miércoles, 27 de abril de 2011

Transformación de Valores en Precios de Producción

Problema de la Transformación de V en Precios de P Solución y Compilación

El Problema de la Transformación, Segunda Edición
(De cómo los valores de las mercancías se transforman en Precios de Producción)

Manuel C. Martínez M.
03/04/2011
Las mercancías, o productos mercadeables por compraventa, y no por trueque, suelen valorarse en base a su particular capacidad utilitaria para satisfacer determinada necesidad ora fisiológica, ora artística, material o espiritual. Sobre esa connotación, hablamos de valores de uso, y a estos se les pone precio que connota otra cosa. Esos valores de uso tienen un determinado valor de cambio que le sirve a los productores y comerciantes para fijar los precios de venta, según el valor trabajo, cuya unidad de medida es el tiempo de trabajo socialmente necesario.Las desviaciones de la ofertademanda (escasez) sólo son desajustes en la producción, pero no en los valores de las mercancías.
La tesis marxiana, acerca de la teoría del valor, y a manera de continuidad y perfeccionamiento de la introducida por los clásicos de la Economía Política (principalmente por el “naturalista” y librecambista Adam Smith, y por el humanista David Ricardo), introdujo el concepto de: precios de producción, como el trasunto económico de los valores de cambio de las mercancías al salir al mercado para ser vendidas como productos de capital, y no como simples mercancías.
Se trata de una auténtica metamorfosis macroeconómica que da cuenta de las diferentes tasas de ganancia con las que opera microeconómicamente el universo de productores, de tal manera que termine privando una tasa media satisfactoria para todos los coprotagonistas de la producción y venta de sus diferentes mercancías durante determinado periodo económico.
Digamos que el proceso económico asalariado que parte de todos, se distribuye en alícuotas e individualidades estadísticamente conformes mediante mecanismos de apariencia mercantil microeconómica pero sobre una plataforma ineluctablemente macroproductiva.
Estos valores de cambio han representado el principal escollo para los estudiosos de la fuente de la riqueza, entendida ésta en términos de bienes y servicios varios. Efectivamente, desde hace más de 100 años, teóricos y estudiosos de diferentes y hasta encontradas concepciones ideológicas no arriban a una solución única para el problema del valor de cambio de las mercancías, cuando ellas entran en competencia unas con otras sin importar sus diferencias como valores de uso, ni según salgan de la empresa A, B, o Che.
El caso es que, mientras unos teóricos atribuyen al mercado la fuente de las ganancias industriales, el enfoque marxiano la finca en el propio proceso productivo y antes de su comercialización. En el siguiente juego de cuadros estadísticos ofrezco mi aporte teórico de cara a resolver dicho problema, y mediante el cual quedaría matemáticamente demostrado que toda ganancia procede en última instancia del trabajo impago que hace el patronato a sus asalariados.
Se demostrará que las mercancías se venden a precios de producción, es decir: a unos precios que permiten que la “plusvalía” global y macroeconómicamente extraída se distribuya equitativamente entre todo el empresariado microeconómicamente atomizado en unos industriales por acá, otro por allá, aquí y acullá.
Dichos precios de producción impiden que algunos vendedores retengan para sí el 100% de su plusvalía individual, y permiten que otros, aunque operen en peores condiciones de explotación aunque con mayor tecnología, reciban más plusvalor del que sus trabajadores particulares les hayan dejado en sus empresas e inventarios.
La siguiente solución supone un régimen cerrado en equilibrio simple. Con ella se demuestra que los precios son expresiones ex post de los valores ex ante de las mercancías, o sea: que toda ganancia burguesa deriva del valor-trabajo excedente de los asalariados, al margen de las demás ganancias especulativas de mercado.


Para: c = capital constante; v = c. variable, y p = plusvalor sectorial. Todas estas variables aparecen asignadas a los sectores productivos: I, de bienes de producción, y II, de medios de consumo.
En ese cuadro 1, por su forma y valor, el equilibrio simple respeta la condición básica: c2 = v1 + p1. Es como decir: el sector II termina trocando sus medios de producción (c2) por el valor del trabajo creado en el sector I (v1 + pl1).

En ese cuadro 2 se plasma un módulo numérico de equilibrio inestable, con tasas de ganancias y composiciones orgánicas impares. Unos ganarían más y otros menos; tal situación es insostenible.





