sábado, 15 de febrero de 2014


‎miércoles, ‎13‎ de ‎febrero‎ de ‎2013, ‏‎08:58:56 a.m.
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¿Qué es primero: la regulación del mercado, o la del Estado?


Manuel C. Martínez M.
09/03/2012 8:02:42


De entrada, la regulación de los precios parte de los propios centros fabriles, no puede ser de otra manera. Los comerciantes terminan concretando los que reciben de sus proveedores, y el Estado hace algunos ajustes comerciales posféstum y convencionales, por aquello de su objetividad e imparcialidad constitucional o política frente a productores y consumidores finales, una suerte de conciliación con ambas partes, soportada por los anacrónicos consejos rusonianos. Sólo cuando un Estado (?) funja de productor directo[ii], y con técnicas capitalistas, puede inferir con mayor certeza cuánto vale muy aproximadamente cada unidad de mercancía procesada en condiciones medias burguesas. Los chinos tienen una gran experiencia al respecto.





Más dialéctica no puede ser la interrogante que nos ocupa; la respuesta histórica más cercana a la verdadera dependerá de la postura filosófica asumida por los examinados. Como sabemos, preguntas dicotómicas como esa fueron subsumidas en la que hoy se halla perfectamente resuelta. Hablamos sobre lo que fue primero entre “la gallina y su huevo”. Para quienes sostienen criterios mecanicistas, idealistas o cibernéticos, Adán, por ejemplo, nació completico sin evolución biológica alguna, no conoció la niñez ni la bebidad. Así, pues, los precios parecen estar dados en el mercado y ya, sin gestación previa alguna, como si fueran independientes de su cadena evolutiva de costos desde la primera mercancía usada como materia prima y demás medios de producción, así como los de los proletarios y proletarias, obreros y obreras, que aparecen en el mercado ya ofertando su mano de obra, creciditos y creciditas, comiditos y comiditas.


Los apologistas tradicionales de la Economía posclásica seguirán sosteniendo que tal pregunta resulta anacrónica, que el mercado, que el comercio, que la compraventa, darían libremente cuenta de todas las regulaciones de precios, ganancias, satisfacciones, demandas, ofertas y de todo lo relacionado con la dinámica económica. Y serán tan obstinados y majaderos en ello que hasta “sin querer, queriendo”, niegan la explotación dentro de la fábrica de asalariados[iii]  .


Por su parte, los gobernantes seguidores de consejas no marxianas ni marxistas, sino, más bien, consejos desfasados como los de   Juan Jacobo Rousseau, como ejemplo paradigmático de atraso científico, de parte de sus seguidores modernos optan por que sea el Estado el primer regulador. Rousseau vivió antes de nacer Carlos Marx, y a  él se le excusaría  por desconocer los adelantos sobre las verdaderas causas de la pobreza de los hombres en las sociedades clasistas, causas descubiertas por Marx y Engels. Tales seguidores desfasados en el tiempo, confían en la intervención constitucional y contractual del Estado para garantizar con “imparcialidad”, la estabilidad social y los derechos de las partes, indistintamente, la de patronos y trabajadores, la de capitalistas y aslaraidos, la burgueses y proletarios.

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[i] http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com marmac@cantv.net
[ii] Es de señalarse que la posibilidad de que el Estado asuma la producción directa de tal o cual mercancía no garantiza mayor exactitud en los precios de fábrica que sirvan de referencia para las regulaciones estatales pertinentes y para el logro de los precios más adecuados, habida cuenta de que se trata de una producción capitalista, y como tal debería enganchase con todas las empresas del ramo, nacionales y extranjeras. Estas últimas entran en la competencia mundial involucrada en cualquier mercancía de producción. Ninguna empresa privada gobierna, ni prevé, ni controla la infinitud de procedimientos y costes personalísimos y hasta arbitrarios de todo el aparataje mundial productivo, de partes, repuestos, maquinarias equipos, técnicos y profesionales, sueldos de diferentes nacionalidades obreriles, etc., costes estos que gozan de una independencia natural en su dinámica organizacional,  sus adelantos tecnocientíficos y con la carga de las diferentes legislaciones correspondientes a cada Estado afectado en la muestra del caso. Buena parte del comercio interfabril se realiza directamente de fábrica a f., sin pasar por la mediación de tercero.
[iii] Allí se fabrica pobres”, allí no sólo se fabrica mercancías, sino el propio modo de producción burgués, mismo que se ve constantemente reciclado y hasta repotenciado mediante maquillajes que la propia dinámica económica va imprimiéndole a sus organizadores. Tal es lo que ahorita, dentro del capitalismo mundial, experimenta (redundancia adrede) la relación capital variable/ctal. constante y que se nos presenta como la más reciente manifestación de posible unión de los proletarios del mundo, tan acertadamente pronosticada por Carlos Marx, a pesar de que sus editores comerciales han hecho lo imposible por sugerir que él solicita esa unión, siendo la verdad que, más bien, la dedujo de sus exhaustivos análisis y crítica del Capital. El ejemplo y asomos de esa posible alianza proletaria lo observamos en los “indignados” europeos y en los ex marginados de Suramérica quienes ahora reciben las los beneficios políticos inmediatos de un generoso paternalismo exacerbado como jamás antes se conoció dentro del Estado burgués.








¿Cómo se compagina tanta promisión subjetiva con las obligaciones  constitucionales?


Por: Manuel C. Martínez M.
08/11/2011 7:39:57
Fuente: http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com/


La primera manifestación de incumplimiento y de violaciones impunes de la Constitución por parte de los gobernantes de estos “mercados” , conocidos con el atavismo de Estados, viene dada por el consuetudinario y trillado paquete de promesas que los aspirantes a Presidente, Gobernadores y Alcaldes suelen hacer para ver si enganchan por enésima vez a sus potenciales subordinados y futuros poderdantes del Patrimonio Nacional que estos pondrán en sus manos a riesgo de que se lo cojan, lo regalen, o lo malverse de variopintas maneras.



Efectivamente, pongamos por caso, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela prevé taxativamente cada una de las obligaciones del funcionario público, de los Poderes nacional, estadal y municipal. Veamos:


Art. 137.- Esta Constitución y la ley definen las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público, a los cuales deben sujetarse las actividades que realicen.


Art. 139.- El ejercicio del Poder Público acarrea responsabilidad individual por abuso o desviación de poder o por violación de esta Constitución o de la ley.


Pensamos que los feudaloides “juramentos” que solemne o apayasadamente cumplen, so pena de ser “juzgados” por la república y sus leyes o por poderes divinos extraterrestres, salen sobrando.


Art. 144, Aparte único.- La ley determinará las funciones y requisitos que deben cumplir los funcionarios públicos para ejercer sus cargos.


Art. 145.- Los funcionarios públicos y funcionarias públicas (sic) están al servicio del Estado y no de parcialidad alguna. Su nombramiento o remoción no podrán estar determinados por la afiliación u orientación política.


Ese Art. ha sido uno de los más descarados y vulnerables e impunemente violados a cada segundo de vida gubernamental; el carnet o afiliación política ha reemplazado eficazmente toda esa leyenda constitucional.



Capítulo II, íntegro: De la Competencia del Poder Nacional.


Como puede corroborarse yendo a la lectura de toda esa legislación, pareciera que las promesas electorales siguen respondiendo a férreos atavismos feudaloides que se importó desde que la primera planta extranjera pisó tierra firme e insular en lo que desde entonces dio en llamarse Venezuela.


Lo curioso es que pareciera que de antemano se coadmite que los funcionarios públicos pudieran no cumplir con las obligaciones que taxativamente les corresponde como tales funcionarios, y que la población espera cada nuevo ejercicio electoral para ver qué cumpliría el aspirante, según sus promisiones, al margen de lo que diga o no diga la Constitución del caso.


La población, pues, sería la encargada a posteriori para sancionar con su voto. Al parecer, todo un contradictorio mecanismo popular para obviar la Ley que precisamente contiene disposiciones electorales.


Nueva Fórmula para Competir y Destruir
‎sábado, ‎05‎ de ‎noviembre‎ de ‎2011, ‏‎04:58:18 p.m. |
Por: Manuel C. Martínez M.
Fecha: 05/11/2011 10:07:20
Fuente: http://www.sadelas-sadelas.blogspot.com/


Varios importadores y fabricantes de jabón de tocador y lavar se pusieron de acuerdo: decidieron comprar la más vieja compañía jabonera nacional, de esa mercancía, la tradicional y de oferta más barata, y que es o era especial para la inmensa mayoría de sus usuarios.


Como se trata de un bien de primera necesidad presente hasta en los más indigentes, hasta de quienes lavan a la orilla del río, entonces aquellos capitalistas deciden desmejorar al máximo su calidad original, al punto de que el cliente tradicional termine abandonándolo y forzosamente comprando de las demás marcas pertenecientes, precisamente, a los socios de esta fábrica adquirida pra sacarle el jugo al truco de la competencia ruinosa.



En este caso, se trata de una autodestrucción que, paradójicamente, resultaría gananciosa. Lo que ganan con sus ventas en el resto de las compañías del ramo, fabricantes e importadores, cubre con creces la posible pérdida de la recién comprada.




Enseñemos otra Moraleja de las Vacas Gordas y V. Flacas [1]
‎lunes, ‎29‎ de ‎agosto‎ de ‎2011, ‏‎03:24:02 p.m. |
La Biblia  diviniza   las crisis económicas
Manuel C. Martínez M.
30/08/2011 15:06:14


Más de 16 décadas lleva la humanidad clasista negando “la explotación del hombre por el hombre”[2], luego del hallazgo científico más portentoso e innovador que investigador alguno haya alcanzado sobre la faz de la Tierra, de una talla y genialidad  sólo igualable (como mínimo)  a Copérnico, de quien metafóricamente se admite que “detuvo al Sol desde su rústico laboratorio”, o a la del  inmenso Galileo,   predecesor  del gigante  Isaac Newton, y a la del  equipo   descubridor y estructurador de la Mecánica Cuántica, base tecnológica de la flamante industria informática, cibernética,  satelital y galáctica.


Ocurre que Carlos Marx descubrió y soportó con basamentos indeleznables, aunque sí negables, el origen de la pobreza, al lado  la riqueza material, de los males sociales en general, más allá e inclusive de aquellos a los que se le atribuye causas biofísicas,   naturales o “divinas”. El loado  Jesús de Nazaret, por ejemplo, siempre entendió, según versiones del Nuevo Testamento religioso, suerte de “historia” antigua y empírica por excelencia,  que la pobreza era un asunto de   iniquidad humana,  de inmisericordia, de actitudes diabólicas sembradas ínsitamente en la mente de los esclavistas de marras.


Más de 160 años negando el carácter socioeconómico de los vaivenes de las llamadas   crisis  sociales que en no pocas ocasiones se las ha  atribuido a “mandatos divinos”[3], en un plano de igualdad interpretativo con las catástrofes  estrictamente naturales como las erupciones volcánicas, o la estrepitosa llegada de impactantes meteoritos.


Hoy se presume que muy probablemente muchas desgracias   marítimas, pluviales  o meteorológicas de toda índole, son perfectamente imputables  a la gruesa, larga, polvorienta  o morosa factura de las clases dominantes por su condición de propietarios exclusivos de los valiosos  medios de producción,  como la tierra, para citar el ejemplo más representativo de ellos, particularmente dentro de las condiciones actuales burguesas, un sistema de producción que como ningún otro anterior confronta insaciables necesidades de acumulación de riqueza de capital procedente de fresca plusvalía y, consecuencialmente, de mercados en permanente renovación, expansión y sostenimiento.


Son esas necesidades capitalistas in crescendo las que  irrefragablemente les impone el sistema a sus agentes. No se trata en nada de iniquidad subjetiva, por el contrario, el capitalista es la primera   y adinerada víctima del sistema que tanto defiende, y no precisamente por asomos de masoquismo o maquiavelismo alguno[4].


No se trata de facturas contables, sino de cargos sufridos como agentes involuntarios de un sistema que mantiene obnubilado y alienado al mundo con la idea de la riqueza fácil, despersonalizada y carente de solidaridad humana. Y conste que esa factura pendiente de cobro es independiente de la que adeudan por concepto de apropiación indebida de la mayor parte de la riqueza material dejada en feraces campos agrícolas, en complejas residencias y en las fábricas y comercios de explotación de los trabajadores a su cargo.


Vayamos al punto: En la reciente entrega de la nueva serie, “Enseñemos”, a la cual esta le sigue inmediatamente,  señalamos cómo las ganancias burguesas registradas anualmente por el Estado esconden y aíslan del resto de la sociedad  la ganancia acumulada por los explotadores[5]. Una ganancia en la que los ejercicios económicos industriales producen  y alimentan vacas gordas, pero,   al final se convierten en vacas flacas porque los procesos productivos, si bien son continuos en la práctica laboral, lucen arbitrariamente discretos en los libros de la Contabilidad capitalista.


El caso es que, por ejemplo, cuando un Estado confronta calamidades sociales, como buen Estado burgués jamás acusan vacas gordas y cierra sus ejercicios burocráticos con permanentes vacas flacas que debe alimentar a punta de créditos púbicos con cargo a los criados del asalariato, y/o con dádivas de empresarios que terminan arrogándose cualidades filantrópicas que tan caras les resultan fábricas a dentro.


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[1] Cónfer: La Biblia, Génesis, Cap. 39.
[2] http://www.aporrea.org/actualidad/a17981.html

[3] Ver Nota 1 de esta entrega

[4] Carlos Marx, El Capital, Prefacio de la Primera Edición, 1867.
[5] http://www.aporrea.org/actualidad/a129190.html








 













 

Conozcamos la Piratería Universalizada
‎domingo, ‎14‎ de ‎agosto‎ de ‎2011, ‏‎07:32:18 p.m. |
La Economía, una ciencia con licencia para vulgarizarse
Manuel C. Martínez M.
15/08/2011 19:21:01


Esta entrega, como lo hacen algunas precedentes y similares, busca deslastrarnos un poco de la difundida y arraigada “piratería” que sigue reinando en la calle, en la Universidad, en Política, en esquinas y bodegas, en el pesado acervo cultural de gente con bajo perfil académico y, lo más grave, en gente con toga, birrete “y todo”. Desde aquí invitamos y solicitamos un poco de respeto por la Ciencia de la Economía Política que es la ciencia, tal vez, más pirateada por legos e ilustrados, por variopintos gobernantes y periodistas, paraperiodistas, de este y de otros mundos.


