Comercial Inicial o capital indistintamente de que el trabajador o artesano realice algún plusproducto o no lo haga.


(40c + 10v + 10pl) + (40c + 10v + 10pl) = 120C’ = 60c.v.pl + 60c.v.pl. capital Final en Mercancías, como una mezcla de trabajo vivo vendido y cobrado con trabajo vendido y no pagado y con trabajo muerto de maquinarias y demás medios de producción.


El segundo término de la segunda ecuación del Cuadro 3 es fiel reflejo contable del ocultamiento del plusvalor en las oficinas del capitalista, habida cuenta de que el valor total de las mercancías producidas (120C’) aparece como el costo reflejado en la primera ecuación (Capital Inicial) más la ganancia potencial que ofrecería el mercado.


"Cuanto más se desarrolla un país, por ejemplo Estados Unidos, sobre la base de la gran industria, más rapidez presenta el desarrollo de ese proceso de destrucción. Por consiguiente, la producción capitalista sólo desarrolla la técnica y la combinación del proceso social al mismo tiempo que agota las dos fuentes de las cuales brota toda riqueza: La tierra y el trabajador." (Carlos Marx, El Capital, Libro I, C. ap. XV). Esa destrucción descansa en la contradicción señalada en el epígrafe de esta entrega: Mal puede un sistema ser rentable si la mano de obra es contante y significativamente desempleada y remplazada por trabajo estéril mecanizado y los bosques, montañas y recursos naturales son desertizados, agotados y usados desmedidamente en el menor tiempo posible.

Desde luego los Economistas y empresarios que niegan el trabajo como fuente de ganancia, tienen razón en no ver ni entender el problema, pero en ese aspecto incurren en otra contradicción por cuanto la pelea escenificada en los mercados en pos de una igualación de la tasa de ganancia a favor de los capitalistas hiperdesarrollados a punta de maquinización, y con cargo a los capitalistas que mayor emplean mano de obra con mínimo capital mecánico.

El monto del salario guarda relación cuantitativa con la cesta básica y esta se mide por los precios del mercado a partir de la desunionista paga de acuerdo con la capacidad específica e individual de cada trabajador, de esto ya hemos escrito. Pero, pero como en los hechos el patrono impone cualquier salario sujeto al mínimo que de un tiempo para acá lo señala el Estado, es lógico que las mercancías de esa cesta básica suelan ser minimizadas en cantidad y calidad. Ocurre que, por ejemplo, la leche, el pan, el azúcar, aceite de comer y afines, ya están predefinidos por la propia literatura económica y médico y fisicoquímica como bienes nutricionales de primera necesidad y como tales entran como mercancía convencionales de la cesta básica. Así las cosas, para esa pequeña muestra, la burguesía fabril y comercial se cuida de mantener precios sobreelevados, artificialmente elevados, de tal monto y manera que con 4 o 5 bienes de tercera y a precios meramente nominales el salario mínimo, presentaría un poder adquisitivo absoluto más elevado que el real, y con este artilugio burgués, el trabajador es igualmente estafado con un salario mínimo que se empleará en la compra de bienes doblemente levados en sus precios. No hay duda de que si los precios pudieran ser bajitos, bajito sería el salario mínimo, o con igual salario mínimo se podría comprar una mayor volumen de bienes.

Ese tiempo excedentario no se refiere a un segundo tiempo cronológicamente entendido, como tan equivocadamente lo consideró el Economista clásico Nassau Senior, operador docente de Oxford y precursor de los "especuladores" liberalistas y marginalistas que por este medio ya hemos evaluado. Se trata de una porción de tiempo de trabajo impago que transforma determina valor de medios de producción. Son relaciones técnicas, sólo que una es pagada y otra no, lo que le da carácter económico o extratécnico a la relación laboral burgo-proletaria.

Este apologista Senior les aduló tanto los capitalistas de marras que tuvo la ocurrencia de imponer en sus clases de esa "connotada Universidad" que la ganancia la obtenían los empresarios al final de la jornada (en su última hora), razón por la cual cualquier reducción de aquella traduciría la ruina de aquellos.

Operamos con ½ jornada porque estamos suponiendo una plusvalía =100%.