De ese cuadro 3, inferimos:
Las mercancías salen de sus empresas con valores originalmente creados según la fuerza de trabajo usada durante tiempos socialmente necesarios, que luego, debido a migraciones competitivas, terminan convertidos en precios de producción. Se forma así una tasa uniforme de ganancia (15,4%), o tasa media para ambos sectores del ejemplo, y tasa que satisface a todo el empresariado, indistintamente del rubro económico al que destine sus inversiones lo cual le imprime estabilidad a la economía en general.
Por ejemplo:
El Sector II vende u ofrece medios de producción cuyo valor es 84,6 (columna “c” izquierda), al precio de 80 (col. “c”, derecha) que es el valor de su demanda en bienes de consumo procedentes del Sector I, demanda que satisface este Sector I al precio de 84,6 (columnas “v” y “g” izquierda).
Esta transacción, desventajosa para el sector II, que entrega más valor que el que recibe, va con cargo al sacrificio parcial de su plusvalor particular, pues, en vez de consumir un valor de 20 en bienes de consumo (Cuadro 2, columna “g” ), apenas consume su plusvalor reducido al valor de 15,4 (Cuadro 3, columna “p y g” derecha).
Una mejor comprensión de esta transformación, con un nivel de concreción de segundo orden, es la siguiente:
Del Cuadro 3, compárese el valor de la oferta del valor “c” II, izquierda, con la oferta “v” I + “g” I, derecha. También compárese: Cuadro 2, columna “g” II (20), con Cuadro 3, columna “g” II (15,4).
Tal es el proceso de transformación de los valores de las mercancías en precios de producción, y que demuestra cuantitativamente el indubitable origen laboral de toda ganancia.
P: D.: Este trabajo lo presenté como “paper” en la XL Convención de AsoVac, 1990, y también como Trabajo de ascenso para Profesor Asociado en la UPEL, Maracay.

El Problema de la Transformación, Suplemento I
(Precios de producción y competencia de segundo grado)

Manuel C. Martínez M.
27/04/2011

Partimos de los siguientes extractos de la entrega anterior:
“El caso es que, mientras unos teóricos atribuyen al mercado la fuente de las ganancias industriales, el enfoque marxiano la finca en el propio proceso productivo y antes de su comercialización. En el siguiente juego de cuadros estadísticos ofrezco mi aporte teórico de cara a resolver dicho problema, y mediante el cual quedaría matemáticamente demostrado que toda ganancia procede en última instancia del trabajo impago que hace el patronato a sus asalariados.
Se demostrará que las mercancías se venden a precios de producción, es decir: a unos precios que permiten que la “plusvalía” global y macroeconómicamente extraída se distribuya equitativamente entre todo el empresariado microeconómicamente atomizado en unos industriales por acá, otro por allá, aquí y acullá. Digamos que cada capitalista recibe ganancias relativas iguales a las de los demás capitalistas, según su capital personal invertido, y no según la plusvalía que les arranque a sus asalariados en sus fábricas.”

Como dijimos en la entrega original, según este vínculo:
(http://www.aporrea.org/ideologia/a120875.html), y se lee en su extracto de esta entrega, los “precios de producción” representan los valores de producción ajustados por la competencia entre capitalistas que actúan en el mercado II, y que funcionan con diferentes capitales, tecnología y composición orgánica.
Efectivamente, unos operan con más capital constante, comparado con su capital salarial o variable, o sea, en relación con su capacidad instalada de explotación de trabajadores en vivo, con más capital, decimos, que otros capitalistas que estén extrayendo y explotando (en cualquier rama, no viene al caso) más mano de obrera con menos capital constante.
Esa diferencia, desfavorable para quienes han pretendido enriquecerse a punta de maquinaria, de trabajo “muerto”, y favorable para quienes ocupan un mayor porcentaje de su capital en la contrata de mano de obra viva con un mínimo de capital constante, es la causa de la competencia permanente hasta logarse tasas de ganancias paritarias entre sí.