La gravedad revestida por esta situación de piratería universalizada se agiganta cuando caemos en la cuenta de que los Colegios de Economistas del mundo tienen inscritos en sus nóminas de afiliados a un buen número de acreditados farsantes o adulterados de esta ciencia. Hablamos de los falsificadores de oficio, por así decirlo, representados por profesionales con formación más contable que de otra cosa, más precapitalistas que Economistas, más parlanchines que pensadores.


Y conste que estos profesionales no ejercen esta piratería de manera deliberada ni mucho menos malintencionada, salvo algunos raros casos de apologistas y renegados de cuyos nombres no debemos ni acordarnos, que nunca fueron y quienes ahora parece que fueran son lo que tampoco son.


Este toerismo sólo favorece al capitalismo, habida cuenta de que con ello se impide la correcta interpretación del verdadero significado y trascendencia sociológica, ideológica y económica del saber propio de la Economía Política científica que es otra cosa diferente, radicalmente diferente, a la Economía Vulgar o Econ. propia de mercachifles anteriores a los clásicos de la Economía Política, y de los posteriores a Carlos Marx.


Son esos economistas de bajo perfil y quienes se acostumbraron a citar a Carlos Marx para insultarlo postmórtem, y dan en llamarle, esos mismos piratas: ortodoxo, desfasado, superable, etc., pero resulta que en ninguna zona geosociológica hasta ahora ha sido aplicado Marx con el merecido carácter universal de su oferta científica que él nos hizo hace más de 150 años, y que el pueblo trabajador no ha podido todavía demandársela con la fuerza y el volumen demográfico proletario que se armonizaría con semejante y revolucionario aporte científico, una oferta literaria económica científica que, por ahora, sigue siendo “mucho camisón pa’ Petra..


Es de inferirse que este pirateriomo a ultranza nos viene dado porque el comercio y el “bodeguero” son de vieja y larga data, valga la redundancia. Pero ser pulpero ni ser alfabeto nos acredita para ejercer la crítica y praxis de esta interesante ciencia. Conocer determinado bagaje terminológico adquirido en calle y bodegas, en escuelas, academias y universidades, sólo nos permite la comunicación interdisciplinaria, pero hasta allí.


De lo que no somos profesionales o especialistas, es mejor no pronunciarnos, sin citar fuentes. Recordemos el triste caso del señor (Barón) Karl-Theodor zu Guttenberg[1] . Es ridículo seguir hablando y opinando in cualidad específica, cual periodista de tercera, tipo Bocranda que tanto criticamos, o como Fausto Malavé, o como un vulgar político de tercera, cual profesional de tercera, cual bodeguero de primera, de segunda y de tercera.


Todos nos debemos respeto entre sí, pero sobre todo debemos respetar las fronteras del saber. Conocer elementalidades de Medicina, por ejemplo, no nos acredita para 4efritar consejos colgados en Internet, verbigracia. Para jactarnos de saber leer, debemos previamente  saber que sabemos poco, como lo afirmó, por boca de Platón,   el griego Sócrates, según Filosofía Universal de libre acceso en el mercado correspondiente.
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[1] “La oposición, sin embargo, exige ahora la dimisión del ministro. "¿Usted cree que una persona puede falsificar 270 de 400 páginas de su tesis sin querer?", preguntó el líder del partido socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, a la jefa del gabinete. Y apuntilló: "Todos sabemos que usted (Merkel) tiene un estafador en sus filas". Cónfer:
http://www.elpais.com/articulo/agenda/Ministro/baron/rico/copion/elpepigen/20110227elpepiage_1/Tes


Conozcamos la Formación de los Precios de Fábrica o “Costes Marginales", Segunda Parte (ii)
‎jueves, ‎28‎ de ‎julio‎ de ‎2011, ‏‎07:27:08 p.m. |
(La fábrica estima primero el precio, y luego el mercado lo ajusta al valor)


Manuel C. Martínez M.

25/07/2011




“Cada vendedor no puede encarecer en forma permanente sus mercancías, a no ser que también se someta a pagar siempre más caras las de los otros vendedores. Y por la misma razón, ningún consumidor llega a pagar habitualmente menos caro lo que compra, salvo que se someta también a una disminución similar del precio de las cosas que vende.”[1]





Observación preliminar: En ese epígrafe hay un sentido macroeconómico que no puede perderse de vista. Generalmente, cuando se elucubra sobre cuestiones económicas solemos echar mano a casos aislados, a particularidades. Muchos amantes de la Economía escogen casos como “una (1) arepera”, y hasta más allá: “una (1) arepa”. Otros citan una pieza de carne de res. Por supuesto, los hay que toman en forma modular la casa que construyeron para su hogar y le siguieron los pasos a toda su construcción en materia contable, cosas así. Esta tendencia irrefrenable a la comisión de desaguisados como esos debe evitarse si se quiere tener ideas más claras y acertadas sobre una ciencia que se las ha traído consigo misma, y sigue trayéndoselas por la sencilla razón de que hay apologistas de la Economía Política Vulgar que basan sus “academizados” criterios y defensas del sistema burgués de producción sobre semejantes menudencias.




Hecha esa digresión, vayamos al tema que nos ocupa: Como hemos señalando en la Primera Parte, las supuestas ganancias que dejarían las unidades que se hallan representadas en la curva de costos marginales (ver figura siguiente) no son otra cosa, en conjunto, que la plusvalía no reconocida por el fabricante, única forma de explicarnos con lógica, coherencia y sinceridad, por qué el fabricante logra vender por encima del subcosto que él registra en sus libros, habida cuenta de que lo hace sin asentar explícitamente el aporte de valor excedente que dejan sus trabajadores por cada unidad salarial recibida diariamente[2].



 Para: CP=Costes y precios; D= Curva de demanda; O= Curva de Oferta = C. de “costes o valores marginales”; Q= Cantidades ofrecidas y demandas; Zona zigzagueada= Ganancia obtenida cuando se logra el equilibrio entre demanda y oferta.






El caso es que ningún fabricante determina su ganancia mediante la diferencia aritmética entre el precio unitario de venta y el costo unitario, tal como lo dejan entrever los espejismos contables identificados como coste marginal, productividad marginal y otros artilugios propios de la Economía Vulgar y apologética del sistema capitalista.

De resultas, como la contabilidad burguesa ignora la plusvalía y limita sus cargos por concepto de mano de obra al volumen de salarios causados, se deja al mercado los ajustes pertinentes del precio de venta que ya el fabricante tiene en mientes (zona zigzagueada en la grafica superior que representa los excedentes de valor al que se vende sobre el valor que se paga al asalariado) y precio de venta con el cual lanza su oferta. Por experiencia, esos ajustes ya se han realizado, y el mercado limitará sus cambios y diferencias coste-valor a las variaciones de precios que vayan apareciendo, inclusive por ofertas de mercancías ya registradas, como son los casos inflacionarios, los cambios de paridad cambiaria, crisis ocasionales, inestabilidad política y afines.


Ese cálculo de costes marginales explica el entusiasmo y sigilo[3] que pone el productor en el control de precios de costo, sus economías, sus cargos hasta de las más insignificantes compras que realicen sus administradores; lo hace con tanto esmero y vigilancia como el puesto en los incrementos y sostenimiento de la productividad de sus trabajadores. De esa manera busca maximizar su producción de plusvalía y minimizar sus costes en dinero invertido, y cumple con la famosa ley de oro de la Economía Vulgar: “Mínimos costes y máxima ganancia”.


Hemos indicado en entregas anteriores [4] que la “concurrencia” de muchos en el mercado les permite a los vendedores y compradores conocer de los precios vigentes en cada momento, salvo que se trate de innovaciones mercantiles cuyos precios va introduciendo el fabricante hasta que poco a poco logre imponer y fijar el que más rentabilidad de deje. Recordemos que la penetración del mercado supone ensayos, descuentos, facilidades, publicidad, etc., pero, muy especialmente la introducción de unos precios ex ante que quedarán sujetos a todos los ajustes que a bien tenga la “mano invisible” con la que ya estamos familiarizados.


El mercado se ocupará sencillamente de frenar las ventas con precios distanciados del valor promedio que la propia dinámica, con sus obsolescencias e innovaciones, y la experiencia bursátil haya señalado. Como hemos dicho, el mercado terminará imponiendo el valor de las mercancías con un error mínimo, con lo cual la valoración de sus costes que haya hecho el fabricante tenderá a quedar ajustada a los cargos estándar por conceptos no menos estandarizados, entre los cuales se hallan las depreciaciones de medios de producción fijos o medios de trabajo, de los alquileres, del gasto administrativo, de las plantillas gerenciales, jurídicas, seguros, vigilancia, decoraciones y afines.


De esa forma, el plusvalor creado en fábrica no sólo queda reconocido por el mercado[5], sino que, por falta de regulación de “costes y precios justos” se admite los costes de medios de trabajo como costes imputables al precio fijado por el fabricante para sus ventas, cargos que, además de esquilmar a los consumidores, al lado de la explotación por concepto de plusvalía, sirven para burlar el IS/R de todos los países burgueses. Venezuela, 28/07/2011 12:47:50
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[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. V, Nota 14.


[2] Carlos Marx, Ibídem.


[3] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. VII, Subc. I.


[4] http://www.aporrea.org/tiburon/a127142.html

[5] “El intercambio que se hace de dos valores iguales no aumenta ni disminuye la masa de los valores existentes en la sociedad. El intercambio de dos valores desiguales…tampoco modifica la suma de los valores sociales (macroeconómicos), aunque aumente la fortuna de uno en lo que quitó de la fortuna de otro.” (Carlos Marx, Ob.cit., Cap. V, Nota 19. Introduje el paréntesis.

Conozcamos la Formación de los Precios de Fábrica o “Costes Marginales", Primera Parte (i)
‎jueves, ‎28‎ de ‎julio‎ de ‎2011, ‏‎07:08:30 p.m. |
(Primero la fábrica estima el precio y luego el mercado lo ajusta)


Manuel C. Martínez M.

28/07/2011 12:46:29





Luego de calcular sus costes globales de producción, usualmente denominados “costes de fábrica”, el capitalista fabricante aspira una ganancia que cuantifica en determinado % del capital global empleado y consumido. Digamos que no se va al mercado a lograr un precio de su oferta, según la competencia del caso con otros fabricantes, para luego descargar aquellos costes del valor de la oferta vendida y así averiguar, por defecto, cuál ha sido su ganancia. Es todo lo contrario.


Sin embargo, en la literatura económica burguesa, su contabilidad maneja los llamados “costes marginales”[1] de producción, que son recogidos en los llamados “gráficos de rentabilidad”[2] , y con estos elabora sus flujos o curvas de costes (inversiones de capital). Esos costes marginales son una ficción numérica que sirve para enmascarar la plusvalía, sin que necesaria ni deliberadamente ningún economista ni contable, ni analista de costo de la burguesía, se lo hayan propuesto así.
 
 
La curva de costes marginales, que es la inversa de la curva de la productividad marginal (otra ficción económica)[3] ha sido un ingenioso artilugio contable que logra contabilizar ex ante el costo o valor de producción, inclusivo de una ganancia (plusvalía) muy bien estimada que, como coste de fabricación, el mercado ex post reconocerá como precio de mercado, luego de dar cuenta de los errores (entre precios y valor trabajo) y de la puja entre oferentes y demandantes, de fabricantes entre sí, y entre estos y sus respectivas clientelas. Veamos la siguiente “gráfica de rentabilidad”:







Para C P = costes y precios; Q = cantidades demandadas y ofrecidas; D= curva de demanda, y O= c. de oferta.




Ocurre que, según esa gráfica, en la curva de costes marginales (curva de oferta O) cada punto de ella representa un “costo marginal” de hecho y cuidadosamente calculado dentro de la empresa, y representa a la vez un precio ex ante que es superior al precio de todas las demás unidades precedentes y pertenecientes a la misma curva en cuestión. Para el punto de intersección de ambas curvas, esa ganancia esperada está representada por la zona zigzagueada. La superficie del cuadrilátero representa el valor-precio de la transacción de equilibrio, y la zona no zigzagueada, los costes de fabricación formados a punta de costes marginales sucesivos y acumulados hasta ese volumen de “equilibrio” o de intersección de ambas curvas.




Como sabemos, esta curva, trazada en un sistema cartesiano (primer cuadrante), se mueve ascendentemente de izquierda a derecha, cóncava hacia arriba, razón por la cual cada precio y cada coste precedente pertenecientes a esa curva representa uno menor a todos los que le siguen hacia arriba en toda su trayectoria. Así, al vender al precio de un punto cualquiera de la curva, la fábrica habrá formulado y fijado de antemano ganancias para cada una de las restantes unidades del lote vendido.



No hay duda que tales “costes marginales” y afines representan un asombroso artilugio econométrico que forma parte de la Teoría Económica Vulgar, y que no en balde ha recibido premios provenientes, precisamente, de las academias burguesas, y en particular de la que fundó Alfred Nobel.



Pero sabemos también que cada fábrica opera con lotes de compras para la realización de su proceso productivo, y funciona con lotes de ventas de las mercancías que produce. Digamos que sus transacciones son rigurosamente al mayoreo. Hasta donde también sabemos, sólo los detallistas venden al detalleo, pero pagan al mismo precio cada unidad comprada. Con ello, la idea del costo marginal queda desvirtuada, pero, matemáticamente del valor trabajo de cada unidad fabricada, una parte representa salarios y otra plusvalía “marginal”, digámoslo así.



Cierto que es necesario calcular el coste medio de producción, esto es, formar los precios o costes de fábrica, pero es sólo para estimar   los desembolsos futuros de capital correspondientes a los nuevos procesos de producción, pero, no para fijarle precios de venta a cada unidad en particular. Sencillamente, cada lote de producción, según la cuenta burguesa, que niega la explotación en fábrica, contiene el valor trabajo que cuesta, según los costes de fabricación constituido por: mano de obra al costo de sus salarios y directamente involucrada, por materia prima debidamente disponibles para su transformación, y los costes externos para mejoras ambientales y laborales.


Esta entrega se completará más adelante.


P.D.: La terminología conjugada en estas cartas está sujeta al carácter universal de la Economía Política, más que al léxico de extensión popular. Esto es así para poder abarcar el mayor número de lectores capaces de leer según la simbología que previamente hayan trabajo en los libros especializados. Hacemos hincapié en el empleo de voces máximamente populares, pero sin descuidar ni reemplazar las necesarias categorías, principios, y designaciones económicas de uso técnico y profesional.
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(i) Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.


[1] Consultar la literatura económica que circula en todos los centros académicos y universitarios del mundo marxista y no marxista. Libros de Teoría Económica, Diccionarios de Economía Política, El Capital (Marx) y afines.


[2] José Castañeda, Lecciones de Teoría Económica, Lección 23, # 5.