 

 

martes, 10 de abril de 2012

CAPITALISMO COMUNISTA Segunda parte

El Capitalismo Comunista.
Segunda parte

La importancia del Salario Mínimo, y el Sindicalismo capitalista


Manuel C. Martínez M.

08/04/2012 6:33:35


A los asalariados, primero se les asigna

su remuneración, según estándares sacados del mercado a fuerza de costumbres. Luego se les mide su trabajo marginal que servirá de base y tabulador para los precios de venta en ese mismo mercado. Esto ha permitido que los salarios de una misma empresa expresen una improductiva discriminación dentro de sus plantillas, con salarios que se mueven desde groseras remuneraciones hasta los miserables salarios mínimos.


 

De entrada, reconózcase que si no fuera por los "salarios mínimos" anualmente decretados por el Estado, para muchos empresarios
, aquellos podrían reducirse a pan y cebollas. La experiencia sufrida por los primeros proletarios europeos de la incipiente industrialización capitalista e inglesa así lo confirma. (Véase Carlos Marx, El Capital, Libro 1, Caps. XXV y siguientes-Cartago).


Por supuesto, los "salarios mínimos" también son usados por los empresarios inescrupulosos-de pequeño capital y con muchas ganas de riqueza fácil y rápida-para arreglar a los nuevos asalariados sólo con ese mínimo desembolso, a pesar de que algunos merezcan otro mayor.


Desde hace tiempo, la burguesía aprendió que le resultaba más rentable pagar un poco más a los trabajadores, mantenerlos "contentos" en su condición de trabajadores sociales
, y como tales atribuyéndole su pobreza a los malos gobiernos, o a la compañía Z o a la doble Z: Ese mayor desembolso en capital variable ha estado condicionado a mantenerlos separados estructuralmente, como trabajadores asalariados, unos menos pagados que otros. Así mantuvieron los señores y señoras, los señoritos y señoritas, a "su" servidumbre durante sus buenos 1.000 años, años vividos en olor de santidad como supercristianísimos y medioevales: las "amas de llave" y los mayordomos terminaron creyendo que no eran trabajadores, sino sus contratistas


Digresión: Aunque la división como estrategia bélica para vencer se le atribuye a los políticos, esto podría responder a que no ha terminado por entenderse que primero es la Economía y luego el Estado. O sea, se trata de una estrategia primariamente clasista; la aplicaron con éxito los esclavistas con verdugos y capataces no menos esclavistas; igual hicieron los señores y señoras feudales con encopetadas amas de llave y abotonados mayordomos y lacayos que humillaban a sus compañeros y compañeras de trabajo servil, y por, supuesto los capitalistas.


ES que la mayoría de los teóricos o apologistas burgueses, de los consejeros famosos y gobernantes exitosos, no han pasado de ser simples agentes bien pagados del Poder Económico de turno. Se les usa para mantener a raya al proletariado, pero los capitalistas en sus fábricas se han encargado directamente, por conseja de Economistas vulgares, de dividir al proletariado, según venimos explicándolo en las primeras entregas sobre este tema del Capitalismo Comunista.


El método más eficaz que han logrado los capitalistas para mantener esa división proletaria ha sido los sindicatos, con inclusión de los llamados sindicatos de "izquierda", como si izquierdas y derechas no fueran categorías acuñadas por la misma burguesía de la "ultra revolucionaria" y rancia Francia, con sus traidores de todos los tiempos, falsos sindicalistas encargados de apaciguar los ánimos cuando los trabajadores se calientan mucho ante los diarios abusos patronales; se encargan de operar a favor de los gobernantes de turno, cuadrados estos con la propia burguesía nacional e internacional.


Los ejemplos vividos en la Venezuela de comienzos de esta centuria-con golpes de Estado de variopintos matices-con ayuda de sindicatos politizados, suerte de ex trabajadores o t. parasitarios que terminan irremediablemente aburguesados. Estos agentes de la burguesía, quienes fungen de representantes de los trabajadores-es una etiqueta, y hasta allí-, con muy raras excepciones, son parte de las plantillas empresariales que unen o, más bien, atan a los trabajadores sólo en la superficie, mientras en la base permanezcan ya subyazcan máximamente desunidos en razón de los discriminantes salarios. De esta manera, por fuertes que fueren los lazos sindicales, la desunión proletaria continúa sobre el piso de nuestra estructura económica.