Ciertamente, el capital constante convertido en un mayor número de unidades mercantiles por unidad fija de tiempo abarata el valor unitario de las mercancías, y esto favorece la capacidad competitiva del capital altamente tecnificado, pero la suma del valor creado es una constante para un grado de productividad dado. Mientras el trabajador no sea el que se perfeccione y enriquezca productivamente estos no pueden crear más valor por unidad de tiempo. Por cierto: una vez liquidado el competidor menor, esos mejores rendimientos derivados de la alta tecnología los absorbe el capitalista al vender sus mercancías a un precio medio propio de las producidas con tecnologías rezagada, y de allí que a mayor tecnificación de la producción, más hambre burguesa porque hay más desempleo al lado de precios que no se abaratan con dicha tecnificación.
Añadamos que se trata de 3 tipos de competencias intraclasistas: la del mercado I y II que corre a cargo de los capitalistas fabriles; la que se da entre los comerciantes en el mercado III, y la competencia intermercados mediante migraciones de capital de las fábricas hacia el comercio y viceversa, así como también la competencia entre banqueros, comerciantes y fabricantes. Todos ellos contribuyen a la formación de los precios de producción.
Seguimos: En el Cuadro II podemos ver que los capitalistas (Sector II) tienen una tasa = 20%, mientras que los capitalistas del Sector I (con su enorme capital constante, en relación a su mano de obra viva) tienen una tasa = 13,8%. Esa inestabilidad de la Economía es la que se resuelve, con parámetros dados, con acciones competitivas entre capitalistas que van más allá de la destrucción de unos para ir monopolizando los mercados. Es una competencia de segundo grado que se practica en la búsqueda de igualaciones en la tasa de ganancia y en que, como quiera que el capital es una masa global, este necesariamente debe operar bajo condiciones medias, y media debe ser la tasa de ganancia, como medios son los precios de producción, las tasas de plusvalía y demás categorías burguesas.

El Problema de la Transformación, Suplemento II
(Migraciones de capital, competencia redistributiva de plusvalía)

Manuel C. Martínez M.
27/04/2011

Los precios de producción de las mercancías son una categoría macroeconómica que en suma recogen el equivalente de todo el valor trabajo creado durante un período económico más la cuantía del capital constante insumido en el volumen de producción del periodo correspondiente, o lo que es lo mismo, según la definición original usada por Marx: son la suma del precio de costo invertido en cada fábrica, más la tasa de ganancia media que subsume toda la ganancia apropiada por todos los fabricantes activos. “Precio de costo”, para la contabilidad burguesa, es la suma del capital constante utilizado, con inclusión de las depreciaciones del caso, más el desembolso en salarios causados.

En ese sentido, macroeconómicamente, es indiferente afirmar que las mercancías se vendan al valor o a precios de producción. Estos precios no conflictúan ni niegan el valor trabajo; por el contrario, lo reafirman cuando se estudia la Economía Global, máxime cuando la economía burguesa se halla altamente desarrollada.

Se trata de que un fabricante aislado vende al valor directamente, pero ya más de uno venden también al valor, pero éste transfigurado o a un valor más concreto, como lo es el precio de producción. Sólo así esos varios capitalistas se garantizan igualdad en su tasa de ganancia, con lo cual cesa la competencia entre ellos por conquista de una mayor tasa de ganancia, y más allá de la tasa de plusvalía particular explotada en tal o cual esfera de la producción, o rama de X o Y mercancías.

Ahora bien, que un Nobelado como Paul Samuelson no haya entendido esto, eso es un problema de ignorancia de su parte y no de inconsistencia científica, defecto que los irresponsables y mal informados, así como los tarifados del apologismo burgués, y hasta pseudomarxistas, se han obstinado en atribuirle a Marx, luego de que este habló del valor, en el Libro I de El Capital, como su primera aproximación o primer nivel de abstracción sobre la fuente de la riqueza mercantil, y que después concreta mediante la transformación el valor de las mercancías en precios de producción, o sea, cuando en el Libro III de la misma obra involucra a todos los fabricantes, a todas las mercancías de todas las esferas correspondientes, mientras que en el mencionado Libro I sólo manejó una hipotética fábrica en particular con los fines teóricos necesarios para la comprensión del proceso productivo de las mercancías en el modo capitalista.

La diferencia entre valores y precios de producción es meramente cualitativa y microeconómica, ya que las diferencias cuantitativas sólo aparecen como diferencia entre el valor y el precio de producción de cada fábrica, cuando ellas operan con diferentes tasas de ganancias derivadas de sus diferentes composiciones orgánicas de capital (relación entre capital constante y c. variable, es decir, según el grado mayor o menor de explotados en vivo con ayuda de la maquinización, organización y demás aportes gerenciales o schumpeteriano).