[3] Lo que la Economía Vulgar llama “productividad marginal decreciente” es, por el contrario, “productividad creciente” ya que a mayor cantidad de mercancías fabricadas en la misma jornada, menor valor añadido o menor costo para cada una de ellas, por lo que resulta falso que la empresa tenga costes marginales crecientes, sino todo lo contrario, en el bien entendido que por costo se entienda  valor trabajo. Cónfer: Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Cap. XV, Subc. III, # 2/ José Castañeda, Ob. cit., Lección 20, # 5.





Conozcamos la diferencia entre: Precio de venta, Precio de producción y Costo de producción (i)
‎lunes, ‎18‎ de ‎julio‎ de ‎2011, ‏‎08:15:52 a.m. |
(Tales diferencias son diferentes para los burgueses y los

marxistas)
Manuel C. Martínez M.
17/07/2011 11:26:06


I.- Sea, c+v+pl = Valor de la producción = Costo de producción. Este costo procede de 2 fuentes: 1.-, del capitalista que aporta “c” + “v”; y 2.-, de los trabajadores involucrados quienes aportan sólo “pl”, ya que el monto del capital variable (v=salarios)) es aporte del capitalista tan pronto cancela y paga los salarios, salvedad hecha de los costes por concepto de vigilancia, gerencia, administración, abogacía, energéticos, alquileres, ya que todos estos costes están subsumidos en “c”, y entran como medios de trabajo. Queda pendiente el reconocimiento contable de los salarios retenidos, como son las prestaciones sociales, bonos navideños, vacaciones y afines, los cuales dejamos a un lado por razones de didáctica circunstancial.






En esa ecuación modular, supondremos que:






v=pl, para una tasa de Pl=100%, y






c=medios de producción o capital constante= a medios de trabajo (mt) + objetos de trabajo (ot), medios que suponemos de igual peso contable para ambos. La ecuación I nos queda así:






II.- mt+ot+v+pl= Valor de la producción= Costo de producción, y con datos numéricos:






III.- 10/mt+10/ot+80/v+80/pl=120 unidades monetarias, y 80% de ganancia bruta






Según vemos, estamos suponiendo que las mercancías se vendan a un precio equivalente al valor de esa producción. La concepción burguesa y su contabilidad dan por sentado que su ganancia, =80, la extrae del mercado, y niega que responde al aporte gratuito que dejan los asalariados con motivo de su explotación, puesto que crean un valor nuevo=80(pl), y reintegran un prevalor= los salarios=80/v, todo representado en nuevos valores de uso adoptados por las mercancías ya procesadas.






Como no suele venderse al valor, sino al precio de producción[1] ,






Precio de producción, c+v+pl, se transforma en:






IV.- c+v+ ganancia o plusvalía media.






Esa ganancia media (gm) es el resultado macroeconómico de dividir estadísticamente toda la plusvalía de un período entre todo el capital (c+v) involucrado, o sea,


∑vi/ ∑(c+v)i.






De esa manera, los capitalistas terminan conformes con una tasa de ganancia acorde numéricamente con su capital empleado, independientemente de que algunos empresarios aporten relativamente más plusvalía que otros. Esta sustracción de plusvalía de una fábrica a otra resulta coherente con la misma ignorancia o renuencia de los capitalistas a reconocer que la ganancia no vine del mercado. Digamos que los capitalistas con menores composiciones orgánicas, vale decir, los más tecnificados, sustraen para sus bolsillos parte de la plusvalía arrancada por los empresarios que operen con composición orgánica mayor, o sea, con más fuerza de trabajo viva. Y:






V.- Precio de venta= c+v+pl= mt/10+ot/10+v/80+gm.






Ese es un precio para vender según los precios de producción que ya hemos tratado. Si suponemos, para facilitar el modelo, que gm=pl, y se da un equilibrio entre oferta y demanda, entonces,






PV=20+80+80=120, para una tasa de ganancia bruta= 80%. Esto ocurre cuando la empresa registra como coste imputable al precio de venta su inversión en “mt”, es decir, cuando la contabilidad burguesa considera que los “mt” consumidos deben ser pagados por el consumidor, según hemos venido rechazando en entregas precedentes.






Una sana contabilidad burguesa debería vender según esta ecuación:






V’.- ot/10+ v/80 +pl/80= 170, según nuestras apreciaciones de entregas anteriores ya citadas, para una ganancia bruta =77,77%, aunque para el empresario se reduciría a 70%=70/(c+v)= 70mt/ (10mt+10ot+80v) .






Según el concepto burgués, allí en V’ no se cargó el valor de sus medios de trabajo consumidos y en consecuencia habría un pérdida de 10. Por esta razón, procedería un cargo hacia su ganancia bruta (70), como una manera alterna para seguir repartiéndose la plusvalía entre los mismos accionistas. Con ello los capitalistas de mayor composición orgánica se desquitarían parcialmente lo que pierden con los precios de producción y con la mayor tributación que pagarían al Estado impositivo.






Corolario: Desde luego que “mt” forma parte del coste y valor de la producción, pero un valor que está formado por el valor agregado por los trabajadores de “v”, por el valor de la materia prima (ot) y por el valor consumido de mt. Los dos primeros costes, valor agregado y “ot”, son recibidos por el comprador, pero no así todos esos gastos y “costes” de producción en que debe incurrir el empresario para poder usar la fuerza de trabajo, y vaciar esta sobre el valor de uso que le sirven de soporte al trabajo de los asalariados, es decir, esos gastos representados por los objetos de trabajo.






El costo de la producción no debe ser igual al precio de su venta, ni siquiera en condiciones de equilibrio. Cuando el fabricante burgués carga los “mt” al precio de venta, no sólo se quedaría con los salarios y la materia prima, habida cuenta da por vendidos los medios de trabajo. Como realmente el capitalista recibe su valor de cambio sin que el consumidor los reciba 100% como valores de uso, eso significa que el consumidor entrega más dinero por una mercancía cuyo valor de cambio es inferior, y sólo recibe materia prima y trabajo, dos valores de uso cuyos valores de cambio sí se justifican.






Mal puede un comprador pagar un precio en dinero por un valor de uso cuyo valor de cambio sea menor. Si el comprador recibiera el valor de uso correspondiente a los “mt”, entonces podría usarlos para fabricar sus propias mercancías.

_________________________________________
(i)

Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.
[1] Cónfer: http://www.aporrea.org/ideologia/a121141.html

Conozcamos por qué el Capitalista Niega la Explotación, Parte II[i] (De cómo la plusvalía se transforma en ganancia)
‎miércoles, ‎13‎ de ‎julio‎ de ‎2011, ‏‎10:33:47 p.m. |
Manuel C. Martínez M.
12/07/2011 10:21:57


Retomemos las fórmulas:

 “ I.’-


C/OT/50+V/50+Pl/50= 150, en la cual la tasa de pl=100%, la de ganancia es 50%, dentro o fuera de la fábrica, en esta o en el mercado, y una composición orgánica= 50/100= 50%.En estas condiciones, el capitalista y sus contables consideran que han rescatado el valor de sus MT y que deben vender por encima de 150, con lo cual lo que realmente hacen es rescatarlos mediante una estafa al comprador de su oferta.


II’.-


C/OT/100+V50+Pl50= 200, para una tasa de ganancia= 33%. Esta baja responde a que el capitalista optaría por una menor composición orgánica = 50/150=33%. En este caso también se genera el proceso de transformación de valores en precios de producción a fin de lograse una tasa común. Sin embargo, tal proceso se obnubila cuando no se refleja el desarrollo de las fuerzas productivas expresadas en los medios de trabajo. Estos detalles los vemos a continuación:


III.-


C/OT100+V/20+Pl/80= 200, pero aquí la tasa de plusvalía es=400%,   y la tasa de ganancia= 66% > 33%, un incremento derivado de una mayor inversión en medios de producción que mejoraron la productividad de los asalariados.” [1]

Así, en la fórmula I’:


“C/OT/50+V/50+Pl/50= 150, en la cual la tasa de pl=100%, la de ganancia es 50%, dentro o fuera de la fábrica, en esta o en el mercado, y una composición orgánica= 50/100= 50%.En estas condiciones, el capitalista y sus contables consideran que han rescatado el valor de sus MT y que deben vender por encima de 150, con lo cual lo que realmente hacen es rescatarlos mediante una estafa al comprador de su oferta.”


Allí hemos omitido el costo de los MT; si el fabricante vende por 150, que sería lo correcto, entonces pareciera que ha rescatado sólo su inversión porque la Pl de 50 queda asimilada al valor de los MT (medios de trabajo). Si logra vender en 200, entonces considera que su ganancia de mercado es de 50, pero sabemos que lo que así recupera es el valor de esos MT por haberlos vendido a su clientela. En resumen: primero vende el Pl y cree que ha recuperado sus MT, luego vende a estos y cree que su valor representa la ganancia.


En la f. II:


Ocurre que si la composición orgánica la expresamos en porcentajes representados por aquellos valores:




“C/OT/100+V50+Pl50= 200, para una tasa de ganancia= 33%. Esta baja responde a que el capitalista optaría por una menor composición orgánica = 50/150=33%. En este caso también se genera el proceso de transformación de valores en precios de producción a fin de lograse una tasa común. Sin embargo, tal proceso se obnubila cuando no se refleja el desarrollo de las fuerzas productivas expresadas en los medios de trabajo.”




Fórmula II’:


C/66,66+ V33, 33+ Pl/33,33 = 133,33, o sea:


C/OT33,33+V/33,33+Pl/33,33=100,00, para una tasa de Pl=100%, y una t. de ganancia nula, en caso de no recuperar los MT del mercado.


C/(MT/33,33+ OT/33,33)+ V/33,33+ Pl/33,33= 133,33, y así, la t. de g.= 33,33%.


Como este procedimiento implica una estafa al consumidor, veamos qué puede hacerse con la f. II:


Allí se da una tasa de pl =100%, y una c.o. (composición orgánica)= 0,33= V33,33/C/66,66+33,33, por tanto debe considerarse una c.o. mayor, por ejemplo:


III’:


C/20+V/80+Pl/80=C/MT10+OT/10+V/80=180, o sea:


C/OT10+V/80+Pl/80=170, para un tasa de pl=100%, y una t. de ganancia= 70%, en caso de no recuperar los MT del mercado.


En resumen: 1.- Los capitalistas podrían perfectamente recuperar toda su inversión=C/20+V/80, de 170, precio al cual venderían su producción, y les quedaría una ganancia bruta=70, a la cual cargarían los MT=10 para su recuperación y conservación sin vendérselos al consumidor y así dejar de estafarlos. Y 2.- Así estamos demostrando que sólo la explotación mano de obra “viva” es la verdadera fuente de la ganancia, ya que las inversiones con baja composición orgánica, es decir, con elevada inversión en medios de producción y baja en mano de obra, obtienen ganancias a condición de estafar a su clientela mediante la venta a esta de los medios de trabajo cargados al coste de fabricación, a pesar de que estos permanecen como propiedad de los capitalistas.




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[i]Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.

[1] http://www.aporrea.org/actualidad/a126593.html







Conozcamos a los Prestamistas del Estado[i] (Unos, vivianes, y otros, pendejos)
‎domingo, ‎10‎ de ‎julio‎ de ‎2011, ‏‎08:10:07 p.m. |
Manuel C. Martínez M.
10/07/2011 13:23:31


Si algún rasgo burgués y procapitalista de la presente Administración Pública resulta inocultable, es su fiel cumplimiento en el pago de sus deudas a los organismos internacionales, por un lado, y su mora y hasta ignorancia de las acreencias de sus ex funcionarios públicos, jubilados, universitarios y afines.






Concretamente, mientras el llamado servicio de la Deuda Pública extranjera forma parte imprescindible del Presupuesto Nacional de cada año, la deuda acumulada y acumulable que mantiene el Estado desde el año 1975 con los pendejos universitarios activos y jubilados crece sin cesar.






Esta Administración durante más de una década ha reconocido deudas sociales contraídas con los pendejos, como la actual Misión Vivienda, Misión salud, etc., pero no termina de ponerse al día con la millonaria deuda que mantiene con los jubilados universitarios y con los de Pdvsa, cuyos ahorros fueron burlados por funcionarios de alto rango de esa empresa ante las insensibles fosas nasales de su Presidente, Rafael Ramírez.






Mientras el Estado amortiza parte de los préstamos principales con esos financistas y capitalistas internacionales anidados en la Organización de las Naciones Unidas, y les cancela puntualmente los intereses causados cada año, a los pendejos universitarios les acrecienta su moratoria. Ni siquiera trata de pagar los nuevos intereses anuales y abonos al principal, no, este Estado burgués sigue adeudando principal e intereses del Fideicomiso del pendejo, y de esa mora extrae suficientes fondos presupuestarios para ponerse al día con los vivianes y poderosos de los prestamistas burgueses extranjeros.






Podemos inferir que el Estado mantiene la puerta abierta a nuevos empréstitos públicos extranjeros, porque no honra su deuda con los nacionales, ni con los jubilados.






Mientras el pago de la Deuda Pública exterior sale en dólares que no ayudan para nada a la economía doméstica, el posible reconocimiento y cancelación del fideicomiso universitario y pago de los ahorros de los trabajadores de Pdvsa se traduciría en un fuerte componente de la demanda nacional que indudablemente incidiría favorablemente sobre nuestra economía.






Viene ocurriendo que, mientras las salidas al exterior va en dólares, el pago del Fideicomiso sería en bolívares, y por esta razón, quizás, el Gobierno mantiene represados los dólares petroleros con su crónico Control Cambiario, control para todo menos para pagarle religiosamente a la alta burguesía de esos financistas internacionales. Asimismo, las frecuentes Devaluaciones del bolívar frente al dólar buscaría el ahorro de divisas para garantizarle al prestamista extranjero e imperialistas la cobranza oportuna de sus acreencias financieras.






Entonces, una Administración que prefiere pagarle al poderoso en dólares, y tomar lo que le debe a los pendejos para estar bien con la burguesía debería revisar sus declaraciones y auto denominaciones de gobierno socialista, antiimperialistas y demás embustes que quedan evidenciados con esta conducta presupuestaria.






Por favor, ¿Por qué no se aprueba un Crédito Adicional para honrar, por lo menos, los intereses fideicomisarios de este año, y se recoge cada año una partida por igual concepto? De esta manera los pendejos recibirían el mismo trato burgués que tanto respeta el Estado frente a los financistas del Imperio.




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[i] Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.

Conozcamos Mejor la Gesta Bolivariana (Metamorfosis de la Revolución Burguesa)
‎viernes, ‎24‎ de ‎junio‎ de ‎2011, ‏‎02:48:46 p.m. |
Manuel C. Martínez M.