Bueno, si bien los comunistas del mundo no han podido aún aplicar plenamente las enseñanzas de la Economía Política reformulada por Carlos Marx-su critico más sobresaliente- cuyas ideas y apreciaciones científicas siguen a la espera de su admisibilidad plena por parte de la "derecha" o burguesía, y del proletariado in sólidum-como una sola masa de trabajadores libres de fronteras y patrias. Y ocurre, pues, que para sorpresa del mundo político esa misma derecha capitalista, paradójicamente, sí lo está haciendo: Está fusionando a la clase proletaria a nivel mundial.


Lo hace mediante una nivelación salarial que minimice las diferencias salariales entre sus trabajadores tanto en cada empresa como en todas ellas de todos los escenarios dominados por la inversión capitalista. Precisamente, el pivote de la defensa a ultranza del individualismo exacerbado manejado hasta ahora como vía burguesa para lograr una economía sana y en constante progreso ha sido esa diferenciación salarial.


A los trabajadores s eles paga un salario personalísimo porque, supuestamente, personalísimo también es su capacidad de trabajo. Hay trabajadores que defienden la tesis de la desigualdad de los seres humanos, que no hay dos personas iguales, y conste que esto lo afirman universitarios, Ingenieros, Contables, Abogados y Economistas no científicos, quienes en común tienen el rasgo de no ser comunistas.


La división burguesa aplicada para vencer o ganar a máxima capacidad consiste en aplicar el principio socialista (?), según el cual de cada trabador, según su capacidad, y a cada quien según su trabajo-individual-, sin tomar en cuenta que el trabajo es social y por eso no debe regirse por tal principio, si bien, por razones técnicas y obviamente un mismo trabajadora no puede atacar el paralelo ni simultáneamente todas las variantes laborales.


A estas diferencias técnicas, como quiera que se trata del valor de uso de la fuerza de trabajo, el sistema capitalista las ha usado para justificar esa discriminación, y, lo más perjudicial para ambas clases es que el capitalista ha pretendido hallar en ello una mejora en las productividades de la empresa.


Nunca se le ocurrió pensar que sus crisis recurrentes podrían tener allí una poderosa causa estructural, y no lo hacía por la profunda alienación que la clase burguesa sufre, particularmente desde que Carlos Marx colocó al sistema capitalista en su lugar, como explotador de proletarios, porque hasta la aparición del burgués, a los comerciantes de la antigüedad pudo haberles asistido alguna razonable dosis de veracidad cuando firmaban que sus ganancias procedían del mercado, y hasta allí. No pudieron concebir, no podían-no lo pudo ni Aristóteles- que sus ganancias procedían de la riqueza creada por "sus" esclavos, y por los "zarrapastrosos y "pestilentes" campesinos de "sus" tierras.


Ciertamente, la división técnica del trabajo tiene esa propiedad, que unos trabajadores realizan labores más simples que la de otros, pero el asalariado, además de entregar su trabajo durante una jornada también compromete y congela su vida fuera de su empresa. Lo hace con los salarios discriminatorios que asiste al mercado, y esto tiene un efecto negativo para las mayorías: se trata de una persona que se aliena con la condición de ganar menos que otros, para expresarlo con la mayor simpleza.


Bueno, ahora, luego de tantos siglos de ensayo y error, de aplicar ese nefasto principio individualista, inconveniente para ambas clases, el empresariado burgués de alto giro ha decidido, superar esa gran falla, según venimos explicando en estas entregas, y lo seguiremos haciendo a petición de partes interesadas..


 

Resulta que de muy poco ha servido la ganancia forzosa derivada del método marginalista aplicado en el cálculo de los precios de mercado mediante la promediación de los rendimientos de los diferentes trabajadores de una misma fábrica ni la de su mezcla con los costes constantes, materias primas, desgastes depreciativos y afines en general. Cuando Marx precisa que el valor lo determina la productividad media de los trabajadores especializados en tal o cual mercancía, hace abstracción del resto de los costes, pero es de inferirse que se trata de una método de cálculo que rige para todos los insumos del caso. Que se trata de un trabajo o valor social.