Tales diferencias cuantitativas aparecen porque la formación de los precios de producción sustrae plusvalor y así baja la tasa de ganancia de unas fábricas, mientras, en paralelo, agrega plusvalor y sube dicha tasa particular de ganancia en otros centros fabriles. Es lo que observaremos en el cuadro 3.1, cuando se compare el capital constante de II (80, columna “c”) con la suma del valor agregado del I: (40 + 44,6, columnas “v” y “g”)



Sólo con estos precios de producción, las diferentes tasas de ganancia de las distintas empresas se uniforman en tasa media común para todos los capitalistas.

Tales diferencias están sustentadas sobre los datos del Cuadro 3, de la Edición Revisada:
(http://www.aporrea.org/ideologia/a120875.html



Obsérvese que en el Cuadro 3 se recoge la compra del capital constante de II a los precios de producción que rigen para el I. “c”, con un valor de 80, es pagado al precio de 84,6 (“v” + “g”). Es necesario no perder de vista e3ste tipo de transacción porque solo así se respeta la composición orgánica de ambos sectores. El error de Sweezy y de todos los detractores del método del valor trabajo, de Marx, ha sido no ver el bosque y detener sus miopes miradas en alguno que otro árbol.

De resultas y según dijimos en nuestro “Suplemento I” , no sólo es una distribución de todo el plusvalor arrancado en todas las fábricas; la transformación y la nivelación de esas tasas también opera entre comerciantes, y entre estos y aquellos. Igual tendencia transformativa de precios de producción rige para la banca, y para esta y los demás capitalistas.

Sólo así el mercado alcanza el esperado equilibrio estable, gracias a la competencia interempresarial, siempre cambiante y tendenciosamente compitiendo. Esta competencia es meramente estabilizadora y difiere de la competencia destructiva mediante la cual unos empresarios penetran mercados pertenecientes a otros empresarios, los comparten o hacen enteramente suyos en casos paramonopólicos.

Esa “transformación de valores en precios de producción”, además de permitir una clara diferencia entre estos y los precios de mercado, cuyas desviaciones escapan al proceso productivo y a los explotadores de asalariados, además, decimos, significa que el producto de todo el volumen de mercancías multiplicado por su valor medio es igual al producto de ese mismo volumen de mercancías por el precio de producción unitario, todo al margen de las fluctuaciones de precios de mercado, ex post. Estos responden a desajustes entre la oferta y la demanda. Lo que aquí tratamos es el valor de fábrica. Este valor se ve transformado en precios de producción, los mismos que usarán las fábricas para lanzar sus mercancías al juego de la ofertademanda en el mercado II. De allí su diferencia con los precios de mercado III que operan fuera de los centros fabriles.

Podríamos decir que se trata de un valor “predistribuido” entre capitalistas que operan con diferentes composiciones orgánicas de capital. El proceso transformativo se realiza mediante migraciones de capitales, con mayor composición orgánica y menores tasas de ganancia, hacia aquellos mercados donde operan fábricas con menor composición, de una relativa y mayor explotación salarial, y si se mantiene constante la tasa de plusvalía, mayores tasas de ganancia.

De perogrullo, el mercado II tiene sus propias leyes, y, en este caso, aquellos mercados que sufren emigraciones de capital, en búsqueda de mayores tasas de ganancia, contraen su oferta y los precios se elevan por encima de los valores de la producción. El proceso de ajuste y de transformación discurre hasta que se logra la nivelación de las tasas en juego.

Pasemos a suplementar el proceso de transformación iniciado antes con el título de “El Problema de la Transformación, Segunda edición":
www.aporrea.org/ideologia/a120875.html


Recordemos que este Cuadro 3.1 se deriva del Cuadro 3 recogido en la entrega del problema de la Transformación, Segunda Edición ya citada:
(http://www.aporrea.org/ideologia/a120875.html).

Observemos la discrepancia entre el valor de los salarios (v) más la ganancia del Sector I = (40 + 44,6), con el valor del capital constante del sector II = 80. Esta diferencia pareciera irrespetar la condición de equilibrio, según la cual:

cII = vI + plI .
Pero bien miradas las cosas, no podemos repetir la citada confusión y yerro de, por ejemplo, Paul Sweezy. Este economista consideró que, según los cuadros de Marx, y propiamente el correspondiente al que recoge los precios de producción: “Tabla III a. Cálculo del Precio, por Marx”, rompía el equilibrio propio de la Reproducción Simple, gobernada por la igualdad anterior.