24/06/2011


La trascendente importancia socioeconómica y política que para Venezuela tuvo la Guerra de Independencia de comienzos del Siglo XIX es indiscutiblemente admirable. Sus arrojados héroes y participantes, principalmente los mantuanos y los hombres que a la sazón ya eran libres en este territorio: pardos, comerciantes, artesanos y otros, tienen muy merecidas todas las conmemoraciones que se les haga todos los años.






Sin embargo, la manera de seguir evaluando y reconociendo esa epopéyica gesta independentista debemos actualizarla con la enseñanza de una Historia apoyada con los auxilios de los modernos métodos sociológicos ofrecidos por la Filosofía de la Segunda mitad del Siglo XIX, única manera de revisar la visión revolucionaria de los pensadores socialistas que inspiraron la Revolución Francesa, así como la de sus posteriores seguidores en el resto del mundo.






Esa Revolución, como sabemos, buscó romper con las pesadas ataduras y entorpecimientos económicos derivados de una feudalidad retrógrada cargada de vicios burocráticos y económicos. Pero, luego del triunfo burgués, se sigue desconociendo, ocultando y hasta negando que para los trabajadores de las sociedades clasistas de poco vale una revolución dirigida y emprendida por una clase que termine reemplazando a los explotadores salientes. Ese fue el caso de los burgueses victoriosos allá, en Francia, y aquí en América.






La Historia de Venezuela debemos ajustarla a la metodología moderna para reeditarla y perfeccionarla con los aportes del Materialismo Histórico y de la Dialéctica Materialista, aportes científicos que hoy por hoy son acogidos sólo por una parte de nuestra sociedad ya que, como era de esperarse, la clase burguesa que reemplazó a los oligarcas o realistas y mantuanos y comerciantes de aquellos tiempos feudaloides y aristocráticos lleva siglos mundiales a través de los cuales se metamorfoseó, al punto de que desde ese mismo siglo XIX y hasta más atrás asomó su incapacidad para resolver los problemas de la paz social, y que, lejos de aminorar la explotación feudal y esclavista de aquellos campesinos y artesanos, aplicada por los realistas americanos, terminaría recrudeciendo la explotación del trabajador asalariado.






El Materialismo Histórico sostiene que las guerras son consecuencia de desajustes en la base económica de la sociedad clasista, desajustes causados por la lucha entre la clase dominante del modo de producción obsoleto, y la clase que ha ido cuajándose en el nuevo modo, una clase más ajustada al desarrollo de las fuerzas productivas que el modo cuestionado haya permitido, salvedad hecha de la revolución socialista contra el modo burgués, ya que en este caso no sólo debe cesar el dominio burgués, sino también las clases sociales.






Esta nueva visión revolucionaria tiene su fundamento en la concepción dialecticomaterialista, según la cual, primero debe resolverse el problema económico y luego el político, pero, aun así, se puede dar dos tipos de revolución, el correspondiente al reemplazo de explotadores, y el referido a la eliminación de las clases sociales. En el caso de la gesta independentista venezolana, se dio el primer tipo. No obstante, la iniciativa revolucionaria es siempre política ya que sus líderes representan la evolución intelectual alcanzada económicamente por las fuerzas productivas, por la base económica.






De manera que los logros alcanzados por los independentistas del siglo XIX ya perdieron vigencia, y a aquellos héroes no puede seguírseles atribuyéndose los logros del presente, ya que la clase burguesa instaurada desde esos mismos tiempos de independencia de la Corona Española, hoy es una clase tanto o más retrógrada que la de aquellos realistas que dominaban la producción y el Estado de entonces.






A nuestros héroes independentistas debe seguírseles respetando y honrando, pero sólo en esos días de sus efemérides, y no convertirlos en los guías de una nuevo proceso revolucionario radicalmente apartado de aquellos tiempos y realidades. Hoy la lucha en contra esos mismos burgueses de ayer y de hoy, y contra sus más aferrados defensores, los mismos que han llegado a considerar que la independencia fue el fruto de un solo personaje.






Es aberrante seguir con una Historia que sigue considerando, escribiendo y señalando que los venezolanos de hoy debemos nuestra independencia del régimen realista a Simón Bolívar, no sólo porque la revolución que la burguesía que él representaba se ha metamorfoseado, sino porque con semejante culto a la personalidad se está negando los aportes de tantos otros venezolanos no menos meritorios que la evolución histórica ha ido produciendo.






Está claro que todos los procesos sociales responden a la coparticipación de los trabajadores, de todas las personas enfrentadas al Estado, contra el poder gobernante en lo político y en lo económico, ya que la verdadera labor de un revolucionario es asumir el coprotagonismo y la correvolución en estas constantes luchas entre las clases sociales actuales.

Conozcamos la Clase Proletaria (¿La socialización del capitalismo?)
‎miércoles, ‎01‎ de ‎junio‎ de ‎2011, ‏‎04:29:44 p.m. | noreply@blogger.com (Defensores del bolívar)Ir al artículo completo
Manuel C. Martínez M.
30/05/2011


“ “La miseria, llevada inclusive al punto en que engendra el hambre y las epidemias, tiende a aumentar la población en lugar de detenerla.”  Después de haber demostrado esta proposición por medio de la estadística, Laing agrega: “Si la gente se encontrase en una situación desahogada, el mundo quedaría muy pronto despoblado” ”. Carlos Marx, El Capital, Libro I, Cap. XXV.


Las inferencias sociológicas de esas citas, perfectamente compartidas por Marx, han tardado siglos para ser pesadas con su justa aplicabilidad capitalista. La percepción que logró Carlos Marx sobre la mecánica capitalista fue tan vasta que desbordó su aplicabilidad dentro de una misma generación de industriales, y la dinámica burguesa acelerada con la acumulación de capital retarda la asimilación de sus aportes teóricos tanto a favor de los obreros como de los mismos explotadores.


Efectivamente, por una parte, 160 años después, hoy los estratos sociales proletarios peor remunerados están cobrando una importancia capitalista que nos comprueba lo que ya hemos señalado anteriormente: Que la llamada clase media tiende a su extinción o al pauperismo, mientras, por otra parte, los menos favorecidos por el sistema burgués son ahora tomados en cuenta como relevos numerarios de aquella mano de obra que está resultando irrentable en términos capitalistas.


Cuando decimos proletarios usamos un genérico envolvente de varios tipos de trabajadores, unos más productivos que otros, muchos en estado de ocio permanente, desempleados temporales, subempleados, ex trabajadores caídos en la miseria, delincuentes menores. Así como la burguesía exhibe un menú de capitalistas con desiguales condiciones económicas, así los proletarios también lo tienen en grados de pobresía.


La cuenta burguesa parece sencilla: La inversión en capital variable o los salarios de muchos obreros de baja calificación puede resultar más gananciosa que la de los elevados desembolsos en pocos trabajadores de alto nivel tecnológico, en razón de que cada día la tecnología permite que trabajen operarios con mínimo esfuerzo físicomental, mientras que preparar técnicos de alto nivel ya no tiene cabida en los planes industriales, amén de que con este trueque de unos trabajadores por otros se estaría incrementando el mercado solvente que tanto exigen los mismos adelantos técnicos propios de la industria con levada composición orgánica de capital.


Digamos que al sistema le está resultando indiferente emplear un mayor número obreros más baratos que invertir el mismo o mayor capital en un menor número de estos, además que a mayor volumen de empleo, mayor demanda de mercancías básicas., menor pauperismo, menor mendicidad, menor delincuencia, etc.


Como sábese, la clase media se ha convertido en un trabajador suntuario en sí mismo, despilfarrador o consumista, y con un estándar de vida que cuenta mucho más del costo de varias cestas básicas de un trabajador menos exigentes en calidad, pero que representaría una mayor demanda de bienes fundamentales para la vida laboral, si esos elevados salarios quedaran mejor distribuidos.


Si consideramos que el trabajo es social, las diferencias cualitativas o la productividad de unos trabajadores no pueden justificar semejantes abismos salariales, habida cuenta de que en cualquier equipo ningún trabajador resulta menos importante. Tales diferencias han sido inducidas por los apologistas del burguesismo para crear divisiones laborales dentro de una misma empresa y para que los timoratos reclamos de los peor remunerados no fueran apoyados por los mejor remunerados.


Es un hecho que las protestas proletarias, por mejores salarios, pero para nada contra el sistema capitalista, han sido propias y más frecuentes en las clase más favorecidas por el sistema en el sentido de que, por ejemplo, de perogrullo están empleados, se han hecho de una o más viviendas “ultradignas”, viajan fuera del país, saben reducir su prole, mientras que los obreros peor remunerados hasta miedo sienten se ser botados ante cualquier asomo de reclamos, y hasta modernamente se han venido conformando con los llamados “salarios mínimos” que oficialmente les impone el gobierno de turno.


Digamos trabajadores de primera y t. de segunda. Estos obreros “de segunda” han sido pacienzudos y conformistas por naturaleza, tal vez por hallarse muy cerca del barranco de la miseria, mientras que los trabajadores de primera (de la clase media) se han tornado harto infatuados, al punto de no considerarse explotados , sino, a lo sumo, mal pagados, a pesar de alcanzar elitistamente los mejores salarios del mercado.


Los explotados de la clase media han sido la mejor defensa de la clase burguesa, en contra de todo lo que haya olido a izquierda, a comunismo o a socialismo, y ahora parece que el sistema se cansó de ellos, ya no son rentables. Así les está pagando el sistema que tanto han defendido en la vieja Europa, en España, en la infatuada Londres, y en la longeva Atenas, en Irlanda, etc. Ahora, luego de siglos, empezaron a comprender que también son víctimas del sistema, y poco les falta para cuadrarse con la izquierda, sin terminar de asimilar que de lo que se trata es de una nueva revolución burguesa que damos en llamar socialización capitalista.


Creer que esta clase media moderna, o trabajadores proburgueses en vías de papauperización irreversible, pudieran izquierdizarse es caer en un “infantilismo de derecha”, puesto que lo que está en marcha es una suerte de “socialización capitalista”, y es en Francia donde sus integrantes se empezaron a convencer de que la clase media será la que realizará los trabajos “obreriles” que los inmigrantes pobres realizaban, mientras ellos se daban la gran vida de salarios elevados para sostener su consuetudinario anticomunismo.






















Conozcamos la Fórmula Trinitaria, II(i) (El mercado de valores de uso y el m. de valores)
‎lunes, ‎23‎ de ‎mayo‎ de ‎2011, ‏‎02:51:31 p.m. |
Manuel C. Martínez M.
24/05/2011


Todos los recursos naturales son valores de uso[1] tan pronto el hombre encuentra en ellos alguna utilidad espiritual o material. Tales valores carecen de valor-trabajo por cuanto en su creación no reciben ningún modelaje con la mano de obra humana; son bienes que han servido por igual a los animales y hombres primitivos, cazadores, pescadores y recolectores, y muchos de esos valores de uso sin valor   actualmente le siguen sirviendo a los gobernantes de países que disponen de los llamados “recursos naturales no renovables” (hidrocarburos y minerales varios)[2].




Mientras reinó la “propiedad”[3] colectiva, esos valores de uso estuvieron a la orden de todas las personas, y su apropiación dependía de la experiencia y diligencia puesta en esas recolecciones, pescas y cacerías, aunque las nociones de mercado, compra y venta no se conjugaban aún.




Quede claro que en el intercambio mercantil solo se truecan los valores de uso diferentes entre sí, porque de otra manera no tiene sentido: no se cambia pan por pan. Y, paradójicamente, no se intercambian los valores de cambio soportados en esos valores de uso, ya que los de ambas mercancías sólo sirven para justipreciar ese cambio de un valor de uso por otro, lo que significa que en dicho cambio se conserva el valor de cada mercancía intercambiada, mientras no se la consuma o utilice ora como medio de producción, ora como bien de consumo final. Cuando el comprador recibe la mercancía adquirida, recibe también el valor equivalente de la que entregó en cambio o como precio. Cualesquiera desviaciones de esos “trueques” responden a simples desajustes de escasez o sobrantes productivos, mientras tales desequilibrios son corregidos dentro de los procesos productivos abastecedores de los mercados.

Con el desarrollo demográfico se necesitó disponer de mayores volúmenes de valores de uso; la Agricultura campesina permitió aumentar los alimentos más allá de los que ofrecía silvestremente la naturaleza, y fue así cómo se inició la producción artificial o de valores; apareció el mercado.




El intercambio entre comunidades y tribus vecinas de bienes ya cargados de valor para el consumo final, de materias primas y de recursos naturales, se llevó a cabo mediante operaciones mercantiles de trueque. Fue esta carga de valor trabajo la que sirvió de base comparativa para los primeros intercambios de mercancías comunitarias e intercomunitarias, y ese trueque fue mediado por las estimaciones del valor de cambio que contenía cada bien trocado.




Más adelante, en el tiempo y lugar, fue necesaria la   utilización de una mercancía que fungiera de equivalente general de otras mercancías, y aquella fue la base para la creación de la mercancía dinero, o dinero a secas. Los intercambios mercantiles se rigieron por un sistema monetario desarrollado, con empleo del dinero, patrón oro y demás lindezas, y, curiosamente, sólo después de más de 2.000 años pudo penetrarse en la forma moneda del valor y el doble carácter del trabajo representado en la mercancía: lo hizo Carlos Marx[4].






Ocurre que tanto los valores de uso, o su utilidad, como los valores de cambio son abstracciones: Efectivamente, la utilidad de los valores de uso es intangible y sólo se manifiesta cuando se recibe o consume, o aplica en determinada actividad; depende del   gusto del comprador, del técnico involucrado, de los materiales trabajados, y para su comprador, el cambio de uno por   otro resulta   un asunto personal, un proceso privado e individual, a manera de condición necesaria para el intercambio, mientras que es condición suficiente que por “su mercancía” reciba su justo valor, independientemente de que,   como valor de  uso, su mercancía le sirva,  o no, al comprador en cuestión. “En este aspecto, el intercambio es para él un proceso social” [5].
Por todo eso, se intercambia la mercancía poseída por otra con diferente utilidad. Pero no se cambia un valor de cambio por otro, dinero por dinero, ni el valor del pan por igual valor de unos zapatos; sólo se cambia las utilidades involucradas. En el mercado todas las mercancías se presentan ante el comprador como simples valores de uso, y sólo el dinero (mercancía universal coadmitida) permite expresar el valor relativo de todas ellas en condición de equivalente general[6].




