sábado, 6 de noviembre de 2010

La Plusvalía no tiene Mercado
(Crisis crónica del Capitalismo)

Manuel C. Martínez M.
04/11/2010 7:29:37

La Relación Social Capitalista configura a la burguesía como clase explotadora, y al proletariado como c. explotada,
pero hasta allí se trata sólo del aspecto humanista del sistema. En cambio y complementariamente, la “plusvalía” representa
la materialidad más objetiva de dicha relación de explotación del trabajo.


Por esa razón, Carlos Marx organiza su obra, El Capital, de tal manera que en sus primeros 3 Libros trata ese aspecto humano
de la relación burguesa a través de la Mercancía (Libro Primero), su Circulación (Libro Segundo) y su Tratamiento
Macroeconómico (Libro Tercero), y reserva para el Libro Cuarto, de 3 Tomos, todo lo concerniente al plusvalor.



Obsérvese que ambos aspectos, la relación burguesa y la plusvalía, consumen casi un mismo metraje tipográfico, y déjese
sentado desde ya que mientras los dos primeros libros han sido más o menos bien digeridos por la burguesía y sus epígonos,
no ha ocurrido lo mismo con el Libro Tercero, habida cuenta de que es en este libro donde Marx y Engels dan cuenta del
origen no mercantil de la ganancia. (Cónfer: “El problema de la Transformación”, de mi propia autoría: http://www.aporrea.org/actualidad/a37856.html .



Sobre esas bases teóricas, pasemos al mercado para detenernos en los inventarios de mercancías que permanentemente saturan
todos los estantes de las empresas del mundo dedicadas al mercadeo mayor y al detalleo de una producción que de partida
carece de compradores, por ingente, costosa y sofisticada que sea la publicidad que constantemente fabricantes y
comerciantes practican para incentivar, torcer, renovar, ampliar y forzar insatisfactoriamente una demanda que de partida
tiene la limitación del salario como rasero adquisitivo.



Tampoco la excelente calidad utilitaria de esas mercancías burguesas logra mayores compradores ya que, a lo sumo,

la competencia intraclasita de fabricantes o de comerciantes involucrados logra colocar algunas, pero con cargo al
estancamiento de otras.



Ni siquiera los mecanismos alternos del crédito han podido dar cuenta de una oferta sin demanda adecuada. Por el contrario,
el crédito al consumidor final y a los comerciantes y fabricantes siempre ha tenido como epílogo las famosas crisis de
invendibilidad coyuntural, según apreciación burguesa, pero que en nuestra proletaria apreciación se trata de una crisis
crónica.



La carencia de mercado solvente para la plusvalía parte de las propias fábricas, habida cuenta de que el capitalista,
si bien logra recapitalizar algunos costes constantes, y todos los salariales, nunca podrá vender por no hallar
compradores la parte de los costes constantes empleados en el trabajo excedentario creador la plusvalía impaga.



El fenómeno de la “acumulación” de capital que termina centralizado en las compañías transnacionales, al lado del fenómeno
de la injerencia mercantil apoyada en doctrinas librecambistas y demás mecanismos comerciales internacionales , son
fenómenos derivados de la propia estructura económica provocado por un sistema que logra fabricar mercancías gracias a
unos trabajadores a quienes no les paga, con lo cual tampoco puede recapitalizar los insumos materiales utilizados para
fijar el trabajo más allá del tiempo necesario a cambio del caula los trabajadores reciben su salario.



Las guerras interimperilistas, las discrepancias comerciales permanentes y la política gubernamental de todos las economías
suelen girar alrededor de la conquista y penetración de un mercado que jamás podrá absorber unos excedentes mercantiles en
los cuales el capitalista sólo invierte capital constante, y este por naturaleza es incapaz de ofrecer ganancia sin recibir
el trabajo que lo convierte en mercancías. Como esta parte del trabajo asalariado no le cuesta nada al capitalista,
resulta lógico que como mercancías terminen saturando unos inventarios que están a la vista de todos.

Desde acá, dado que estructuralmente la plusvalía carece de mercado solvente, sugerimos que los gobiernos empeñados en
solucionar el problema del hambre en su amplio sentido pongan cuotas mínimas de realización para todos los comerciantes a
fin de que estos vacíen sus inventarios, por ejemplo, a través de remates periódicos, so pena de ser confiscados antes de
que sean declarados obsoletos o inutilizables por perecibilidad y daños afines.