Sweezy comete el error de considerar que el “método marxista de transformación es lógicamente insatisfactorio” porque, por ejemplo, en mi cuadro 3.1, evidentemente, según vimos antes:
80, de capital constante en el Sector II, ≠ (40 + 44,6); este valor que, cubre el valor que, en bienes de consumo , demandarían los asalariados y capitalistas del Sector I. El excedente diferencial de ese sector por valor de 4,6 se compensa, en conjunto, con la pérdida de poder de compra que sufre el valor de la ganancia del sector II. ( valor de 15,4, en lugar de 20).
Sweezy y sus repetidores pasan por alto, o no lograron comprender, que la composición orgánica del Sector II prevé 80 para su capital constante ya que este se halla en una relación de 4/1, respecto del capital variable que se mantiene incólume. Ese valor de 80 procede del Sector I, productor de medios de producción, un valor que alcanza el precio de producción de 84,6 debido al proceso competitivo transformativo y distributivo del todo el plusvalor explotado a los aslaraidos de la economía en su conjunto.
Vemos que el trasiego de plusvalor del S. II al I está respetado y balanceado. Toda la dificultad de estos cuestionadores del valor trabajo (objetivo final de todas esas críticas vulgares contra el Libro III de El Capital) estriba en que este sector II compra del sector I, a precios de producción (84,6) medios de producción cuyo valor de partida = 80, según se exhibe en el Cuadro 3, por concepto de “demanda” II.
Como vemos en el Cuadro 3.1, todas las condiciones de equilibrio están respetadas y el sistema se estabiliza cuando se arribe a esos valores transformados en unos precios de producción, tales, que garanticen matemáticamente una tasa de ganancia común para todos los capitalistas involucrados.
El resultado final es un trasiego de plusvalor del Sector II al Sector I que se logra mediante la competencia distributiva entre ambos sectores: no ya por el mercado como tal, sino por el reparto igualitario y proporcional de todo el plusvalor arrancado en todas las fábricas con inclusión de las que operan con diferentes composiciones orgánicas de capital. Esta competencia se mantiene hasta tanto se logren precios de producción satisfactorios del objetivo perseguido.

Porque, de resultas, las mercancías no se venden como tales, según el valor del capital salarial o variable, sino de todo el capital invertido en su producción, y, agregamos, con inclusión del plusvalor impregnado con fuerza de trabajo viva sobre ese capital constante apropiado por el capitalista.



El Problema de la Transformación, Suplemento III
(Los precios de producción se miden en valor trabajo, no así los precios de mercado)

Manuel C. Martínez M.
27/04/2011

En el Suplemento II afirmamos:

“Los precios de producción (pp) de las mercancías son una categoría macroeconómica que en suma recogen el equivalente de todo el valor trabajo creado durante un período económico más la cuantía del capital constante insumido en el volumen de producción del periodo correspondiente, o, lo que es lo mismo, según la definición original usada por Marx: son la suma del precio de costo invertido en cada fábrica, más la tasa de ganancia media que subsume toda la ganancia apropiada por todos los fabricantes activos.” Estos pp son resultado del movimiento del capital en sus fases producción-circulación, ya que la fabricación de mercancías va al mercado para unir medios de producción con mano de obra, y regresa a aquel para venderlas. En régimen capitalista no se concibe la producción por un lado, y el mercado por otro.

Lo que dijimos fue que el valor trabajo rige para todo el conjunto de capitalistas en funciones, mientras que para cada fabricante rigen los precios de producción; también rige el valor trabajo para aquellos fabricantes que operen con composiciones orgánicas medias (coincidencia de precios de producción con el valor de los bienes comercializados).

En el Libro I (El Capital) se vio la transformación de la plusvalía en ganancia; ahora, en el Libro III, se trata de la segunda transformación de la plusvalía en precios de producción. Es esta nueva transformación es la única manera de que todos participen con una misma tasa de ganancia independientemente del número de aslaraidos que trabajen en sus fábricas individuales, e indiferentemente de la composición orgánica de sus capitales, porque son estas diferencias en la contratación los insumos en de mano de obra y medios de producción las que obligsa a dicha transformación, como si se tratara de una sola fábrica en la cual medios de producción y mano de obra de cada fábrica fungieran de departamentos y secciones técnicamente diferentes, y cuyos inversiones departamentales formaran una sola masa de capital que aspira determina y única tasa de ganancia.