La naturaleza crea la base material originaria[7] de todos los valores de uso que han sido creados por el trabajo aplicado a determinadas materias primas[8]; ellos son el resultado del trabajo y cada mercancía es un cúmulo de valor sobreagregado, según la duración de su proceso de producción, más la porción material de materia original ofrecida por la naturaleza y que, como tal carece de valor de cambio. Observación: hemos ya señalado que en los países cuya economía se rige por un sistema monetario desarrollado a todos las cosas se les puede asignar un valor da cambio sin que estas hayan recibido trabajo alguno. El petróleo, el agua, la tierra virgen, el “derecho de propiedad privada”, los “copyright” y hasta el trabajo, se han estado compravendiendo a determinado precio sin ser valores.




El trabajo que es la aplicación útil de la mano de obra es reconocida por el capitalista como si fuera un valor, que no lo es, y de esa  manera soslaya que lo que el salario paga es el valor de la fuerza de trabajo de esa mano de obra. Así se desmonta una de las combinaciones absurdas de la “Fórmula Trinitaria” http://www.aporrea.org/ideologia/a123623.html  .




El valor del capital no puede venderse por más valor = capital + interés o ganancia, porque los valores de cambio no son intercambiables, y así se anula otra de las combinaciones trinitarias; como tampoco los medios de producción ni la tierra, que son valores de uso, pueden ser vendidos ya que no poseen valor de cambio. Queda demostrado, así, que el “derecho de propiedad privada”, el cobro de renta, el interés o ganancia, son simples ventajismos derivados de las relaciones sociales de producción, y la clase poderosa exige, impone y determina cuánto deben pagar los trabajadores por el sólo hecho de usar unos instrumentos y medios de producción en general que han sido monopolizados en propiedad privada por la burguesía.




Tal es la característica fundamental del sistema capitalista. Donde se usa el dinero con aspiraciones de cambiarlo por más dinero, una absurdo sólo explicable cuando se reconozca que esa incongruencia de valores es el resultado de economías con diferentes clases sociales, donde una de ellas consigue en el mercado una mercancía capaz de aportar   más valor que el recibido en cambio, porque sólo así es cambiable dinero por más dinero, y tales transacciones se conocen como explotación del hombre asalariado por su patrono capitalista[9].


Sin embargo, subsiste una suerte de “fetichismo” en la Economía Burguesa Vulgar sobre la esencia del valor de cambio de la mercancía, cuyo secreto   ventiló   Marx, puesto que hasta la llegada,  el valor de cambio se consideró (y lo sigue haciendo el economista vulgar) una simple proporción cuantitativa entre las mercancías intercambiadas, proporción que por hábito comercial terminó pareciendo como “proveniente de la naturaleza misma de los productos del trabajo[10], o sea, como valores de uso a los que el mercado les asignaba un precio.




Este misterio fetichista es tal que los empresarios burgueses siguen haciendo estudios de costes referidos a sus insumos y clientes particulares, a fin de determinar aquella proporción[11], sin tomar en cuenta la dinámica social del valor trabajo, y  como  este se mueve motu proprio  y sus azarosas variaciones se reflejan en toda la producción sin acogerse a ningún patrón particular de ninguna empresa, tales cálculos previos son meramente contables que responden a razones   subjetivas, tradicionales, convencionales y hasta coyunturales por los desequilibrios del mercado entre oferta y demanda. Las empresas burguesas buscan medir la cantidad de valor contenida en cada mercancía según datos del mercado (fuera de fábrica, de la producción). Por esa razón, los soportes de la “Fórmula Trinitaria”[12] les viene al pelo, y toda la dificultad que existe para comprender la esencia de la mercancía y del dinero se reduce a que el valor es una abstracción, mientras las mercancías se concretan en tangibles valores de uso o mercancías que les sirven de soporte a esa abstracción[13].






Las   mercancías fabricadas con mano de obra asalariada están cargadas de valor y se las vende por determinado valor de cambio, medido en precios de producción[14], o precio de mercado expresado en cierta cantidad de dinero. Tal es el mercado de valores que se haya implícito en el mercado de los valores de uso. Este comercia con valores satisfactorios de necesidades, y el otro con las relaciones sociales que imperan en el régimen capitalista de producción: el derecho de propiedad privada, que es su expresión jurídica[15], la fuerza de trabajo como mercancía vendida según su valor salario (cesta básica), y no según el valor y plusvalor que entrega con su trabajo, todos esos valores sistematizados por una Economía Política Burguesa o Vulgar sobre el pivote de la Fórmula Trinitaria.



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[1] Carlos Marx, El Capital, Libro I, Cap. I, Subc. I


[2]  La explotación de minas de diamantes, oro, hierro, cobre, aluminio, etc., e hidrocarburos y agua son actividades primitivas de recolección. Civilizado resulta el procesamiento de dichos valores de uso para la obtención de derivados porque con ello se crea nuevos valores de usos, y cargados de valor.
[3] Pensamos que es una impostura hablar de “propiedad” comunal, salvo como una metáfora frente a la propiedad privada que dio origen a las clases sociales, castas, etc. En una comunidad primitiva, sus habitantes simplemente toman para sí lo que necesitan, no hay ninguna forma institucional que prescriba propiedad sobre la naturaleza ni sobre ninguno de sus recursos. Simplemente, no había propiedad alguna, sólo “apropiación” por recolección, pesca y cacería. Moderna y actualmente, por ejemplo, los llamados bienes de “dominio público” (caso venezolano) los toma el Estado y sus “socios mixtos”, en nombre de todos los venezolanos, como si cada uno de estos lo hiciera a su arbitrio y por separado, sin ninguna limitación diferente a sus necesidades   personales o familiares. Digamos no rige ninguna “propiedad” sobre esos recursos naturales, que ningún venezolano en particular puede apropiárselos sin que lo pueda hacer cualquier otro conciudadano. La aparición del concepto de propiedad, pueda, ora comunal, ora privada, supone la existencia de alguna forma estatal que vele por cualesquiera de las formas de propiedad, más acá de la “sociedad primitiva comunal”.
 
[4] Obra citada, Subc. II.
[5] Obra citada, Cap. II.


[6]  Ibídem.


[7]  Obra citada, Cap. I Subc. II


[8]  Las materias primas pasan ser todos aquellos recursos naturales que de alguna manera el trabajo los transformó en otros y artificiales valores de uso, esta vez cargados de valor.


[9] Obra citada, Libro I, Cap. VI.


[10] Obra citada, Prefacio de la Primera Edición Alemana, y Libro I, Cap. I , Subc. IV, pássim.

[11] Obra cit. Libro I, Cap. I, Subc. III-A-2. Aquí se derrumba   las combinaciones de la “Fórmula trinitaria”.

[12] http://www.aporrea.org/ideologia/a123623.html

[13] Obra cit. Libro I, Cap. I, Subc. III-A-2
[14] http://www.aporrea.org/ideologia/a120875.html



[15] Marx, Obra cit. Libro I, Cap. II.
La mercancía, o sea, los valores de uso cargados de valor trabajo son susceptibles de apreciarse según su valor de cambio que en el mercado se expresa por su precio.  El precio rige para valores de uso sin valor y para las mercancías propiamente dichas.  Una vez instalado el sistema monetario nacional y mundial, con el dinero se puede vender y compra valores de uso con valor o sin él, valores necesarios y suntuarios, conciencias, indulgencias, sicarios, mercenarios, etc., pero ninguna de esas compras están referidas a la producción económica, son simples actos comerciales que no pasan por ningún proceso productivo. Tal es el mercado de valores de uso.
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[i] Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.







“Alonso Díaz Moreno es tenido por el más rico de la colonia, tan rico que pagó su caudal, cuando era vecino de
Santo Domingo, gran parte del rescate en oro y perlas que impuso Drake para no incendiar la ciudad.
Y encima le ha sobrado dinero para dotar y casar, sus hijas y cuñadas con hombres principales.
Ha de ser una inmensa fortuna, que Sebastián Díaz quedó arruinado después de casar dos nietas.”
(Drake sólo imponía por las armas que estos saqueadores
no se quedaran con todo, y él sabía cómo ellos estaban
burlando la Corona española) Isaac J. Pardo,,
En Esta Tierra de Gracia, citado en pie de página..
El paréntesis es mío.


Manuel C. Martínez M.

04/03/2011


Queremos referirnos al poder popular, económico y político que desde hace ½ milenio viene ejerciendo una parte de los habitantes de Venezuela, su base más popular, esa que no ha llegado nunca a las altas jerarquías burocráticas, pero que ha sabido controlar para sí y con elevada eficacia a casi todos los servicios públicos que los gobernantes, antes realistas y después dictadores, y demócratas urredecos, adecos, copeyanos e izquierdistas, y civiles y militares, y religiosos y laicos, y doctos y pulperos, y profesionales de carrera y de bachilleres, etc., todos esos quienes han injerido en la calidad de los servicios públicos locales, estadales y nacionales, y los han moldeado a su antojo y, por supuesto, con ello ha sembrado una ruinosa, vergonzosa, inmoral y contraproducente cultura burocrática nacional, tan arraigada y reciclada que su ideología forma parte del refranero popular, y así, a manera de Himno Comunal, se dice: “no quiero que me den, pero, sí que me pongan donde haiga” (sic). (1)






Como es bueno recordar, por enseñanza y aprendizaje de la Historia Universal y de Venezuela, el síndrome de la corrupción burocrática que nos caracteriza, que está feraz y equilibradamente distribuida, echó raíces desde hace sus buenos 500 años (50% del tiempo que duró la larga Edad Media que precedió la llegada de los españoles a estos territorios con una población nativa que vivía en condiciones de virginidad cultural y no estaba entrenada en las actividades regulares que en Europa se las conocía como trabajo jornalero y asalariado(2) , compraventas, etc.






Todo comenzó con la inmigración de los “realistas” españoles, ancestros de quienes ya para finales del siglo XVIII comenzaron a luchar por la conquista del poder político monopolizado a la sazón por los “colonos” de Colón - así lo decimos para fijar un tronco común de connotada importancia genética, política, administrativa y comunal -.






Hasta el siglo XVIII, en la Venezuela colonial regía un poder meramente administrativo, militar y religioso cristiano que controlaba el más importante Ingreso Económico Colonial que saqueaba el Imperio Español, derivado del trabajo de los esclavos y siervos. Ingreso en principio a favor de la Corona, pero un ingreso fiscal mediado, cuantificado, manoseado y filtrado por sus representantes políticos y religiosos, conocidos como “realistas” o blancos peninsulares. (3)






Esa clasificación social la introdujeron los historiadores burgueses sólo para distinguirlos de los blancos criollos o “impuros”, para una época en que se desconocía la subyacente, dinámica y verdadera clasificación clasista que nos había llegado de Europa, mezcla de un Capitalismo Comercial emergente e indetenible, al lado de una modo Feudal decadente en Europa pero susceptible de ser repotenciado en estas tierras vírgenes, en el más amplio sentido económico y sociológico de estas expresiones. Blancos criollos descendientes de españoles pero nacidos bajo condiciones de opresión colonial. Digamos que el blanco criollo(4) - los mantuanos caraqueños de Venezuela - era una atípica mezcla geográfica de vencedores y vencidos, que recogía, en verdad, una oprobiosa discriminación social básicamente a favor de los encomenderos(5) . Estos representaban el estrato superior de los invasores y saqueadores europeos.






Aquellos blancos criollos cargaban con un currículo manchado sólo por haber nacido fuera de la península; ejercieron un poder político y económico comunal limitado a lo que entonces se llamó “poder cabildante” y que hoy conocemos como Poder Municipal. Esta limitación económica y política engendró odios y alienaciones causantes de todas las tentativas independentistas contra la Corona representada por los “realistas”, otra denominación acomodaticia que solapaba la denominación correcta, la de explotadores, en la postcolonial terminología marxista. Tales odios se canalizaron a través de una lucha doméstica contra esos “realistas”, aunque el pueblo humilde, el blanco de orilla(6) ni los artesanos tuvieron acceso ni siquiera al Fisco Colonial ni municipal.






Sin embargo, las modalidades de corrupción que caracterizaron la gestión colonial y municipal fueron del conocimiento de todos los ciudadanos a través de sus agentes mediáticos naturales: la servidumbre de los realistas y mantuanos en general.






Bien, son esas lecciones del manejo ilícito(7) de los fondos públicos de la Corona las que presentamos como antecedentes de la corrupción burocrática que tan familiar y desvergonzadamente se practica en este país, pero con la particularidad de que, como corrupción “oficial” y ya coadmitida por la ciudadanía, ante su impotencia para su abolición por parte del pueblo de orilla, ella desde entonces “caminó”, simultánea y paralelamente, con la corrupción comunal primaria, ejercida con elevada eficiencia, disciplina y estabilidad por los funcionarios públicos de menor rango burocrático a quienes se les “encomendaba” labores de recaudación, fiscalización, control y vigilancia de las actuaciones comerciales, inmobiliarias, sanitarias, portuarias, agrícolas, mineras, tal como, cambiando lo que se debe modificar, hoy sigue rigiendo y hasta con mayor y putrefacta rentabilidad.






Es este poder comunal al que damos en llamar Comuna Nacional, Tradicional y Venezolana. Suponemos que este poder, de vieja data y con impune asentamiento popular, podría, para bien o para mal, conflictuar con las flamantes Comunas Municipales que el gobierno actual improvisa como forma directa y concreta de ejercicio de poder protagónico popular.






P.D.: Hoy nos enteramos de que para los presentes días de carnestolendas, el gobierno nacional ha dotado a la vigilancia vial con instrumentos de alta y flamante tecnología electrónica que produce pruebas irrefutables de la mala praxis por parte de los usuarios irrespetuosas de normas de tránsito terrestre. Nos preguntamos: ¿si bien los vigilantes controlan la ciudadanía, quién los vigila y controla a ellos, en su condición de poder comunal?

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(1) De perogrullo, nos referimos a la gente de procedencia humilde que ha llegado a las altas esferas del Poder legislativo, ejecutivo y judicial y contralor, y electoral y moral y municipal, y estadal, y nacional, y bla, bla, blaes, que lo han hecho al precio de pisotear alienadamente su   más debilucha honrilla.  Nunca han querido que les den, sino que los pongan donde “haiga” qué robar, qué malversar, qué disponer a su antojo, qué regalar a sus favoritos, que despilfarrar, qué capitalizar para su “salto de talanquera “al mundo burgués. Han sido personas usadas por la alta burguesía, local,  nacional e internacional, que los han llenado de unos cuantos dólares, le han pintarrajeado  una aureola de oropel para así esconder el logro indirecto de sus rentas, mismas  que han crecido a  la par con el servilismo, la disciplina y el entreguismo que esos saltatalanqueras proletario- burguesas, de pendejos a capitalistas, de pobres a ricos y hasta con la mayor brevedad; esos ex humildes que  hayan    mordido la nefasta trampa del ejercicio de un Poder Político o Religioso que de partida está reservado a la  clase tradicional, poderosa y dominante que se nos implantó desde que el genovés o portugués osó “jollar” sobre esta “tierra de gracia”. Cónfer: Isaac J. Pardo, Esta Tierra de Gracia.

