domingo, 2 de agosto de 2009

Maltusianismo en Siglo XXI
(Profilaxis del Banco Central de Venezuela, Precios y Salarios)
Manuel C. Martínez M.
01 ago. 09

El demógrafo, clérigo y Economista inglés Thomas Robert Malthus se preocupó por las lamentables condiciones sociales de la mayoría de la población de los años finales del siglo XVIII, mismas que seguían reinando en pleno s. XIX.

Malthus concluyó sus investigaciones con el descubrimiento de una ley social que matemáticamente expresada dice así: La población demográfica crece según una progresión geométrica, mientras que la producción de bienes de la cesta básica lo hace sg. una progresión aritmética.

Desde luego, cuando se emplea medidas matemáticas los valores estadísticos y paramétricos resultan exhaustivamente precisos; es de inferirse que los algoritmos de Malthus fueron forzados, pero de todas maneras resultaba evidente que la oferta se quedaba muy corta en relación al explosivo crecimiento demográfico observado durante períodos de 2 o 3 décadas.
De seguir las cosas así, a la humanidad le esperaba una hambruna general. Malthus previó que sólo las catástrofes naturales, las pandemias y endemias, las guerras y las medidas anticonceptivas podían evitarla. Fue tan fuerte la terapia y profilaxis recomendadas para combatir y evitar la llegada de semejante hambruna que desde entonces llamamos medidas maltusianas todas aquellas que puedan tomarse con independencia de sacrificios biológicos, sociales y morales.

Por supuesto, la hambruna apuntada por Malthus no se refería a las hambrunas que eventualmente han sufrido algunos países por causas diversas no necesariamente explicables por su maquillada “ley” demográfica. Él hablaba de una tendencia global. Es de suponerse que el factor determinista religioso estaba justificando esa asimetría numérica.

Lo cierto fue que a raíz de esa denuncia el mundo político fue convulsionado y aparecieron muchos científicos, humanistas, filántropos, sociólogos, médicos y escritores quienes se hicieron eco de semejante amenaza. Pensamos que los modernos anticonceptivos son maltusianistas, lo mismo que los controles del tamaño familiar, la licitud de los abortos, etc. Muchos de los avances tecnocientíficos aplicados durante la industrialización de la producción también entrarían dentro de esas correspondientes medidas profilácticas.

Contradictoriamente, los aportes medicoasistenciales de la moderna cultura maternal y de la farmacopea en pro de la reducción de los índices de mortalidad infantil propenderían a la llegada de semejante hambruna.

Sin embargo, los críticos del sistema capitalista fueron claros al respecto. Estos afirmaron que esa adversa correlación entre las demanda y la oferta de bienes no se correspondía con la potencialidad brindada por las condiciones técnicas del aparato productivo, que por ingente que fuera la demanda no había razones técnicas para que los mercados no fueran suficientemente abastecidos. La recurrente violabilidad de la “ley de Malthus” empezó a socavar su validez.
Es que indudablemente algo andaba mal y sigue andando mal en una sociedad que está capacitada para producir como nunca antes lo había hecho, y que sin embargo los cuadros de miseria seguían apuntando hacia la horrorosa hambruna general que Malthus había señalado.
Hoy es el planeta el amenazado con hambre de agua, de recursos biodegradables, de ozono, etc. El hambre de hoy no es una amenaza local ni regional sino una realidad sufrida por todos los países donde impera el sistema capitalista.

Es un sistema cuyo aparato productivo sólo opera a media capacidad, que funciona según la demanda solvente; que da usos artificiales y contranaturales a la tierra agrícola, que irrespeta la necesaria biogradabilidad de los recursos económicos, y un sistema de vida para el que la miseria de los desempleados no es asunto suyo.

Los gobiernos aprovechan esta hambre como bandera en campañas políticas para ascender al poder y hasta allí. Y no hay duda de que a punta de dádivas y socorros puntuales han mantenido a raya las protestas populares ante este cuadro de permanente hambruna general que acompaña otros cuadros paralelos de miseria ocasionales debidos a las crisis que periódicamente engendra el sistema capitalista. Por ejemplo, el consumo de energéticos (de hidrocarburos en particular) impulsado por los inversionistas burgueses crece en progresión geométrica, y, aún haciéndolo en progresión aritmética, su producción es imposible por cuanto se trata de recursos naturales no renovables.

Malthus omitió señalar que al lado de los hambrientos de siempre se hallaban muchas familias que nadaban en abundancia durante todos los días de su suntuaria y elitista vida. Pero Malthus tampoco pudo apreciar cómo su tenebrosa predicción podía reoxigenarse, no ya por causas naturales sino por causas estrictamente sociales. Además del crecimiento geométrico demográfico e insolvente, hoy tenemos un consumo de energéticos (de hidrocarburos en particular) impulsado por los inversionistas burgueses crece en progresión geométrica, y, aún haciéndolo en progresión aritmética, su producción es imposible por cuanto se trata de recursos naturales no renovables. La “hambruna” energética estaría a la vuelta de la esquina, lo que quiere decir que la producción es aritmética frente a una demanda solvente tan geométrica como el crecimiento demográfico en general.

Este es el caso: Resulta que hoy vemos cómo los precios se mueven según una estricta progresión geométrica, mientras los salarios apenas lo hacen según una progresión aritmética, y esta a veces acompañada de mucha sangre obrera.

Veamos algunas perlas estadísticas que actualmente son manejadas maltusianamente por el Banco Central de Venezuela, como institución al servicio empresarial y burgués que lo ha sido desde su fundación allá por los años 40.