Tal transformación la expusimos en los cuadros que ahora reproducimos y que nos permitirán entran los detalles e incidencias que tienen estos pecios de producción como base para la formación de los precios del mercado de los consumidores finales.

Cuadro 3.1

I) 250 40 44,6 334,60
II) 080 20 15,4 115,40
-----------------------------------------
330 60 60,0 450,00
-----------------------------------------, para PP = precios de producción.

En ese Cuadro 3.1, aparecen conjugados los valores con los precios de producción (pp). Unos costes están expresados directamente en valor, y otros transformados en pp, porque si los valores fueran iguales a los precios de venta, entonces el sector II se llevaría una mayor tasa de ganancia que el otro sector, según el Cuadro 2 que ya conocemos:

Cuadro 2
SPG Realizado al valor
------c----v----g-----P------g/c+v-----V---
I 250 40 40 330 13,8% 330

II 80 20 20 120 20,0% 120
330 60 60 450 15,4 % 450
-------------------------------------------------
Allí los precios (P) coinciden con los valores (V). Eso crea una inestabilidad y choca con la conciencia burguesa que impone una tasa de ganancia pareja para todos, habida cuenta de que cada capitalista siempre anda a la búsqueda de aquel mercado que dé mayor tasa.

Como nos explica David Rosenberg:

“Si en los costos de producción y la ganancia se extingue toda diferencia entre el capital variable y el capital constante, y la plusvalía aparece como fruto de todas las partes de capital, entonces en esta forma transfigurada ella debe ser igual para todos los capitales de igual magnitud.”

Precisamente, por esa ineludible consecuencia, citada por este brillante y magnifico traductor e intérprete marxista, el logro de una igualación de las tasas de ganancias pasa por esta segunda transformación de la plusvalía, para su traducción como precios de producción; esto es, un reparto intraclasita del plusvalor entre los diferentes capitales, porque sólo así se explica y convalida la realidad económica de la plusvalía, o, lo que es lo más importante, en este segundo nivel de concreción, o segunda transformación, nos va la posibilidad de seguir sosteniendo y demostrando que en este sistema capitalista rige la “explotación del hombre por el hombre”, que la ganancia empresarial procede de la explotación de los asalariados, y no de todo el capital, sino de su parte exclusivamente variable; que la ganancia no procede del mercado, como se viene sosteniendo desde los empíricos y enriquecidos mercantilistas para acá, ni llega a los bolsillos burgueses como don divino merecido por el altruismo empresarial, según versiones religiosoluterans.

Bien, en el Cuadro 3 de entregas anteriores, también vimos cómo se trata de una demanda de medios de producción que valen 80, y son comprados al precio de 84,6, y vimos que los trabajadores y empresarios del sector I demandan bienes de consumo por valor de 84,6 a cambio de una oferta de medios de producción cuyo valor es de 80. De perogrullo, quienes venden son los empresarios, y cualquier sobrevalor obtenido o perdido con motivo de estas transformaciones de valores en precios va con cargo ellos y no a los trabajadores. Por esta razón, los sobrantes y faltantes de valor que reflejan los precios de producción sólo se reflejan en los ingresos finales de los respectivos empresarios, en sus correspondientes ganancias.

Tales diferencias entre valor y precios de producción, favorables para el sector I y desfav. para el otro sector, van con créditos y cargos, respectivamente, para los capitalistas del sector I y II. Los capitalistas del s. I reciben un monto de 44,6 de valor trabajo en lugar de 40, y los capitalistas del sector II reciben sólo 15,4 de valor a cambio de 20 valor trabajo por concepto del plusvalor que le dejan sus trabajadores.

Un corolario importante es que sepamos respetar la diferencia entre estos precios de producción que reflejan y miden cantidades de valor, y los simples precios de mercado, ya que estos suelen apartarse del valor, tanto así es, que algunos precios de mercado son usados para “valorar” bienes o valores de uso que no son productos del trabajo, como la tierra, el petróleo, los minerales vírgenes, etc., todos estos son bienes de uso que se tratan como mercancías, y como tales reciben precios de mercado. El precio de producción es un precio valor trabajo.