(2) “Con la generalización del trabajo asalariado, el capitalismo se presenta, en comparación con los sistemas que le precedieran, como portador de libertad. Sin embargo, consagra una dependencia en el plano económico, por más que ésta se opere entre personas jurídicamente «libres». La tensión entre capitalismo y democracia se manifiesta desde la acumulación primitiva y reaparece sin cesar.

(4) http://www.fortunecity.com/meltingpot/bute/564/index6b1.html


(5) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=51091
 
(6) http://www.venezuelatuya.com/biografias/zamora.htm
 
(7) La administración de la Hacienda Colonial se delegó en ciudadanos extranjeros debido a que los realistas, al parecer, no entregaban buenas cuentas fiscales a la Corona. Cónfer: http://www.britannica.com/EBchecked/topic/248959/Compania-Guipuzcoana
Dejamos salvos los posibles vicios administrativos que pudieron sembrar los administradores militares o “militares mercenarios” que la Corona contrató para la defensa antibucanera de marras, y que añadimos como antecedentes complementarios de la corrupción burocrática venezolana. Cónfer: http://www.mipunto.com/venezuelavirtual/000/000/001.html

Históricamente, el trabajo asalariado libre no es, por lo demás, sino la punta visible del iceberg del trabajo dependiente. La esclavitud de las plantaciones, la segunda servidumbre, el trabajo bajo contrato de los migrantes, el trabajo forzado colonial o en campos de concentración, son anomalías recurrentes y duraderas. Cónfer: http://www.universidadnomada.net/spip.php?article133


(3) Isaac J. Pardo, Esta Tierra de Gracia.




Conozcamos el Dinero Imperialista (Muchas monedas nacionales siguen obsoletas)
‎jueves, ‎03‎ de ‎marzo‎ de ‎2011, ‏‎12:41:19 p.m. |
Manuel C. Martínez M.
01/03/2011


Advertencia: En el siguiente epígrafe, el subrayado grueso y los paréntesis son míos:





“No hablamos aquí del desarrollo más o menos completo de los antagonismos sociales que engendran las leyes naturales (sus efectos) de la producción capitalista, sino de las leyes mismas, de las tendencias que se manifiestan y realizan con férrea necesidad. El país más desarrollado en el plano industrial no hace más que mostrar a los que lo siguen la imagen de su propio porvenir. En todas las otras esferas nos vemos afectados, como todo el Oeste de la Europa continental, por el desarrollo de la producción capitalista tanto como por el estado incompleto de este desarrollo. Aparte de los males de la época actual, tenemos que soportar una larga serie de males hereditarios provenientes de la supervivencia de modos de producción superados, con las consecuencias de las relaciones políticas y sociales anacrónicas que engendran.”






“En Inglaterra, la marcha de la conmoción social es visible para todos; es inevitable que en cierto punto esa conmoción repercuta en el continente. Entonces adoptará, en su aspecto, formas más o menos brutales o humanas, según el grado de desarrollo de la clase de los trabajadores. Con abstracción de los motivos más elevados, su propio interés impone, pues, a las actuales clases reinantes (capitalistas y terratenientes), la necesidad de eliminar todos los obstáculos que puedan trabar el desarrollo de la clase obrera. Con vistas a ese objetivo asigné en este volumen (El Capital, Libro Primero) un lugar tan importante a la historia, el contenido y los resultados de la legislación inglesa sobre las grandes fábricas. Una nación puede y debe extraer enseñanzas de la historia de otra. Aunque una sociedad haya llegado a encontrar la pista de la ley natural que preside su movimiento – y el objetivo final de esta obra (El Capital) es el de descubrir la ley económica del movimiento de la sociedad moderna-, no puede franquear de un salto las fases de su desarrollo natural, ni abolirlas por decreto[1] . Pero puede acortar el período de gestación (de cada fase) y atenuar los dolores del parto.”(Cualquier medida anticapitalista de las emprendidas por los llamados revolucionarios marxistas, que entorpezca el desarrollo de las fuerzas productivas burguesas, resulta contraproducente y sólo le alarga la vida útil al sistema burgués).






“Unas palabras más, para evitar posibles malentendidos. No pinté de couleur de rose [color de rosa] al capitalista y el terrateniente. Pero aquí no se trata de personas, salvo en la medida de que son la personificación de categorías económicas, los puntales de intereses y de relaciones de clases determinados. Mi punto de vista, según el cual el desarrollo de la formación económica de la sociedad es asimilable a la marcha de la naturaleza y a su historia, puede, menos que ningún otro, hacer responsable al individuo(burgués o proletario) de relaciones de las cuales es socialmente la criatura, haga lo que hiciere por desprenderse de ellas (mediante actividades revolucionarias anticapitalistas)”. [2]






“Espoleada por dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes” [3]




La Economía Política gira alrededor del valor o valor trabajo, del consumo de fuerza de trabajo humano, ayer, esclavo, luego feudal y proletario desde hace medio milenio, aprox. Se trata del consumo de fuerza de trabajo realizado con motivo de la producción de cualquier mercancía, fuerza que aplicada productivamente crea un valor que presenta y combina dos cualidades en paralelo: una, material y ostensible, artificial y particularmente creada con arreglo a los medios y recursos técnicos involucrados: es el valor de uso satisfactorio de necesidades vitales[4] , y el valor de cambio creado y mensurado socialmente durante la creación del valor de uso, y que permite su mercadeo como valor útil convertido en mercancía. Esta ambivalencia[5] de la producción mercantil es el principal objeto de estudio de la ciencia de la Economía Política elaborada por Carlos Marx, o “Economía Política”, propiamente dicha.






La Economía Política elaborada por los economistas clásicos giró sobre un valor trabajo producido por una mano de obra incapaz, a juicio de ellos, de crear más valor que el monto de los salarios recibidos en pago. Aquí cayeron en una contradicción insalvable: Adam Smith, por ejemplo, por un lado, descubre y explota las mejoras productivas, pero las reduce a valores meramente técnicos, a mejoras en los rendimientos cuantitativos ofrecidos por la división del trabajo, pero no toca para nada la creatividad inmanente de la fuerza de trabajo, creatividad que redujo a una simple transformación de los medios de producción que “naturalmente” reaparecen en el valor de uso así fabricado. La acumulación de capital la hizo depender más de factores tecnomecánicos que del trabajo excedentario de la mano de obra asalariada[6] , es decir, Adam Smith no le llegó, desconoció o ignoró, históricamente, la existencia del Capitalismo, del trabajo asalariado, de la explotación del trabajo asalariado. De allí su póstuma y prolifera apologización recibida hasta ahora en un intento anacrónico y desfasado por anular los aportes de Carlos Marx.






Pero el verdadero valor económico, el valor trabajo, el valor capitalista[7] de una mercancía, elimina todas las diferencias cualitativas que ella exhiba como valor de uso frente a todas las mercancías y sus correspondientes particularidades técnicas laborales. En las mercancías, ese “valor capitalista” se expresa mediante el precio de mercado, para lo cual es necesario que concomitantemente haya una mercancía que sirva de denominador común o de medida unitaria capaz de expresar los distintos precios de todas las mercancías en función de sus distintas dosis del trabajo en ellas depositadas para el momento de su elaboración; tal mercancía es el dinero.






Esa mercancía que con anuencia social o colectiva logró prestar mejor utilidad cambiaria y monopolizó la función de equivalente general en los intercambios se hizo dinero, y, al respecto, “el oro conquistó históricamente ese privilegio”[8] . Por su parte, (cito): “la economía política (premarxista) analizó el valor y la magnitud del valor, aunque de manera muy imperfecta. Sus economistas nunca se preguntaron por qué el trabajo se representa en el valor, y la medida del trabajo por su duración en la magnitud de valor de los productos…las ilusiones del sistema monetario provienen indudablemente del carácter fetichista que la forma-dinero (valor en forma de dinero) le imprime a los metales preciosos.” [9]






Bien, la perdurabilidad del sistema capitalista está medido por el encanto racional, por demás, que supone la posibilidad - aun inverosímil para las mayorías- de “saltar la talanquera”, de la condición de explotado a la de explotador, máxime en un régimen donde sólo la afinidad de la fuente de las rentas asocia a las personas[10] , y lo hace sin mayores distingos subjetivos, frívolos, académicos, religiosos ni racistas. Ser explotador es sólo cuestión de disponer de un capital que, por pequeño que sea, dé una ganancia que, por pequeña que sea, no resulte menor relativamente que la ganancia media de los capitales más voluminosos de los grades capitales transnacionalistas.






Así, los “buhoneros” de menor giro son explotadores que podríamos considerar como el peldaño inferior de la escala burguesa contemporánea, y su progreso capitalista sería cuestión de acumulación de ganancias no consumidas en su totalidad. Un encanto burgués porque a nadie parece amargarle el azúcar de disponer de trabajadores para “vivir sin trabajar”, y hacerse rico a costillas de sus explotados.






Ese problema de que sólo unos trabajen y vivan mal, mientras otros no trabajen y vivan muy bien, jamás podrá resolverse con arengas demagógicas ni con berrinches populistas en favor de un proletariado que sólo ha crecido demográficamente desde los tiempos mismos de Jesús de Nazaret, alabado y venerado pionero como fue él de la defensa de los pobres, aunque, a pesar de su divinidad debidamente registrada en la Literatura ad hoc, jamás se paseó por las verdaderas causas de la pobreza económica de sus adorados y defendidos humildes., y un “mesías” que respetó el poder del César esclavista a cambio del sudor del trabajo de sus paisanos cargados de impuestos para Roma y otros explotadores, para los mercaderes de entonces. Jesús los amó indudablemente, se preocupó por ellos y supo sentir sus desgracias, y sigue haciéndolo luego de casi 2 siglos, pero el proletariado sigue allí y creciendo cada día más.






Tampoco serían resolventes las guerras convencionales dadas entre economías burguesas, que sólo han servido para el imperio de una sobre otras, practicadas hasta ahora con las respectivas diferencias técnicas en cuanto el poder bélico involucrado, ya que ellas, según experiencias sufridas, sólo han servido para dar vigencia y corroboración a las hipótesis maltusianas, para reciclar empresas económicas ya venidas a menos, repotenciar las existentes, crear nuevos centros fabriles, comerciales y bancarios de explotación, y, consecuencialmente, han servido para alargarle la vida, y así retardar la llagada del “parto” de un nuevo modo de vida desde el vientre del sistema saliente, un parto cuyo período de gestación, según Carlos Marx, se muestra elástico y determinado a futuro por la tendenciosa caída de la tasa media de ganancia[11] , es decir, de la reducción creciente del “valor” de la plusvalía, no tanto porque esta desaparezca como trabajo realizado, sino porque su destino ya nos sería la acumulación creciente del capital que le da vida a un sistema que mientras más explota más requiere de asalariados.






En cuanto a la permanencia actual de monedas nacionales, ellas responden más a chovinismos y rezagos de esos países con economías que no terminan de integrarse al sistema capitalista mundial. Es un hecho que la tendencia de la acumulación burguesa es hacia la indetenible formación de una macroindustria cuyos fabricantes, comerciantes y financistas respondan a fabricantes ubicuos con máximo poder económico, respondan a comerciantes que den cuenta directa de todo el inventario y mercadeo de toda la producción mundial, y a banqueros que financien esa economía internacional, como si se tratara de una inmensa fábrica, de unos inmensos inventarios y de una gigantesca banca donde sus clientes serían todos los empresarios del mundo, todos los comerciantes, todos los consumidores del mismo mundo. y todos los industriales, reducidos a ex capitalistas devenidos en variantes proletarias en función de contratistas de todo el proletariado asalariable, correspondientemente.






Contradictoriamente, dejamos a salvo las crisis económicas periódicas que actúan como fuerzas contrarrestantes del fin del capitalismo, puesto que ellas han permitido hasta ahora un recomienzo permanente de unas economías venidas a menos, a favor de otras que terminan más robustecidas, pero estas crisis ya serían terminales para cuando se esté hablando de una Economía Única y mundial, y cuya caída sería la ruina del sistema en su conjunto.






Corolario: Para un “feliz” final de semejante “progreso” burgués, hará falta la homogeneización, unificación y fusión de todas las monedas actuales de todos los países en una sola; una sola mercancía dinero que dé cuenta con la mayor inmediatez, confiabilidad e invariabilidad de todas las transacciones económicas mundiales como si se tratara de una economía única, de un macroimperio capitalista entrado para entonces en irreversible agonía.
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[1] Léase por “decreto” cualquier declaración política rubricada por algún partido y/o por voz de algún líder que mediante alguna legislación busque   arbitrariamente y al margen de las leyes económicas suprimir o frenar el sistema capitalista,   o de un plumazo negarles a los empresarios burgueses sus propiedades, sus relaciones industriales, o la explotación de asalariados. Se trata de un modo de vida, de una formación socioeconómica con basamentos, historia y leyes muy particulares. Inutilidad de esas decisiones personales e ilegalidad porque, no tan sencillamente, no se puede acortar la vida de un sistema mientras éste no arroje y despliegue todo su potencial de imperialidad. Roma cayó luego de   colonizar y someter cada rincón del planeta conocido a sus parámetros culturales y militares. El hiperpoderoso Luis XIV cayó cuando el sol dejó de ponerse en sus territorios, un imperio feudal cuyo financiamiento resultaba insostenible sobre las bases serviles de un campesinado de altos pero decrecientes rendimientos tributarios. Asimismo, el capitalismo no caerá mientras haya un solo comprador solvente que permita seguir acumulando “capital dinero” por encima de todos los obstáculos de ineludible desarrollo completo y a nivel planetario, y así hasta acabar con todos sus competidores en beneficio de un  grupo minúsculo que irá también reduciéndose hasta la llegada de una sola personalidad  burguesa, y, como tal,  dueña mayoritaria exclusiva de todos los dominios industriales, comerciales y financieros habidos y por haber sobre todo el territorio multicontinental.

[2] Carlos Marx, El Capital, Prefacio de la Primera Edición Alemana.