Sin embargo, a manera de hipótesis circunstancial, pensemos que hubo alguna razonable imprecisión metafórica en el tratamiento comercial "burgués" que Marx le da al valor de la fuerza de trabajo, alrededor del cual él centró sus análisis cuando a esta la señala como la única mercancía que un trabajador "libre" (carente de medios de producción-sin tierra y sin herramientas) puede llevar al mercado. Pero, deja asentado que el precio de esa mercancía debe corresponderse con "el valor exacto de los medios de subsistencia familiar de los trabajadores, y de cada uno en particular. Y viene al caso la siguiente digresión. Es necesario conocer la capacidad de cada trabajador, y hasta medírsela con la mayor exactitud a fin de meter a las diferentes fuerzas de trabajo en la criba de la Estadística, y determinar el valor social o valor medio, pero nada de eso quita que cuando aplica o usa su fuerza de trabajo lo haga con el concurso ligado del resto de trabajadores.


Se trataría de una hipótesis que hoy por hoy nos vincula la diferenciación de los salarios de un paquete de trabajadores reunidos en un taller y relacionados con maquinarias y materiales ajenos, pero a su disposición, con los valores específicos de cada una de las diferentes fuerzas de trabajo de cada uno de los trabajadores, particularmente tomadas en cuenta, y sin ver dichas fuerzas como un valor social. Es decir, la fábrica los contrata como vendedores de una mercancía en el mismo plano que se trataría a la compra de una silla, de unos zapatos o de cualquier mercancía producida y propiedad de su productor.


Pero el trabajador, cuando sale de la fábrica tiene necesidades iguales, ya que esa fuerza de trabajo "reside en su organismo", y ese trabajador-vendedor deja la fábrica cuando termina su jornada. Aquí sí tendrían razón los Ingenieros, los Contables, los Abogados, los Socociçólgos y demás profesionales anticomunistas, para afirmar que las personas no somos iguales frente a la bodega, ni frente al abasto, a la carnicería, zapatería, etcétera. Somos muy diferentes allí, en el mercado de consumo, tan diferentes como diferentes sean neutras rentas.


Es preciso tomar en cuenta las observaciones pertinentes que Marx recoge de la siguiente manera:


"El lector debe advertir que no se trata del salario o del valor que el obrero recibe por una jornada de trabajo, sino del valor de la mercancía en que se realiza esta…" Nota marginal 15 del Cap. I.II, El Capital, Libro I, Autor citado.


Estamos ahora viendo más de cerca el problema, y por eso consideramos que el coste medio de fábrica recoge un valor medio que comprende todos los medios de producción y todos los tipos de trabajo que socialmente se hallan presente en el proceso de trabajo correspondiente. El precio de compraventa de los medios de producción es reconocido por todos los compradores y fabricantes como valores sociales; si eso es así, entonces, ¿por qué no se le puede pagar a cada uno de los trabajadores según el valor medio de las distintas fuerzas de trabajo intervinientes? El Capitalismo actual perece apuntar hacia una respuesta positiva.


Entendamos que fue una metáfora desprendida del mismo medio exterior impregnado de relaciones y categorías comerciales con todo y para todo. Los precedentes inmediatos del Capitalismo que conocemos tuvieron su "Prehistoria", precisamente en el capital comercial que venía desarrollándose desde los mismos tiempos bíblicos y herodotianos. Cuando Marx afirma que el trabajador libre sólo tiene para vender en el mercado su fuerza de trabajo, y la considera como la única mercancía; Sin embargo, a manera de hipótesis circunstancial, pensemos que hubo alguna razonable imprecisión metafórica en el tratamiento comercial "burgués" que Marx le da al valor de la fuerza de trabajo, alrededor del cual él centró sus análisis cuando a esta la señala como la única mercancía que un trabajador "libre" (carente de medios de producción-sin tierra y sin herramientas) puede llevar al mercado. Además, deja asentado que el precio de esa mercancía debe corresponderse con "el valor exacto de los medios de subsistencia familiar de los trabajadores, y cada cada uno en particular. Y viene al caso la siguiente digresión. Es necesario concer la capaida de una trabajdor, y hasta medírsela con la mayorexzcatitud, afin d meter a los diferenet sopereareios en la criba de la Estad´sitca, pero nada de eso quita que cuando aplica o usa su fuerza d etrabajo lo hace con eñl concurso ligado d el reso de trabajadores...