Ahora pasemos a ver los efectos que producen esas transformaciones en los consumidores finales:

Como las mercancías representan una simbiosis de valor de uso con valor de cambio; como este responde a una valoración social que, si a ver vamos, no guarda relación cuantitativa alguna con la utilidad de la mercancía en juego; y como valor de cambio sólo sirven para su mercadeo, y, precisamente, por esta razón el comerciante puede operar con independencia de dicho valor de uso, y en consecuencia, puede abandonar el coste real de su producción.

Ignora cuánto cuesta realmente las mercancías, y se limita a contabilizar sólo su precio de costo (medios de producción, depreciaciones y salarios. Los grados de explotación del trabajador aparecen como accidentes, a tal punto de que los “buenos” patronos hasta llegan a ser muy queridos por sus explotados.

Como el valor de cambio es una medida del trabajo socialmente empleado en su producción, al pasar por el mercado los consumidores finales o demandantes recibe la mercancía portadora de ese valor de cambio como valores de uso, pero para los comerciantes vendedores se trata de dinero, de valores de cambio. De allí que estos comerciantes y fabricantes puedan hacer todo tipo de malabarismos para: 1 divorciar los precios de mercado y de venta del valor que haya costado la mercancía del inventario; 2.- terminarán atribuyendo a sus astucias y organización gerencial cualquier diferencia entre precios de coste y precios de ventas, es decir le atribuirán al mercado, al trueque de valores de cambio, la fuente de sus ganancias.

Eso funciona así y perfectamente cuando pensamos que la fuerza de trabaja requiere alimentos y afines para mantenerse en buen estado. Cuando el trabajador compra su cesta básica no efectúa un cambio de valores a la par, sino que entrega dinero a cambio de las satisfacciones que les pueda brindar la mercancía adquirida. Entrega valores cuantitativos y recibe valores cualitativos.

Pero, cuando el capitalista comerciante y el fabricante venden una mercancía venden valor trabajo, dinero transformado en mercancías, y ese dinero quiere reponerlo con creces. El trabajador cuando consume su cesta básica, ciertamente pagó su salario, pero su uso o consumo no lo repone, sino que recibe nutrientes que lo mantienen y reponen a él, no su salario, sino a su fuerza de trabajo. Mientras el capitalista, al vender su mercancía repone el capital con que compró el valor de los medios de producción-abstracción hecha del precio satisfecho-y repone el salario, y también, aunque lo ignore, ve acrecentado su capital cuando el trabajador le repone su capital añadido a una plusvalía vaciada sobre sus medios de producción-antes de ir al mercado, donde este valor se trueca en ganancia .

El capitalista lleva la contabilidad que recogemos en el siguiente Cuadro 4:







Libros del capitalista

Debe
------------------------------------------------------------------------
Capital empleado en medios de producción circulantes
Depreciaciones
Alquileres
Salarios
Otros
--------------------
Costo de esos valores de uso: = X
------------------------------------------------------------------------
Haber
----------------------------------------------------------------------
Cierta cantidad de mercancías cuyo valor es el de los cargos anteriores
-----------------------
Valor de cambio estimado de esas mercancías = X
---------------------------------------------------------------------------------

Pero, según la Contabilidad marxiana, científica y verdadera:

El costo verdadero de aquellos valores de uso = X, más el plusvalor, antes de ir al mercado

Por supuesto, ese plusvalor que se trueca en ganancia en el mercado, puede entonces oscilar hasta detenerse con el juego de la demanda oferta hasta que las tasas de ganancia se igualen para cada capitalista. Si el capitalista reconociera la plusvalía, en sus libros aparecería ésta y sabría de inmediato que su tasa de ganancia difiere en un más o en un menos de la obtenida en otras fábricas con diferente composición orgánica de capital. Lo que hizo Marx fue descubrir la contabilidad oculta ante los cegatos ojos de un comerciante que todavía se hallaba- y así sigue- en las acuosas y oscuras rutas mediterráneas de aquel Oriente Cercano desde donde los fenicios partían repletos de mercancías para cambiarlas por dinero o por otras mercancías exóticas.

En resumen: o se respetan los precios de producción como precios calculados a partir de los valores de las mercancías, o naufraga la teoría del valor, de la plusvalía, de la explotación del asalariado, o seguimos ignorando el origen de la riqueza, con lo cual habría que empezar a quemar todos los libros sobre Economía, tanto marxistas como premarxistas y posmarxistas, porque sin conocer ese origen no habremos hecho otra cosa que especular sobre bizantinidades.

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