[3] Carlos Max y Federico Engels, Manifiesto del Partido Comunista”, Cap. I

[4] Este valor de uso es perecedero per se, se extingue con su utilización o consumo, a diferencia del valor de cambio que es no perecedero, constantemente transferible, o eterno, por así decirlo. Aquí nos hallamos ante una pesada contradicción: El valor de cambio es el resultado del uso de la fuerza de trabajo durante   la cantidad de tiempo que fue usada en la fabricación artificial   de un valor de uso diferente a ella,   y, como tal, esa fuerza de trabajo crea valor, aunque ella misma no lo sea. Se trata de una consecuencia coherente con la teoría del valor trabajo, puesto que no se crea la fuerza de trabajo, sino que se la reproduce con la ingesta de los bienes de la cesta básica, de la misma manera que la tierra carece de valor ya que nadie la crea, pero ella coadyuva a la creación de valores de uso artificiales y naturales. Cónfer: Carlos Marx, El Capital, Libro I, Sección Primera, Cap. I, Subcap. III-A-2.

[5] Carlos Marx, Ob. Cit., Sección Primera, Cap. I, Subcap. II y III.

[6] Adam Smith, Riqueza de las Naciones, versión castellanizada.

[7] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Sexta Sección, Cap.XIX. Doy el nombre de valor capitalista al valor de cambio contentivo de “plusvalía”, en la denominación marxiana que ha servido para distinguir la explotación burguesa de la feudal y la esclavista, según los mismos resultados logrados por   Carlos Marx en su obra supra.   Con estos descubrimientos económicos, Marx dejó en claro que  toda la Economía de todos los tiempos civilizados hasta ahora y por venir opera  necesariamente alrededor de un trabajo excedentario, so pena de estancamientos y/o  retrocesos, necesario para un mayor grado de  satisfacciones personales y familiares, para un crecimiento demográfico contingente y  armonioso,  y o en favor de una máxima reducción de la jornada de trabajo tendente a que el trabajador pueda gozar de más ocio, además de vivir para  trabajar, tal   como supuestamente lo  haría en condiciones aclasistas para que ningún  trabajo impago enriquezca a ninguna persona que no ofrezca sus personales aportes según sus  personalísimos aportes al    PIN y necesidades propias. Es más, sin plusvalor, sin plusvalía, sin trabajo excedentario nos retrotraeríamos la vida primitiva, silvestre por  así llamarla. Porque el problema de la cuestión obreril no es este excedente ni su distribución, sino su destino clasista.

[8] Carlos Marx, Ob, cit., Sección Primera, Cap. I, Subcap. III-C-3 (Transición de la forma-valor a la forma-dinero).

[9] Carlos Marx, Ob. Cit., Sección Primera, Cap. I, Subcap. III-D (Forma-dinero).

[10] Ob. cit., Tercer Libro, Sección VII, Cap., LII.

[11] Ob. cit., Libro Tercero, Sección Tercera.



Conozcamos los Servicios Inservibles (La cuestionada Oficina de Correos)
‎miércoles, ‎23‎ de ‎febrero‎ de ‎2011, ‏‎10:16:24 p.m.
Manuel C. Martínez M.

23/02/2011


Una de dos, o convertimos definitivamente las oficinas de correo en oficinas de Internet, o deberían cerrarse por obsoletas y desfasadas, pero, eso sí, que con su personal no ocurra lo que sucede con y en todos los organismos públicos venezolanos, donde los despidos o jubilaciones ilegalmente jamás se sincronizan con la liquidación de las correspondientes prestaciones sociales y demás acreencias que generalmente el Estado les adeuda, salvedad hecha para los privilegiados o favoritos de turno, a quienes hasta les paga lo que no se les adeuda, una aberración burocrática que lejos de irse extinguiendo, parece repotenciarse con cada paso del reloj político, porque repúblicas van y rs. vienen, y todo sigue igual, en el mejor de los casos.






¿Habrá todavía quienes se carteen por intermedio de esas longevas y anquilosadas oficinas? Las hay, porque la ingenuidad de la nueva generación y la de los desinformados no se agotan en unas sociedades donde los gobiernos informan más sobre los temas de su interés personal y partidista que de los temas de cultura e información popular.






Es que no se oye una sola noticia emitida por los centros de poder a través de sus polifacéticos medios, que tan onerosos les resultan al bolsillo de los trabajadores, que no envuelva, solapada o descaradamente, una cuña política en favor del editor o en contra de sus adversarios, inclusive de sus disidentes. Ni qué decir en contrario de la Oposición Política involucrada, incapaz también para reconocer mediáticamente algunos logros de sus adversarios en funciones de gobierno, por palmarios y reales que aquellos resulten.






¿Habrá quienes sigan confiando en unos servicios que fueron tan desacreditados y prostituidos por los partidos AD y Copei cuando contrataron su personal en sus respectivas casas del partido, en oficinas que se convirtieron en la verdaderas agencias de colocación y jefaturas de personal del país, a tal punto de que los jefes de personal locales, de las oficinas locales, quedaban atados de pies, manos y lengua, para sancionar o reprender a sus subordinados so pena de ser ellos los botados sin darles derecho a réplica alguna.






La escogencia de ese personal no se hizo, en general, en las oficinas correspondientes de un organismo con la relevancia e importancia que tiene todo servicio de comunicaciones, cuyo ejercicio, gerencia y plantilla de trabajadores deben ser rigurosamente seleccionados y capacitados. Es tan importante una comunicación íntima, sea amorosa, comercial o de investigaciones policial, castrense, científica, etc. Así lo recoge hasta la Constitución más pirata que se haya aprobado algunas veces.


Pero no fue así, y, durante los nefastos años del Puntofijismo, esas oficinas fueron dotadas de un personal muy irresponsablemente seleccionado. Por ejemplo, a los “mensajeros” les entregaban correspondencia, que es privada constitucionalmente, pero que en condición de escogido por partido, adeco o copeyano, al enterarse de la dirección del destinatario y de su nombre, optaba, a su arbitrio, por arrojarlas al primer basurero que se hallara en su ruta. Vi algunos basureros con semejante contenido. Ejemplo concreto y asaz veraz: En la Universidad donde trabajé 23 años en línea recta, arrojaron a las calzadas interiores las selladas cartas navideñas que yo les había encomendado a las oficinas de la “Dirección Académica” para que se las hicieran llegar a algunos colegas a quienes que yo no podía entregárselas personalmente.






Así fue creado, pues, el mercado, y cómo empezó a surgir el servicio privado de encomiendas, aunque no sabemos qué fue primero: si la instalación de esta lucrativa industria de correspondencia y encomiendas, o la corrupción de aquellas oficinas.

Réplica al Art. de Carlos Lanz Rodríguez (http://www.aporrea.org/educacion/a118105.html)
‎martes, ‎22‎ de ‎febrero‎ de ‎2011, ‏‎11:35:14 a.m. |
http://www.aporrea.org/educacion/a118105.html

Manuel C. Martínez M.
21/02/2011 21:21:45



Primeramente, resulta muy interesante su “aporte” en pro de una mejor divulgación del Marxismo; lástima que muchas de las “contribuciones” que ha recibido la obra de Marx, han sido eso, muy “marxistas”, pero muy poco marxianas.






Importante también resulta el tema tratado por usted, y con él resulta curioso ver cómo se recicla la moda de las “revisiones”, “reformas”, “adaptaciones”, “actualizaciones”, “negaciones” y, por ahora, “reivindicaciones” o “reconstrucciones” de la teoría de Marx, la teoría de un científico cuyos aportes todavía no han logrado prender con la fuerza intelectiva, burguesa y proletaria que sobre el terreno de la explotación capitalista debería tener, y hacerlo con la mayor brevedad posible. Esta teoría sobrepasa ya la edad de 160 años.






También resulta no menos curioso que en la UBV(Universidad Bolivariana de Venezuela) aparezcan distinguidos invitados de otros importantes países, sin el debido concurso de todo el potencial de venezolanos que podrían, y con no menor derecho y suficiencia, participar en semejantes encuentros, a fin de lograse una mayor productividad teórica sobre tan delicado, vigente y acuciante tema, el tema del valor- trabajo, precisamente, por tratarse del pivote principal de toda la Teoría de Carlos Marx, habida cuenta que las versiones marxistas y marxianas que rijan en México y en otros países contemporáneos son exactamente mismas que han poblado el mundo, en ediciones propias de una mediática literaria coherente y defensiva con y de los intereses que El Capital punzó profundamente en sus sensibles extrañas.






Discusiones como las que usted señala y recoge son de gran peso teórico, ya que tocan un tema que ha sufrido los peores y más perversos detractores, y contado con los mejores apologistas y tarifados del burguesismo, sin que, a pesar de todo, ni los unos ni los otros logren debilitar la fuerza de la verdad contenida en las contribuciones de Marx a la solución del tema social más acuciante, perentorio y de mayor importancia económica, política, religiosa, sociológica y filosófica, cual es el precipuo tema del origen de la riqueza material de la sociedad, de porqué unos salen ricos de la fábrica, y otros, tan pobres o más como entraron en ella.






Es un hecho que de “discusiones” en discusiones (eufemismo de dilaciones) no ha pasado todavía la Teoría de Marx, mientras en paralelo el Capitalismo también lleva más de 160 años de agonía[1] .Y por esa razón y otras colaterales también llama mi atención el soporte teórico que descansa en el piso y superficie de esta “reconstrucción reivindicativa” aludida por el señor Carlos Lanz Rodríguez[2] , autor del artículo que estamos replicando, y conste que lo hacemos con la mejor de las intenciones didacticomarxianas, y muy no marxistas en su acepción filoburguesa, según venimos apuntándola.






Se trata de su apoyo sobre algunas definiciones antimarxianas, con visos de marxismo, de Claudio Napoleoni, autor del Diccionario de Economía Política, (Ediciones Castilla, Madrid, 1962). La definición que allí se recoge sobre la teoría del valor de Marx se suma a todas las pretenciosamente demoledoras versiones antimarxistas como la esgrimida por otro marxista: Paul Sweezy (Teoría del Desarrollo Capitalista, Fondo de Cultura Económica,-México, 1942, en inglés, y 1963, versión castellanizada -. como si el propio Marx y luego Lenin no hubieran nunca tratado semejante tema atinente al desarrollo de este sistema y de todos los que le precedieron en materia de explotación del hombre por el hombre -, y versiones antimarxianas emprendidas con menor fuerza por los quienes Sweezy evalúa y descalifica en su obra citada. Pero además sus soporte napoleoniano se suma a la versión burguesa más directamente editada por el Imperio capitalista en la persona de su primer nobelado, y de otros nobeles a quienes ex profeso vienen la academia Burguesa sueca y con igual finalidad en materia de Economía siguen premiando cada año de los que todavía siga reinando el sistema más perfectamente estudiado por Carlos Marx.






Hablamos del nobelado Paul Samuelson, a quien la alta burguesía mundial puso a decir que Marx valía a poco menos que un tarado (sic), un nobelado que tuvo el tupé - para eso le pagaron sus buenos dólares - el tupé, digo, de calificar a Marx como un vulgar alquimista o anticientífico, todo con la finalidad expresa de anular toda su obra. Es lo que se infiere de su negativa a admitir que, efectivamente, los valores, el valor-trabajo, estudiado directamente por Marx, y que lo hizo con las abstracciones que amerita una investigación de la naturaleza de la Economía, en la Sección Primera y en el último de sus caps. (Cap. (VI) del Libro I, El Capital.






Es que, según las versiones de estos críticos burgueses, y pretenciosamente demoledores de la teoría marxista y marxiana, la teoría del valor trabajo sería invalida, y precisamente, esto es lo que me preocupa del artículo de “aporrea.org que aquí estamos replicando.






Nos explicamos: Samuelson, Sweezy, Claudio Napoleoni y otros autores semejantes sentaron las bases de la impostura del famoso “Problema de la Transformación de los Valores en Precios”[3] , o sea, de la negación de la Conversión o concreción del teorizado y abstracto valor-trabajo, creado en las fábricas, en precios de producción, o valor de mercado.






De manera que los soportes reconstructivos de la teoría de Marx basados en criterios como los de Claudio Napoleoni no serían los más indicados para una mejor “reivindicación” de la teoría del valor de Marx. Precisamente, negar la “Conversión de los valor en precios de producción”, como lo hace Napoleoni y Sweezy y Samuelson, es negar la obra íntegra de Marx, ya que, si bien el Libro I de El Capital es un epítome extraordinariamente bien elaborado, los restantes libros, y particularmente el Libro III, son la mejor concreción de las categorías económicas básicas que son abstractamente manejadas en el Libro I, como un resultado imperativo que obliga a manejar la investigación científica con un método máximamente detallista, y la exposición de sus resultados con otro[4] en el cual puede prescindirse de algunas particularidades, sobre todo cuando se trata de una investigación y exposición de una temática tan valiosa como lo es el origen y la determinación de la verdadera fuente de la riqueza material burguesa.


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P.D.: Sin plusproducto no puede haber progreso material, lo contrario sería estancamiento productivo. Lo que estaría en juego en un régimen socialista de transicón o comunista de arribo, no es el valor ni la plusvalía, pero sí el producto y el plusproducto.
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[1] Carlos Marx y Federico Engels, Contribución a la Crítica de la Economía Política Burguesa.


[2] http://www.aporrea.org/educacion/a118105.html
[3] Manuel C. Martínez M., El problema de la Transformación http://www.aporrea.org/actualidad/a37856.html

[4] Carlos Marx, El Capital, Palabras Finales de la Segunda Edición Alemana.

Conozcamos sobre el Control de Cambio (Sus beneficiarios y objetivos)
‎lunes, ‎21‎ de ‎febrero‎ de ‎2011, ‏‎12:44:46 p.m. |
Manuel C. Martínez M.

21/02/2011 0:20:22


Todo Control de Cambio monetario en principio busca regular la salida de divisas cuando en una Economía cualquiera haya peligro de un desabastecimiento que impida la necesaria, sostenida y sana Balanza de Pagos.






Definiciones como esta y otras[1] se limitan a generalidades que si bien es cierto que no expresan mentiras, tampoco van al fondo de los verdaderos objetivos capitalistas que pudieran estar escondiéndose detrás de unos controles cambiarios que desdicen mucho del libre cambio que debe regir en las economías burguesas, uno de cuyos pivotes principales es la libre convertibilidad de su moneda, vale decir, el libre juego de la oferta y la demanda y el respeto al uso que de los salarios y ganancias quieran darle sus tenedores.






Por lo demás, las medidas cambiarias y sus complementarias medidas devaluacionistas pudieran favorecer a los exportadores de algunas economías que sean marcadamente exportadoras, pero contrariamente también podrían favorecer a los importadores de aquellas economías predominantemente importadoras. La literatura universal que a nosotros nos llega pondera más hacia las economías exportadoras o imperialistas.