Se trataría de una hipótesis que hoy por hoy nos vincula la diferenciación de los salarios de un paquete de trabajadores reunidos en un taller y relacionados con maquinarias y materiales ajenos, pero a su disposición, con los valores específicos de cada una de las diferentes fuerzas de trabajo de cada uno de los trabajadores, particularmente tomadas en cuenta, y sin ver dichas fuerzas como un valor social. Es decir, la fábrica los contrata como vendedores de una mercancía en el mismo plano que se trataría a la compra de una silla, de unos zapatos o de cualquier mercancía producida y propiedad de su productor.


Pero el trabajador, cuando sale de la fábrica tiene necesidades iguales, ya que esa fuerza de trabajo "reside en su organismo", y ese trabajador-vendedor deja la fábrica cuando termina su jornada. Aquí sí tendrían razón los Ingenieros, los Contables, los Abogados, los Socociçólgos y demás profesionales anticomunistas, para afirmar que las personas no somos iguales frente a la bodega, ni frente al abasto, a la carnicería, zapatería, etcétera. Somos muy diferentes allí, en el mercado de consumo, somos tan diferentes como diferentes sean neutras rentas.


Es preciso tomar en cuenta las observaciones pertinentes que Marx recoge de la siguiente manera:


"El lector debe advertir que no se trata del salario o del valor que el obrero recibe por una jornada de trabajo, sino del valor de la mercancía en que se realiza esta…" Nota marginal 15 del Cap. I.II, El Capital, Libro I, Autor citado.


Estamos ahora viendo más de cerca el problema, y por eso consideramos que el coste medio de fábrica recoge un valor medio que comprende todos los medios de producción y todos los tipos de trabajo que socialmente se hallan presente en el proceso de trabajo correspondiente. El precio de compraventa de los medios de producción es reconocido por todos los compradores y fabricantes como valores sociales; si eso es así, entonces, ¿por qué no se le puede pagar a cada uno de los trabajadores según el valor medio de las distintas fuerzas de trabajo intervinientes? El Capitalismo actual perece apuntar hacia una respuesta positiva.


Entendamos que fue una metáfora desprendida del mismo medio exterior impregnado de relaciones y categorías comerciales con todo y para todo. Los precedentes inmediatos del Capitalismo que conocemos tuvieron su "Prehistoria", precisamente en el capital comercial que venía desarrollándose desde los mismos tiempos bíblicos y herodotianos. Cuando Marx afirma que el trabajador libre sólo tiene para vender en el mercado su fuerza de trabajo, y la considera como la única ,mercancía, también aclara que su libertad consiste en que cuando realiza la venta no vende a su persona, sino que permite el uso de sus fuerzas durante una jornada predeterminada.

también aclara que su libertad consiste en que cuando realiza la venta no vende a su persona, sino que permite el uso de sus fuerzas durante una jornada predeterminada.


En la entrega reciente dijimos:

"A los trabajadores, fábricas adentro, se les trata como si fueran trabajadores de igual preparación artesanal, apelotonados, cada uno realizando labores independientes y desconectadas entre sí, como el los viejos tiempos de la manufactura burguesa preindustrial, y sin entenderse aún que se trata de un trabajo dividido en razón de las diferentes fases involucradas y propias de cada proceso de trabajo impuesto por cada mercancía. La excusa que ofrece el sistema capitalista para semejante trato es la mayor o menor simpleza de los trabajos concretados, un hecho que deja a un lado la homogeneidad de las personas como tales y opta por tratarlos como simples vendedores de su fuerza de trabajo." (Véase: http://www.aporrea.org/ideologia/a141421.html )

Precisamente, ese es el punto: repetimos: Marx, por abstracción
, presenta al trabajador asalariado (capitalizado) como simple vendedor de Fuerza de trabajo, y a esta como la única mercancía que podría vender por su carencia de medios de producción. En consecuencia, le pagarían un precio según la capacidad laboral de cada uno de esos "vendedores-que no lo son, porque en concreto son simples trabajadores. Y este el punto sobresaliente en estas críticas que venimos haciendo.


