miércoles, 26 de enero de 2011

Conozcamos las Causas de la Pobreza
(Economía Científica vs. Sociología Vulgar)
Manuel C. Martínez Molina
25/01/2011 2:55:25
Reconozcamos que la pobreza no es un problema sociológico, sino económico, y que existe un menú de causas que conducen a ella en esta sociedad capitalista, por ejemplo, la ruina como efecto de malos negocios comerciales con deudas por pagar a prestamistas con suficiente poder social como para embargarle lo que le quede a la víctima luego de su desgracia burguesa. Otra es el desempleo del proletario sin alternativa para dedicarse a la explotación de sus colegas de clase, o para su contrata como funcionario público con paga de hambre, y tenemos también la minusvalía impediente para trabajar tan siquiera como asalariado raso o de salario mínimo.

Digamos que la pobreza representa un estado económico sufrido por un estrato social compuesto indistintamente por ex capitalistas y proletarios en funciones de explotado y de aquellos ya “sacados del juego” fabril por irrentables o poseedores de una fuerza de trabajo que ya no halla mercado que la apetezca.

Por cierto, las estadísticas reales, que no las oficiales ni mucho menos las de la ONU (Organización de las Naciones burocráticas Unidas per se) señalan como causa de mayor peso en la formación de pobres a las plantillas burocráticas de países como Venezuela, apreciación que, si a ver vamos, luce lógica por cuanto a menor desembolso presupuestario en las copiosas nóminas burocráticas de ese país, sumada a la mora manifiesta en la cancelación de su Deuda Social endógena (caso Fideicomiso universitario), a menor desembolso por esos criterios, decimos, mayor probabilidad y capacidad de cancelación de la Deuda Pública Externa contraída con los entes financieros de la ONU(Fondo Monetario Internacional –FMI-, Banco Interamericano de Desarrollo-BID), y también menores exigencias en los precios de venta de nuestros recursos no renovables. Las crisis económicas atravesadas ahorita por la petulante y alienada Europa del Occidente europeo confirman estos asertos.

Venezuela, desde comienzos del siglo XX, ha exhibido una larga lista de gente que sobrevive en la miseria, sólo que muchos prefieren ocultarla por la vergüenza y el remanente de honrilla que todavía les queda como producto sociológico de esa mentira populista, según la cual, Venezuela es un país “de ricos” por el solo hecho de contar con inmensas riquezas naturales. De esa manera, la historiografía que nos corresponde hace mutis de la división de clases y niega literariamente la abundante cosecha de pobres que ha sembrado la dominación imperialista durante más de 5 centurias, antes española, luego angloholandés y norteamericana, y posiblemente por parte de esa misma dominación ahora sumada a otros imperios competitivos respecto de los anteriores.

Al parecer, el uso clasista de Max Weber por parte de la alta burguesía alemana, aupada por el resto de los capitalistas del mundo, no ha perseguido otra función que la de intentar desmontar los portentosos descubrimientos de Carlos Marx, a tal punto de que hasta su nombre resulta homofónico con el de este; Max es apócope de Maximiliano,

A propósito, señalemos que la Sociología vulgar comprende la Economía vulgar, pero tanto la Sociología científica como la Sociología y la Economía vulgares son comprendidas por la Economía científica. Cierto es que la S. vulgar pertenece a la “Superestructura” económica de la sociedad burguesa, como también lo hace la Economía vulgar y la Economía científica, pero, mientras esta sí puede dar cuenta de los asuntos sociales fundamentales, aquella no. Porque la Economía vulgar engendra pobreza, y mal puede combatirla, en consecuencia.

La pobreza, por ejemplo, jamás podrá ser resuelta por las vías de la Economía vulgar ni de la Sociología con igual vulgaridad, que son alas pseudocientíficas que la sociedad burguesa vende como consejeras para resolver el tremendo problemón económico de la pobreza.

A Weber se le atribuye la fundación de la Sociología moderna, y esto lo compartimos sólo en el sentido de que, mientras la obra de Marx contiene aportes innovadores fundacionales de la Sociología científica, aquél pretende vulgarizar a esta, lo cual lo acreditaría como un importante pionero de la Sociología Vulgar.

Una hojeada a la heterogénea y superficial obra maxiana, aclamada por su evidente servicio anticomunista, basta para descubrir a un Weber clonador y adulterador de los aportes científicos de Marx, dados el escaso estudio bienintencionado de la obra de este científico, y la censura anticomunista que desde su aparición ha privado en la sociedad capitalista, ya fuertemente desprestigiada por ser generadora de grandes desgracias sociales como la experimentada durante la Primera Guerra Mundial, males ya avizorados por Marx quien en su obra señaló estos conflictos populares como expresión palmaria de las contradicciones insolubles generadas en el seno mismo de la sociedad burguesa, entre las cuales la pobreza, lejos de aminorarse, se agrava indeteniblemente. Las mezquinas Estadísticas producidas por la misma literatura burguesa así lo señalan sin recibir mayor divulgación.