En materia de precios, los cambios que la Inflación ha provocado en nuestro país durante los últimos 50 años ha dado origen a reacciones empresariales y gubernamentales de cara a minimizar el hambre implícita que ha ido creciendo en el país por causa de la carestía. Una salida ha sido el cambio periódico del al año base para el cálculo del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Con ellos se corta su sostenido crecimiento explosivo y apenas se señala los incrementos mensuales.
De seguidas paso a citar algunos pronunciamientos del BCV., tomados de su Pág. Web:
“La decisión de adoptar la nueva base 2007 para los IPC de Caracas y Maracaibo obedece en buena medida, a que 2007 será también la base del nuevo Sistema de Cuentas Nacionales, iniciativa que se enmarca en el desarrollo, a partir del presente año 2008 del Programa de Actualización de las Estimaciones Macroeconómicas II (Pracem). Hay que tener en cuenta que el año base se modifica para mantener la calidad y representatividad de los indicadores, en razón de los cambios estructurales de la economía.”. Banco Central de Venezuela.

“Entre los cambios que se incorporan a los índices de precios al consumidor que elabora el BCV está la adopción del año base 2007, en sustitución del año 1997. Se actualizó la composición y la estructura de ponderaciones de la canasta de bienes y servicios que se utiliza para hacer el seguimiento de los precios, a los fines de reflejar mejor los patrones de consumo del venezolano estimados mediante la III ENPF. En este sentido, se aumentó de 287 a 351 el número de bienes y servicios cuyos precios son objeto de seguimiento en Caracas (que representa 93% del gasto de consumo que realizan los hogares caraqueños); en Maracaibo el número de rubros se aumentó de 287 a 343 (lo que representa un 92% del gasto de consumo que realizan los hogares marabinos).”. Misma fuente.

“¿Qué es el Índice de Precios al Consumidor?

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) es un indicador estadístico que mide el cambio promedio en los precios de una canasta de bienes y servicios representativos del consumo familiar de los habitantes de una determinada localidad, región o país.”. Misma fuente.

• Usos del Índice de Precios al Consumidor

El IPC es el indicador utilizado en el análisis de la inflación. Debido a sus
características de oportunidad y calidad, es considerado el indicador que más satisfactoriamente se aproxima a la estimación del fenómeno inflacionario, en comparación con otros indicadores similares.

Una aplicación frecuente del IPC es su utilización para la estimación de los salarios reales o del ingreso real de los hogares y de la población. Igualmente, es utilizado para estimar valores reales de algunos componentes de las cuentas nacionales, la actualización de valores o indexación de montos monetarios, salarios, contratos, etc.

• ¿Por qué el Banco Central de Venezuela calcula el Índice de Precios al
Consumidor? “.

La misión del Banco Central de Venezuela está orientada a la creación y el
mantenimiento de condiciones monetarias, crediticias y cambiarias favorables a la estabilidad de la moneda, al equilibrio económico y al desarrollo ordenado de la economía.

Es importante destacar que para facilitar esta exigente misión, el Banco Central de Venezuela, por disposición expresa de la Ley que lo rige, debe disponer de estadísticas periódicas altamente confiables que faciliten el diseño y programación de las políticas monetaria y cambiaria, así como el seguimiento de las variables macroeconómicas que son influenciadas por tales políticas.”
Misma fuente.

De entrada, como la carestía depende de precios y salarios, resulta curioso que el BCV no haga seguimientos a los salarios tal y como tan exhaustiva y sostenidamente lo hace con los alarmantes precios de cada día.

En esas definiciones, aplicaciones y cálculos de los índices de precios al consumidor (IPC), observamos toda una estrategia más sofista que científica. No dicen la verdad puesto que los IPC no buscan tener una idea matemática de cómo se mueven realmente los precios, sino más bien con ellos se busca suavizar y minimizarles su crecimiento verdadero.

Con el cálculo e imposición del IPC del año 2007 se borró toda la evolución porcentual sufrida por los precios desde el año 1997, es decir durante la mayor parte del la presente Administración gubernamental.

Una ligera comparación de los índices ofrecidos por esa misma Pág. Web nos dice que los precios subieron 753% = IPC del periodo año 1997 - 2007 (año base: 1997. Es decir, los precios en Venezuela de los rubros más llenadores de la cesta básica más que se septuplicaron. Los salarios por su parte apenas subieron 1,89 veces, es decir, se incrementaron 189%, según listas oficiales de las Universidades del país, a manera de ejemplo.

Desde luego, la inflación ha seguido indetenible en un país más politizado que artesanalizado, más parlanchín que trabajador y más rentista que productivo. Además, observamos que ahora los industriales de la producción y del comercio no hacen incrementos aritméticos en la suba de sus precios. Sólo manejan y aplican incrementos porcentuales, 5%, 10% o más %. Esto evidencia y refuerza que los precios suben en progresión geométrica.

Por eso el BCV considera que debe ajustar periódicamente el IPC, y desde enero de 2009 comenzar a reflejar sólo los incrementos mensuales de precios respecto al nuevo año base, es decir, en base al año 2008.

Como se puede verificar, estos IPC sólo buscar disfrazar y negar los verdaderos y incrementos explosivos de precios, el crecimiento en progresión geométrica sufrido por los precios, y silenciar unos salarios que apenas crecen según una sencilla y baja razón aritmética.

Los precios tomados por nosotros como ejemplo se multiplicaron por 2 cada 3 años, al pasar del año 1999 al 2007 del 100 a 753, y para los mismos intervalos los salarios sumaron sólo 0,63 % al pasar de 100 a 189.

Entonces podemos concluir en que efectivamente estamos en presencia de un crecimiento geométrico para los precios, y un crecimiento aritmético para los salarios, lo cual nos permite vislumbrar una hambruna venidera para la clase trabajadora venezolana, y cuyas medidas neomaltusianas no nos arriesgamos a señalar para evitar falsas recomendaciones.

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