Como quiera que los costes complementarios diferentes a la mano de obra son comprados a unos precios que también ha fijado el mercado, y en cada uno de esos materiales y materias ha intervenido la fuerza de trabajo correspondiente, en suma, tanto la mano de obra viva como la "muerta" responden a valores medios, pero sus precios son puntuales y específicos para cada mercancías, según el trabajo que en ellos se haya vaciado. Es por eso que Marx se cuida y es claro al hablar de "trabajo social", un concepto que va más allá de la simple suma de los valores que aporten los tejedores de la misma tela, cuando estos operan en compañía de otros especialistas, digamos los hilanderos, digamos los mecánicos de la fábrica, digamos los estibadores, los caleteadores y aseadores de la empresa que los agrupa, los contables, los ingenieros de costes
.



I www.sadelas-sadelas.blogspot.com

II La abstracción fue el método usado por Marx en toda su obra e investigaciones en los campos sociológicos, y el económico particularmente. La usó y recomendó como método alternativo ante la carencia de los instrumentos físicos y concretos de los laboratorios de ciencias como la Química o la Física. Mediante la abstracción pudo avanzar desde los aspectos más simples de cualquier fenómeno analizable hasta su máxima concreción lograda por su enriquecimiento de aspectos y modalidades formales que van oscureciendo la esencia de cada fenómeno, al punto de presentar una forma en cada fase suya desligada aparentemente de su contenido.

 

domingo, 8 de abril de 2012

CAPITALISMO COMUNISTA

El Capitalismo Comunista (I)