Hoy en los principales centros de estudio e idiotización ideológica burguesa se sigue hablando de variados Socialismos, con sus correspondientes transiciones sociales, y lo hacen más para aplacar las ineluctables y frecuentes eclosiones sociales que como pasos tendentes al arribo de la sociedad comunista. Esta, como sabemos, es una forma todavía hipotética esgrimida para resolver definitiva y científicamente el problema de la pobreza, hasta ahora atacado deficiente e ineficazmente de manera superficial con gestos populistas y altruísticos por parte de los propios causantes de ellas, ya que hasta ahora los adelantos tecnológicos puestos al servicio de la oferta productiva de bienes no ha servido sino a la inmensa y creciente producción de mercancías invendibles, esto es, de bienes sólo satisfactorios de necesidades de quienes puedan ir al mercado con solvencia dineraria. Una manera clara y contradictoria de suprimir la pobreza con la creación de nuevos pobres que la refuercen, tal como lo tolera la anticomunista Sociología empírica o weberiana.


martes, 25 de enero de 2011

Masoquismo Político o Popular

Masoquismo Popular
(Sin seguridad en sus efectos)
Manuel C. Martínez M.
12 nov. 08
Cuando en su tiempo, el austríaco Sacher-Masoch[i] calificó como masoquistas a quienes gozaban sufriendo, no aludió expresamente a ninguna de las respetadas figuras religiosas, mártires y afines. Tiempo después es obvio que así se infiriera.

En desagravio de esos respetables ciudadanos del mundo religioso, debemos reconocer que su atípica conducta respondía a un plan idealista en pro de la salvación "divina” de los pueblos, sus gremios o sus dioses.

Aunque en principio S-M trató particularmente el tema del placer sexual distorsionado, es un hecho que esta desviación puede ser analógica y perfectamente extendida a las satisfacciones morbosas que pueda sentirse con el maltrato físico, económico o psicológico que otra persona pueda infligirnos.
Y mientras este anormal sentimiento sólo involucre personas aisladamente consideradas no representaría mayor problema. Este se presenta cuando semejante irregularidad psicológica sea experimentada colectivamente.
Estamos hablando de la curiosa satisfacción política “popular” que caracteriza a todo un colectivo local, regional y nacional, desde los tiempos de la Revolución Burguesa Francesa, en cualquier país del mundo y hasta desde el propio nacimiento de las sociedades humanas. Hablamos de cómo todo un pueblo y con sus propios pasos y en cambote va derechito a las urnas electorales a elegir motu proprio o inducidamente a una gente que no son sus familiares, o, a lo sumo, con quienes sólo tiene vinculaciones políticas harto deleznables, sin actuario privado alguno que los proteja al respecto.

Estamos hablando de la tradicional y republicana escogencia popular y democrática de gobernantes a quienes no se les exige de antemano ninguna garantía, más allá de su siempre y cuestionable palabra entretejida en sus rayadas y conocidas promisiones de difícil y hasta utópico cumplimiento.

Resulta por demás sorprendente la conducta masoquista de quienes masivamente una y otra vez siguen entregando el patrimonio y la conducción del destino de toda una sociedad a un puñado de privilegiados. Estos, escogidos coyuntural y tradicionalmente, se yerguen conductores nacionales, y a ellos se les tiene y conoce como líderes.

Con respeto de las raras excepciones, tales líderes asumen para sí la expresa misión de adueñarse de toda la sociedad in sólidum, hacer y deshacer a su antojo, irrespetar costumbres y principios constitucionalmente pactados, burlar el Fisco Nacional a diestro y siniestro, y algunos (la mayoría) llegan a mostrarse represivos, asesinos y atropelladores de quienes no les caigan en gracia o contra aquellos ciudadanos que muestren desavenencias tendentes a "serrucharles la sila".

Se trata de un masoquismo desenfrenado y enfermizamente reiterativo. De poco han servido los sempiternos fracasos y decepciones acumulados y recibidos o experimentados por un pueblo que sigue sin autoevaluarse, que sacrifica su autoestima a la voluntad de gobernantes, a pesar de que estos han terminado defraudándolo las más de las veces.

Conste que aún en las sociedades sin clases resulta muy dudoso que un gobernante vele por todos y cada uno de sus gobernados. Débese tener en cuenta que cada funcionario público es una persona cargada de problemas comunes a sus electores. En la sociedad burguesa, a diario nos consta que la mayoría de los gobernantes son pobres y consecuencialmente muy ávidos de riqueza, condición esta que los faculta para su contrata por los amos del poder económico, y es una manera eficaz para goberbanar destrás de bastidores para cargalrle a los gobernates del primer plano toda la culpa de sus fracasos. Su elección como administradores de la cosa pública pasa a ser el equivalente de “poner a zamuros a cuidar carne”.

Desde luego, dentro de un gobierno puede haber gente honesta y también g. de holgada posición económica, pero la facilidad que le ofrece a estos últimos la administración del Patrimonio Colectivo, a fin de mejorar su propio peculio y conservar su estatus, siempre les resultará más expedita que estar al frente de sus empresas y gestiones privadas, de erráticos y zigzagueantes resultados económicos.

Definitivamente, el descubridor del “masoquismo” se quedó corto cuando atribuyó el padecimiento de esta anomalía a las personas en particular, y no a los pueblos en su conjunto, para decidir la mejor forma de gobierno y sus mejores hombres públicos.

Semejante masoquismo carece de todo objetivo racional que pudiera justificar a todo un pueblo cuando este desde hace milenios viene practicando sin éxito alguno la elección de terceros para una Administración Pública o colectiva en la que necesariamente todo el pueblo tendría que ser juez y parte. (Cónfer: Carlos Marx, Crítica de la Filosofía del Estado y del Derecho de Hegel, pássim)


[i] http://www.scribd.com/doc/40560446/Leopold-Von-Sacher-Masoch-Literatura-y-Masoquismo