Efectivamente, restringir de alguna manera, mediante regulaciones diversas, como: incremento de precios, devaluaciones monetarias, desabastecimiento inducido, racionamiento o compras forzadas, etc., todas ellas son diferentes medidas económicas estatales que encuadran perfectamente en violaciones al derecho de propiedad por cuanto minimizan o estrangulan al antojo gubernamental la principal cualidad de ese derecho cual es la máxima disponibilidad patrimonial, salvedad hecha de expropiaciones debidamente justificables y a favor todos los ciudadanos con inclusión de sus afectados con la medida.






Limitar la propiedad privada al uso y disfrute del patrimonio, no pasa de ser una perogrullada puesto que de poco sirve ser dueño de algún bien, si este no podemos usarlo ora para satisfacernos directamente con él o disfrutarlo a mediano plazo con sus frutos, oportuna es esta redundancia.






De manera que decir derecho de propiedad es esencialmente poder disponer a nuestro antojo y arbitrio, en espacio y tiempo, del bien poseído, cuando sobreentendidamente este es útil y mejor aún si nos aporta frutos.






De poco sirve un Estado que se obstine en nacionalizar empresas y capitales privados empresariales si al mismo tiempo le impide a sus trabajadores disponer en cantidad suficiente de sus rentas. La expropiación de grandes capitales de un empresario para favorecer a otros no pasa de ser un simple cambio de explotadores, mientras que impedirle a un asalariado su libertad para comprar lo que este desee, cuando lo desee y cómo lo desee, dentro de patrones socialmente coadmitidos y dirigidos a la mejor satisfacción personal de sus necesidades, impedirle esto a sus tenedores particulares, a sus ciudadanos trabajadores, decimos, no sólo les impide o merma su felicidad, sino que es una clara evidencia de perversa injerencia en las economías familiares, sin que por ello tales actitudes burocráticas supongan socialismo alguno, sino, más bien, una conducta estatal que pudiera estar solapadamente dirigida a favorecer determinados y privilegiados intereses particulares y capitalistas de la peor calaña.






De comprobarse esta hipótesis, el Control de Cambio sería lo más contrario a la toma d mediadas populistas o socialistas que por principio buscan hacer más felices a un mayor número de trabajadores.






Como quiera que Venezuela es una economía marcadamente importadora de bienes terminados y semiprocesados, pensamos que un Control de Cambio, acompañado necesariamente de devaluaciones monetarias, pudiera ser un mecanismo mediante el cual se estaría favoreciendo a muchos o pocos importadores de esos mismos bienes que, en ausencia de dichos controles, podrían ser comprados directamente por los consumidores a los países de los cuales aquellos se abastecen, y países, estos, que son marcadamente exportadores.






De allí que tanto el dólar como el yuan tiendan a su devalúo, pero en el caso venezolano no tiene porqué ser así, veamos qué pasa en nuestra economía:






Por una parte, en condiciones de importadores al mayoreo, los capitalistas beneficiarios de estos Controles de Cambio disponen de capital suficiente para adquirir ingentes cantidades de dólares – al precio que sea, a la paridad que sea, tanto en los mercados oficiales como en los alternativos – y así cubrir - esos importadores y beneficiarios - el máximo de la demanda proveniente de los consumidores de menores ingresos, de quienes por causa de ese CC se verían forzados a la compra con intermediarios, y cubrir también la demanda excedente de aquellos consumidores de mejores ingresos, de quienes podrían comprar cualquier cantidad de mercancías importadas, pero a quienes el Estado interventor se los impide mediante el CC cuando les pone límites a su compras, justamente según la mezquina cuota de divisas debidamente burocratizada.






Digamos que detrás de ese CC podrían estar los importadores; estos serían los principales beneficiarios de un Control de Cambio que se complementa con las devaluaciones de la moneda nacional, y es el Estado el que los favorece en tal sentido.






Cuando las estadísticas así lo indican, el Estado refuerza la regulación cambiaria y perversamente sigue devaluando la moneda a fin de garantizarle a esos importadores una máxima suma de ganancias, y una mayor cantidad de apoyo a los gobernantes que así los complazcan.






Creemos que las estadísticas del caso no solo provienen de esos importadores y de sus especialistas, sino que hasta podrían estar dándose el tupé de disponer de un Control Estadístico Oficial, obviamente pagado por los mismos consumidores a quienes esos importadores esquilman sin piedad alguna. Ese organismo de Estadísticas Oficiales les informaría de la dinámica económica, tales como las disponibilidades de demanda, su dinámica, y así operar rítmica y libremente con un máximo de ganancias sostenido en el tiempo.






En resumen: los CC y Devaluaciones complementarias pudieran ser unos ingeniosos y subrepticios mecanismos capitalistas financieros y fiscales que más sirven a los intereses de los importadores burgueses que a los contribuyentes de impuestos, paradójica y desgraciadamente, a los consumidores, a los trabajadores en su condición de importadores al menoreo.
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[1] Cónfer: http://es.mimi.hu/economia/control_de_cambio.html

P.D.: Lo que hemos tratado nos revela la más perfecta demostración de cómo el capital se hizo y se hace Imperialista. Imperialista significa carente de patria alguna. Opera en todos los frentes, en las finanzas transnacionales, en el sector Industrial Internacional de Exportación y en el sector Internacional de Importación. Es la más acabada exhibición del carácter apátrida de la explotación del trabajo ajeno, practicada de mil maneras en todos los espacios, dentro y fuera de los países dominados, dentro y fuera de los continentes. Y mientras algunos gobernantes y gobernados se esperanzan con la devaluación del dólar, otros lo hacen con la revalorización del euro, y otros con la devaluación del bolívar, con la caída de la bolsa A, y la suba de la B, pero todos en conjunto seguimos sin formarnos la verdadera imagen de lo que ocurre cuando nos colocamos las lentes de la Macroeconomía Mundial.

Conozcamos la Especulación Capitalista (“Agro Venezuela”, Fidel Castro R. y sus versiones proletarias)
‎sábado, ‎19‎ de ‎febrero‎ de ‎2011, ‏‎09:16:40 a.m. |
Dr. Econ. Manuel C. Martínez M.
15/02/2011 16:14:05


“Nosotros, puede ser que especulemos, pero damos fuentes de empleo”. Frase atribuida al empresario mediático venezolano, ciudadano Guillermo Zuloaga, quien también opera en otros    frentes de explotación burguesa.


Especulación es un término muy popular que desde hace milenios quedó asociado al comercio, y semánticamente eso es correcto, pero fue Carlos Marx quien genialmente lo adosó a la producción capitalista, habida cuenta de que, hasta el nacimiento de este sistema, siglo XVI, en Europa y en el Cercano Oriente sólo especulaban los comerciantes dedicados al tráfico de mercancías producidas por terceras personas: campesinos y artesanos, orfebres, vidrieros, herreros, tapiceros, agricultores, directamente con la intermediación de otros comerciantes, etc.[1] , mientras que en el sistema “capitalista” el comercio especulativo – más allá de simple trueque – es especulación con el trabajo ajeno, con la “fuerza de trabajo” que es la mercancía burguesa por excelencia.






Sabemos que continúan dadas todas las condiciones para que el sistema burgués siga su marcha, que existen en el mercado una demanda capitalista o de riqueza de explotación (ganancia), representada por el poseedor de dinero, y una oferta de mano de obra por parte del proletario, oferta que la hace por hallarse obligado a “trabajar para vivir”[2] , a vender diariamente parte de su vida al mejor postor, al mejor de sus explotadores[3] , o, en caso de no estar siendo explotado - se halla “desempleado” o “desexplotado” -, entonces se la ofrece a quien con la mayor brevedad lo contrate para su máxima explotación con salario mínimo[4] , y al margen de su preparación técnica.






Explotador es eufemismo de empleador, de especulador[5] con el trabajo ajeno, con la riqueza creada por un asalariado que vende su fuerza de trabajo porque carece de dinero hasta para bastecerse de medios de subsistencia. Y asalariado es sinónimo de productor de riquezas, de un trabajador que desde hace siglos fue liberado de toda servidumbre y de las roscas de la “jerarquía industrial “o de los gremios de artes y oficios medioevales[6] , como condición sine qua non para metamorfosear su libre producción personal en una sometida producción patronal.






Sabemos que desde esos 500 años atrás en este planeta nadie nace con su pan asegurado: burgueses y proletarios están sujetos a la suerte en sus actividades industriales. Los capitalistas no se respetan como personas, sino como competidores o consocios, y ellos miran a los trabajadores como simples “insumos”, al lado sin mayores diferencias de las materias primas y afines, pero, para más, los miran como “pendejos”, como pobres y sin fortuna. Los trabajadores, amén de ver a sus patronos como sus beneficiarios, les admiran el que hayan hecho fortuna, sin conocer a fondo que han celebrado contrato con un integrante de la clase causante de sus desgracias, las mismas que lo llevan a los centros fabriles de explotación.






Pero hay más, el contrato laboral oficial o, paradójicamente, extraeconómico se realiza entre un especulador “capitalista” o empresario burgués en funciones de explotación, y un asalariado o proletario en .funciones de explotado. Se trata de un contrato despersonalizado, pero personificado jurídicamente en representación de las clases de la burguesía y el proletariado, mismas que adoptan la figura de capitalistas y asalariados dentro de la fábrica.






Un cosa se pone más clara cada día, sin fuerza de trabajo humana los capitalistas no son nada, sería como un mercado vacío, desabastecido, tal como los feudales jamás lo fueron en ausencia de servidumbre, ni los esclavistas sin esclavos, como no hay demagogo si cegatos, dictador sin adulones, ni maestros con aulas vacías.






De allí la importancia de la renovación constante del proletariado y de su incremento incesante ya que hablamos de un creador de riquezas que no posee herramientas ni tierra, ni siquiera un bastón para ararla, y hablamos también del mecanismo social mediante el cual “se ata de manos” a las manos que producen los bienes de uso, y de los cuales se adueña el capitalista mediante un contrato oficial entre patrono y obrero que la Constitución moderna convalida y así lo prescribe.






Y a propósito de esas condiciones burguesas, recientemente, el ex Presidente cubano Fidel Castro hizo referencia a la crisis alimentaria, y entre sus posibles causas señaló la expropiación de grandes extensiones de tierra agrícola:


“La crisis alimentaria provocada por el precio a cuenta de la especulación financiera, la escandalosa compra de millones de hectáreas de tierra de Tercer Mundo por parte de las transnacionales, los agrocombustibles, los secretos de una adecuada alimentación humana, las medias verdades y las interesadas mentiras sobre las concentraciones poblaciones y su impacto en los precios de la comida… Tomado de: Con negrillas mías, tomado de:


http://www.aporrea.org/actualidad/n175071.html




Si entendemos bien este mensaje de Fidel Castro, la especulación con la compra de tierras representaría la continuidad y ampliación de aquellas expropiaciones (en inglés, expropriations[7] ) que fueron consumadas 500 años atrás cuando se inició la era capitalista. Detrás de toda especulación con esta mercancía, que es el semillero de todos los demás medios de producción, está el control potencial y efectivo de unos proletarios a quienes dicha expropiación afianzaría y multiplicaría en consecuencia.






Los conuqueros, vegueros y medianos agricultores podrían perder su última atadura a la servidumbre precapitalista. Por eso, nos preocupa la Misión AgroVenezuela que el gobierno del Presidente Chávez ha promovido con mucho entusiasmo y, al parecer, con mucho éxito por ahora. Quisiéramos pensar que esta “misión” de Economía Política termine en beneficio nacional, y que sólo estamos prejuiciados con semejantes intenciones imperialistas, propias de los representantes del Capitalismo Internacional.






Así, “El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, se reunió con su tren ejecutivo en el Palacio de Miraflores para hacer seguimiento a la misión. Se espera censar a más de 300 mil productores, quienes tendrán oportunidad de registrarse hasta el próximo 10 de febrero.” Tomado de, con negrillas mías:


http://www.chavez.org.ve/temas/noticias/arranco-mision-agro-venezuela-censo-nacional-productores/




Históricamente, las condiciones capitalistas fueron moldeadas ex profeso por los nuevos especuladores, condiciones cuyo origen se remonta al siglo XVI cuando la servidumbre feudal comenzó su irreversible descenso y fue reemplazada por la servidumbre capitalista[8] . Si bien sus componentes económicos básicos partieron del régimen económico saliente, los explotadores sustitutos debieron emprender acciones directas sobre las condiciones imperantes, pero no contra los antiguos explotadores, sino contra los mismos explotados de marras a fin de forzarlos a la servidumbre entrante. Por ejemplo (así se expresaría el explotador entrante): “No hay que salir a matar a los latifundistas, lo que hay es que entorpecer las condiciones económicas imperantes actualmente que estén frenando todavía la libertad plena de los futuros asalariados”. Este sería el caso o proyecto en marcha llamado “Agro Venezuela”, y que posiblemente encajaría en la “compra” de tierras que el veterano Fidel Castro denunció como estrategia imperialista.
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[1] Carlos Marx, El Capital, Libro Primero, Sección VIII, Cap. XXVI


[2] Autor citado, Prólogo de Contribución a la Critica de la Economía Capitalista.

[3] Mismo autor, El Capital, Libro Primero, Sección II, Cap. VI

[4] El salario mínimo es una categoría de explotación burguesa que ya lleva aplicándose sus buenas décadas, una estrategia de capital para edulcorar las discusiones obrero-patronales. El gremio patronal reduce sus discusiones sobre el salario de cada año con sus trabajadores, esto se lo deja al Estado, a sus coexplotadores burocráticos, quienes gustosamente lo hacen cada año, y hasta tienen el tupé de anunciarlo “con bombos y platillos” - el día - del “Día del Trabajador” (léase: Día del pendejo o del explotado), y actividad política con la cual los gobernantes ¡hasta ganan en popularidad! El salario mínimo se prescribe para que los trabajadores no mueran por inanición, y evitar con ello que de dediquen a robar o a otras actividades non sanctas que les impondría el hambre insatisfecha. Es un recurso capitalista no sólo para explotar un mayor número de proletarios sino también para contribuir con la paz burguesa que tanta falta le hace al sistema, habida cuenta de que el miniasalariado u obrero de salario mínimo termina creyendo que no se halla subpagado.


[5] Cónfer. Nota “1” de esta misma entrega.

[6]Carlos Marx, El Capital, Libro I, Sección VIII, Cap. XXVII.


[7] En inglés hay dos tipos de expropiaciones: con indemnización, y sin ella. En nosotros, la expropiación subsume el  pago del precio bien confiscado, y que los ingleses reservan al vocblo   “acquire”)


[8] Carlos Marx, El Capital, Libro I,



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