Autor: Manuel C. Martínez M.
Fecha de publicación: 07/04/12


 
No basta comer y leer, más bien cómo producimos alimentos y demás bienes, y
por eso, una Formación Técnica Integral luce como la verdadera
Transición hacia el Comunismo, como si se tratara de una religión
única y monoteísta, con repitientes, tal vez, pero sin rezagados
ni desertores ni no graduandos.
Es un hecho que a las relaciones sociales de producción constituyentes de la estructura económica de toda sociedad no sólo debe mirárseles como una división del papel de los hombres ante la producción de bienes(versión marxista en estricto sentido), sino bajo una óptica más dilatada, es decir, inclusiva de cómo se desenvuelven dentro de sí las clases imperantes: cómo operan los diferentes capitalistas en su incesante intracompetencia, cómo se organizan entre ellos mismos-con sus escasos miembros-y cómo lo hace el proletariado con su ingente población demográfica, todos éstos unos más pobres que otros.
   Por supuesto, en la relación capitalista-asalariado la variable independiente es la primera parte. No puede haber igualdad de fuerzas en contradicción porque la contradicción desaparecería. Esa misma desigualdad clasista nos va explicando cómo la propia clase burguesa crea a sus propios enterradores. Lo está haciendo con su "Verdadera Tercera Revolución Industrial Proletaria", a nivel mundial, y, según estamos planteando en esta entrega, podría seguir el ejemplo de China, o sencillamente la iniciativa puede perfectamente salir de cualquier país, como Venezuela para ir ensayando la mancomunión de la fuerza laboral dentro de la empresa capitalista con estricto respeto a la complementariedad de todos y cada uno de los trabajadores respecto de todos los demás, y en consecuencia que todos perciban salarios medios y sin importar para esos efectos el grado de complejidad productiva, porque cada trabajador concreta su capacidad y rendimientos sólo en mancomunión y no aisladamente.
   Es otro hecho que entre las leyes fundamentales que moldean el Universo, en la Tierra y sus países actuales, se observa el imperio de la ley de simetrías. Así, coadmitimos que la división social económica, es decir, la dupla burguesía y el proletariado, o clases transitoriamente contrarias y finalmente antagónicas, es una división o desunión que se ve muy bien reflejada en subdivisiones dentro de cada una de esas clases, por ejemplo: entre los sindicatos de "obreros", de empleados, de activos, de jubilados, de docentes de Primaria, estadales y municipales, de Educación Media, Universitaria, y la de los sindicatos de empresarios: de la construcción, variopintas cámaras de comercio, de industriales, de pequeños y medianos industriales.
   Veámoslo así: A los docentes universitarios, por ejemplo, en Venezuela y otros países de viejo praxis se les marca divisionariamente, a unos como principiantes, a otros como "dueños" más acabados del conocimiento, y si bien se trata de una excelente y bien intencionada diferenciación técnica y empírica, sabemos que tales particiones del educador se traducen en diferencias económicas y, por derivación, en d. culturales.
   Mal puede un docente "Instructor" dar de sí todo lo que guarda en su potencial productivo si su remuneración resulta miserable, y en el caso venezolano, donde se habla mucho sobre sus posibilidades de convertirse en un potencia, y con "añadiduras socialistas", paradójicamente, de esa manera, discriminatoria en cuanto su paga-con sus moras incluidas-, se condena al docente a que desemboque en una persona tendente a colocar su interés personal por encima del social
2, tal como la tendencia sufrida hasta por el más palurdo de los comerciantes al detalleo.
Otro hecho: Si la paga del Titular, con todo su infatuamiento de sabihondo, ya lo conduce a una vida mediocre a la que ese subpago lo condena, ¡cómo será la mediocridad que inducimos al Instructor!
No hay, en honor a la verdad, una diferencia sustancial y estructural, pongamos por caso, entre un médico de blanquérrima blanca y un bodeguero de esquina de manos sucias, en cuanto a su avidez inmediata por la riqueza fácil, y aceleradamente lograble, para lo cual poco les importaría razonablemente llevarse por delante la economía del paciente (eufemismo de cliente), de todo aquel que visite su empresa, llámese ésta "Consultorio médico" o bodeguita de la esquina. Sus marcadas diferencias son meramente técnicas, como las tienen 2 tejedores, uno armado con un telar semiautomático, y otro con uno estrictamente manual.
    Tales son las distinciones propias, respectivamente, de la Economía y la Ingeniería, unas diferencias de fondo que ningún Ingeniero ni Físico ni Químico ni afines podrá asimilan mientras no cursen la carrera correspondiente, y no limiten-como hasta ahora- sus conocimientos sobre Economía a los "elementos de Economía Vulgar o de costes. Esta variante académica es la que figura en los pensa de Ingeniería de todas las universidades del mundo burgués3.
La simetría nos explica la coexistencia de gremios separados de: deportistas infantiles, juveniles, mayores; hay plomeros de primera calidad, de segunda. Se da el gremio de odontólogos, de geriatras, de ginecólogos y psiquiatras de primera y segunda calidad o renombre, de sastres y zapateros jornaleros, en fin que la precipua división social de burgueses y proletarios es sólo una síntesis muy apretada de múltiples y atomizados miembros que en común, separadamente, tienen sólo su condición de trabajar para vivir a cambio de cobros o rentas de sus explotadores, y estos en común tienen la de vivir para explotar a aquellos y conservar y acrecentar la riqueza privada que les brinda la pertenencia a esta clase , y ambas excluyentes entre sí.
Estamos presenciando que una sociedad así, atomizada en sus clases, carece de estabilidad, sus conflictos no dan viabilidad a la paz, y los despilfarros y ofertas invendibles con hambre degradadora en los dos extremos, entre los ricos y los pobres del sistema, están forzando a una reconsideración de las inversiones capitalistas. Ya parece haber tocado fondo la minimización de la paga de las mayorías y la mejor paga de una minoría, todos dentro de la propia clase proletaria.
A los trabajadores, fábricas adentro, se les trata como su fueran trabajadores de igual preparación artesanal, apelotonados, cada uno realizando labores independientes y desconectadas entre sí, como el los viejos tiempos de la manufactura burguesa preindustrial, y sin entenderse aún que se trata de un trabajo dividido en razón de las diferentes fases involucradas y propias de cada proceso de trabajo impuesto por cada mercancía. La excusa que ofrece el sistema capitalista para semejante trato es la mayor o menor simpleza de los trabajos concretados, un hecho que deja a un lado la homogeneidad de las personas como tales y opta por tratarlos como simples vendedores de su fuerza de trabajo.
   Por eso, el proceso de la Verdadera Tercera Revolución que damos en llamar R. Proletaria Capitalista4, o Capitalismo Comunista, está en marcha y figura entre los llamados "Objetivos de este Milenio", planeados por la ONU, que pudieran entenderse como objetivos de alcance más cercanos que tardíos. Pero, además, se trataría de una revolución desigual y combinada, porque, por ejemplo, los alemanes ya son expertos en ella y desde hace muchas décadas, lo mismo podemos inferior de los Chinos donde además de se reacomodo proletario estaría en práctica la solidarización o mancomunión de la mano e obra sin distingos de remuneraciones para ninguno de los trabajadores en funciones, más allá de la correspondiente complementariedad exigida por el concurso de los medios de producción y la mano de obra y sobre la cual y hemos conversado(http://www.aporrea.org/ideologia/a129690.html).
    Suponemos y todo nos induce a hacerlo: Que el "secreto" de los alemanes orientales, chinos y euroasiáticos en general que explicarían sus éxitos industriales no menos capitalistas que los de la rancia Europa Occidental y de EE UU, puede perfectamente andar por allí. Se trataría de países que han sabido y están conscientes de que las diferencias salariales que actualmente rigen entre los trabajadores, lejos de ser estímulos positivos para la educación y progreso personal, por el contrario, jamás lograrán incrementar sus ingresos medios al nivel que lograrían con salarios iguales. Esto quedaría explicado porque todos los trabajadores operarían con acordes a su complementariedad, sin las trabas alienantes que caracterizan las diferencias de sueldos por el solo hecho de que unos ejecuten trabajaos más simples que otros, pero igualmente necesarios, al punto de que la complejidad del trabajo de otros sólo se puede concretar cuando el trabajo simple se halle simultáneamente presente y relacionado con aquellos.
    Mucho se ha defendido y abogado por un "capitalismo popular, de Estado, democrático, liberal, neoliberal y afines, sin que hasta ahora ninguno de esas modalidades evite las perturbaciones económicas que aquejan al sistema y sus recurrentes crisis. El resultado de la innovación que aquí estamos tratando, rayana en una nueva revolución industrial se reflejaría en un mayor y mejor PIB para la sociedad que la experimente.
1 http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com marmac@cantv.net
2 El ostensible desarrollo que ha potenciado a países como Inglaterra, Holanda, EE UU, Italia, Francia y otros, más ha descansado en la explotación que han practicado sus industriales, comerciantes y banqueros fuera de sus respectivas fronteras que el alcanzado endógenamente por una población industriosa y obrera sumida en el pantano de los mismos patrones individualistas que han minimizado al máximo su productividad social. Lo han hecho sobre prejuicios y realidades como la asentada por Carlos Marx cuando nos regaló la siguiente cita, reforzada en cursivas por mí: "No hay tierra sin amo" y "el dinero no tienen dueño", vale decir, mientras las tierras representan el asiento de cualquier "patria", el dinero carece de estas (El Capital, Libro I, Cap. IV). Aquí se hallaría una buena explicación causal y estructural de sus inevitables crisis periódicas y forzosamente recurrentes. Sus apologistas, sin inmutarse por sus desaciertos frecuentes, han hecho pensar al mundo ingenuo que sus progresos responden al individualismo anticomunista, pero ya vemos cómo no es así, sino que se trataría de un progreso exógeno llamado imperialismo.
3 Y quede claro que no podrá ser Economista ningún estudioso interesado por esta Ciencia que de partida no admita y comprenda el carácter superior y científico del Materialismo Histórico sobre el Idealismo Teórico, especulativo y rezagado en los tiempos modernos.
4 Véase:
www.aporrea.org/actualidad/a138993.html (R. estructural. Crítica a las imprecisiones de Noam Chomsky, antimarxista de fondo )
http://www.aporrea.org/ideologia/a71278.html (Ejemplo de "revoluciones" meramente técnicas o ingenieriles; no económicas por cuanto no van al fondo de la estructura económica.)
http://www.aporrea.org/actualidad/a141078.html (R. estructural, sobre la que trata específicamente esta entrega)
http://www.aporrea.org/actualidad/a139842.html (Verdadera Tercera R. Industrial Proletaria o Capitalismo Comunista)
marmac@cantv.net

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Ideología y Socialismo del Siglo XXI